La Verdad Sobre Iepcom 2: La Rebelión de los Oprimidos

Capítulo XVIII: Un Motel

“Este capítulo es narrado por Troy”​

Habían pasado algunos días desde que Bernie, Blake y yo iniciamos nuestro viaje para encontrar a Megan y a los otros, en los que no habíamos parado, por lo que ya debíamos descansar bien. Yo ya me sentía un poco mejor desde la noche en que aquel hombre, por orden de Fitzpatrick, trató de matarme, sin embargo, aún no estaba totalmente recuperado y Bernie no me dejaba hacer nada, eso me hacía sentir un tonto, yo suelo ser activo y no me agrada lo que pasa, pero supongo que él lo hace por mi bien, así que no tengo nada porqué reprocharle

Ya era un poco tarde y Bernie estaba muy cansado, por lo que nos hizo una propuesta:

—¿Por qué no nos hospedamos en un motel o una posada, chicos?

—Yo estoy de acuerdo —dijo Blake, mostrándose muy feliz con la idea que había tenido su padre—. Estoy muy cansada, papá.

—Bien —dije por mi parte, tranquilo—, ¿pero en dónde nos quedaremos?

—Por eso no te preocupes, hay varios lugares en los que podríamos quedarnos, hijo. Pero por ahora, debo seguir conduciendo, hasta encontrar uno.

Pasaron apenas unos minutos después de que todos acordaramos pasar la noche en alguna posada, o algo por el estilo, cuando todos alcanzamos a divisar el cartel de un motel, el cual se encontraba muy cerca, así que Bernard se estacionó frente a ése lugar, para entonces descender de su vehículo, con la intención de averiguar si habían habitaciones disponibles en el mismo. Se veía en malas condiciones, pero sólo pasaríamos la noche allí y yo ya había dormido en un sitio, por mucho, peor.

Un rato después, el mayor salió del motel y se acercó a la camioneta, para comentarle a Blake lo siguiente:

—Hija, hablé con la encargada y me dijo el lugar está vacío, así que hay cuartos disponibles para los tres. El problema es que el sitio no está muy bien que digamos...

—¡Papá, tengo mucho sueño! No importa cómo esté el cuarto que me toque, yo sólo quiero descansar, aunque sea un rato —le dijo la chica, interrumpiéndolo, para hacerle saber que todo estaba bien por su parte.

—No te preocupes, Bernie —agregué, para que se calmara un poco, porque se veía algo preocupado, seguramente por todo lo que estaba ocurriendo, aunque trataba de ocultarlo—. Total, sólo será por una noche, y luego seguiremos nuestro camino... ¿No?

—Entonces, asunto concluído, chicos. Cuando bajes, no olvides ayudar a Troy, hija.

—Tranquilo, papá —respondió ella, sonriente—, ten por seguro que lo haré.

Mientras Bernie entraba nuevamente al motel, luego de hablar con su hija seguramente a preguntar por el costo de las habitaciones, o a pagar por el hospedaje de aquella noche-, Blake bajó de la camioneta y me dió la mano, por lo que me sujeté de ella y bajé del vehículo lentamente, porque debía cuidar que la herida no se llegara a abrir y así, evitarle molestias a ambos.

Después de eso, ella y yo fuimos caminando hasta la entrada de dicho recinto, a paso lento, ya que Blake no me dejaba avanzar a la velocidad que yo quería. Nada más entrar allí, su padre nos entregó una llave a cada uno, a la vez que le decía a ella, con voz serena:

—Aquí tienen las llaves de sus habitaciones, Blake, vamos afuera, por las maletas. Tú llevarás la tuya, y yo la de Troy y la mía, ya que él no puede hacer mucho esfuerzo físico. ¿De acuerdo?

—Todo bien, papá —dijo ella, muy confiada.

Salieron a buscar las maletas, que estaban en el baúl de la camioneta- y volvieron a ingresar al motel con ellas, para luego dejar las maletas en las habitaciones que usaríamos ésa noche. De hecho, apenas llegamos al primero de los cuartos en cuestión, Bernard colocó mi maleta a un lado de la cama con la que contaba aquel dormitorio y después entré en ella, cerrando la puerta detrás de mí, aunque sin colocarle el seguro. No suelo dormir o estar en algún lugar cerrado, en el “criadero” no podía demostrar eso, pero creo que soy claustrofóbico -me da pánico la sola idea de quedarme encerrado en algún lugar- o al menos, eso entiendo desde que conocí a Megan, a causa de su fobia a las armas, pues es algo similar a lo que me pasa a mí.

Fui a ducharme, necesitaba hacer algo para relajarme y además, ya debía hacerlo, para después vestirme y alistarme para ir a la cama y descansar un poco. Pero antes de poder hacerlo, Bernie me llamó:

—Troy, ven a cenar, te estamos esperando.

—Ya voy, un momento —le dije, para después salir de la habitación e ir a reunirme con ellos.

Al final del pasillo me encontré a Blake, que me dijo, muy animada:

—Papá te llamó, pero no te dijo a dónde debías ir.

—Entonces vamos, tú debes saber —le dije, un poco más relajado.

—Antes de eso… hay que hacer algo.

Sacó de su bolsillo un recipiente, que contenía unos lentes de contacto de color azul… era hora de que me los colocara, porque así pasaría desapercibido ante la gente. Hace cinco años, de haber sabido que existía un artilugio como éste para evitar que la gente que trabajaba en IEPCOM llegase a descubrir que tenía ojos de color púrpura, los hubiese usado sin dudarlo, en lugar de los lentes oscuros que debía usar todo el tiempo, mientras estuve allá, pero ahora, ya no me molestaba mostearlos en realidad, pues, si bien, era discriminado en San Ángelo por mi color de ojos, al ser tan particular, éste tiempo en que había estado viviendo con ellos, llegué a darme cuenta de que eso no era una "maldición", si no más bien una "mutación genética" -según me había explicado Bernie en una ocasión-, algo que escapaba de mi alcance, por lo que tenía que aceptarlo, y aprender a vivir con ello.

No obstante, ella me los puso, uno por uno y luego.me dijo, mientras una sonrisa de satisfacción se dibujaba en su cara:

—Listo, ya podemos ir a cenar.

Ella comenzó a caminar por los pasillos del motel y yo la seguía, pues no sabía en dónde íbamos a cenar y ya me estaba dando hambre a éstaa alturas




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