La Verdad Sobre Iepcom 2: La Rebelión de los Oprimidos

Capítulo XVII: Enfrentando el Pasado

Troy se despertó, en medio de la madrugada, muy asustado y sudoroso, pues había tenido una pesadilla. En realidad no era una pesadilla, sino uno de los recuerdos que tenía de su infancia y que lo atormentaban cada vez que lograba conciliar el sueño.

Había pasado mucho tiempo, pero a causa de los maltratos que sufrió en aquel lugar donde se había criado, aun no se había acostumbrado a su nuevo estilo de vida. Y ahora, quería hacer pagar a los responsables de su desgracia y la de muchos niños, niñas y adolescentes a los que conoció en el "criadero".

Pensaba en eso, cuando de repente, oyó una pregunta:

—¿Te encuentras bien, Troy? ¿Te duele la herida acaso?

—Bernard —dijo el menor, al percatsrse de que la voz pertenecía a ése hombre—, perdón, no era mi intención que te despertaras. No es nada que te deba preocupar.

—¿No puedes contarme qué pasó?

—Tuve una pesadilla —respondió el rubio, un poco más tranquilo—. Cosas que me pasaron y que no he podido olvidar.

—Hablando de cosas que han pasado en tu vida... ¿No me podrías contar algo de tu pasado? La verdad es que no nos has dicho mucho acerca de tí.

Al escuchar esa pregunta, Troy abrió mucho los ojos, dejando ver que estaba muy sorprendido, ya que no se esperaba aquello, bajo ninguna circunstancia, además de que -casi como un acto reflejo- bajó la mirada por un momento. Aunque ya tenía un buen tiempo viviendo una vida normal, junto al mayor y a su hija, todavía no se sentía preparado para hablar de los años que vivió en el "criadero" ni de las cosas que pasó mientras él estuvo en ese lugar o las necesidades que tuvo allí.

—Sé que no es fácil para ti hablar de eso, pero creo que es hora de enfrentar lo que pasó.

El chico levantó la mirada, un poco más animado, por las palabras de Bernie, a pesar de que no era para nada sencillo para él hablar de su pasado, sentía confianza con el hombre, y sabía que podía ser sincero con él. Por lo mismo, respiró hondo y luego comenzar a relatar:

—El lugar en el que acabé después del ataque a Santa Esperanza y la muerte de mi madre es conocido como el "criadero". Desde que llegué allá, me enseñaron a luchar con y sin armas, además de aprender a utilizar cada una de ellas.

—¿Los maltrataban? —le preguntó Bernie, serio

—¿A mí y a los demás? Si nos portábamos bien no, pero si los desobedecíamos, apenas nos daban comida y no nos dejaban salir de nuestras celdas, en caso de faltas menores.

—¿Y qué les hacían cuando cometían faltas graves, hijo? —continuó preguntando el hombre, que estaba muy intrigado.

—Según recuerdo, solían encerrarnos una noche entera en una habitación sin ventanas, a oscuras o dejarnos sin comer un día completo.

Bernard, al escuchar semejantes cosas, se notaba muy enojado, pero se contenía de expresar toda la ira que sentía en ese momento, tal vez para evitar que Blake -que se encontraba durmiendo en la otra habitación- llegara a despertarse al escuchar el escándalo que pudiese causar. Sin embargo, él consiguió serenarse un poco, para luego preguntar:

—¿Llegaron a lastimarte?

Troy no respondió, lo que le dió a entender a Bernie que, en efecto, sí lo habían hecho, por lo que se enojó mucho más, entonces el chico le preguntó, extrañado:

—¿Por qué te pones así?

—No puedo creer que hicieran cosas como esas a niños, Troy —fue la respuesta que alcanzó a darle, en medio de su molestia—. Me hubiese gustado poder ayudarte cuando más lo necesitabas, ésos desalmados merecen pagar por eso.

—No te lamentes por eso, ya pasó y estoy tratando de pasar la página, para poder seguir con mi vida. Tú y Blake ya han hecho demasiado por mí y estoy muy agradecido con ambos por eso.

—Creo que no me has entendido, Troy —dijo el hombre, para después agregar—. Lo que sucede es que yo siempre quise tener un hijo.

—Tienes a Blake, ella es tu hija —comentó el muchacho, un poco confundido por lo que acababa fe escuchar—. Tiene sus defectos, pero es una buens chica... ¿Acaso ella no es suficiente para tí?

—¡Oh, no! No me alentiendas, Troy —le aclaró Bernie, un poco exhaltado—. Blake es lo más importante en mi vida, y la amo infinitamente, pero antes de tenerla, mi esposa, en paz descanse, y yo buscábamos tener un niño, pero no se nos dió... A lo que voy es que, en estos tres años de conocernos, he llegado a la conclusión de que, de haber tenido a ése hijo, me hubiese gustado que fuese como tú..

—¿En serio?

—Por supuesto que sí, hijo —respondió Bernie, más tranquilo.

Entonces Troy y Bernie se abrazaron, mientras al chico se le comenzaban a salir las lágrimas, porque él no había tenido una figura paterna, ya que su madre lo había criado sola hasta su muerte y nadie tomó la responsabilidad de cuidar de él, de protegerlo y de verlo como a una persona normal, sin esperar nada a cambio. Eso reconfortaba un poco al hombre, pero deseaba poder hacer algo más por él en su vida.




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