La Verdad Sobre Iepcom

Capítulo I: Un Cambio Inesperado

Aún recuerdo el día en que todo eso comenzó, para mi desgracia…

Año 2035, Los Ángeles, California.

Me levanté a las ocho de la mañana, como todos los días, ya que nunca me gustaba llegar tarde a mi lugar de trabajo, aunque quedaba en ese mismo lugar, porque era toda una comunidad de científicos, provenientes de todas partes del mundo, pero divididos en tres campos: el de Farmacología, el de Genética y el de Robótica, que éramos compañeros, a pesar de trabajar en áreas tan diferentes entre sí.

Después de arreglarme un poco, pues no era muy necesario hacerlo en un lugar en el que lo único que haces es trabajar de sol a sol, sin saber siquiera que es lo que ocurre allá afuera, como la pasa tu familia y otras cosas importantes para ti, pero que no le interesan un bledo a la compañía.

Llegué a la cafetería de la compañía, mi lugar favorito, porque una de las cosas que más me gusta hacer mientras trabajo es comer. No importaba lo que fuera, con tal y fuese comestible yo lo comía rápidamente, por lo que algunos de mis compañeros me llamaban “Maquina Comelona” o me insinuaban que yo parecía tener cuatro estómagos, como las vacas, pero eso no me importaba en lo absoluto, ya estaba más que acostumbrada a sus comentarios.

En medio de mi desayuno, el director de la compañía, llamado Jonathan Sanders, se apersonó en el comedor, para sorpresa mía y de todas las personas que se encontraban allí conmigo, porque él nunca se aparecía por esos lares, a menos que ocurriera algo muy importante y tuviese que informárselo a todos los que vivíamos en ese lugar, para estar prevenidos.

—Buenos días a todos, doctores —comenzó con su discurso, con un saludo, lo cual era muy normal en él—. Muchos de ustedes se preguntarán que hago yo aquí, pues es sabido por todos los presentes que yo no soy muy adepto a conversar con el personal que trabaja para mí, pero esta vez es necesario que lo haga.

—¿Y qué es lo que tiene que decirnos, director Sanders? —preguntó uno de los científicos del área de Farmacología, con un poco de curiosidad.

—Doctor Langley, todo depende del punto de vista que tenga sobre lo que vengo a informarles —respondió el Doctor Sanders, con un tono misterioso—. He decidido darle prioridad al departamento de Genética sobre los otros dos.

Esa última frase que salió de la boca del director de IEPCOM me dejó con la boca abierta y me quitó el apetito por completo, cosa que no era para nada habitual en alguien como yo, que comía como nadie en ese lugar, porque esa era una de las cosas que más disfrutaba en el mundo, pero lo que el Doctor Sanders había dicho me hizo ver que lo que se nos venía encima era peor de lo que aparentaba ser.

—¿Qué clase de broma es esa? —le preguntó el Doctor Langley—. ¡No puede hacer que los departamentos de Robótica y de Farmacología pasen a segundo plano!, ¡Son tan importantes como el departamento de Genética!

—Ya lo hice —respondió él—. Solamente les estoy informando mi decisión, no hay vuelta atrás.

Ahora sí que creo que el Doctor Sanders se ha vuelto loco, nunca hacia tomado una decisión tan radical con respecto a los departamentos que formaban parte de la compañía. ¿Poner a mi departamento y al de Farmacología en segundo plano por quien sabe qué cosa? ¡Eso era algo que yo no podía concebir de ninguna manera! Así que me armé de valor y le pregunté:

—¿Qué le hizo tomar esa decisión, Doctor Sanders?

—A eso iba, Doctora Knox —dijo él, anticipándose a cualquier otro comentario o pregunta de otra persona—. El motivo es muy simple: se trata de asegurar la especie humana, nada más. Y con eso, les voy a presentar a la Doctora Karen Jhonson, ella es una Bióloga, con especializaciones en Ingeniería Genética y también en Manipulación Genética, por lo que la considero la persona más apta para un proyecto que tengo en mente y en el que todos ustedes deben colaborar, por lo que tomé la decisión que les acabo de comunicar.

—Buenos días, espero que no se sientan intimidados ante mi presencia en este lugar —dijo la Doctora Jhonson, con un tono muy seguro, que más bien me pareció algo hipócrita—. Yo vine a este lugar a trabajar, igual que todos los que estamos aquí, no espero hacer amigos ni nada por el estilo, solo aprovecho la oportunidad que el director de la compañía me ofrece, nada más.

Bueno, menos mal que ella pone sus propios límites, porque yo no pensaba hablarle, quizás porque estaba dolida por la decisión del jefe, pero había algo de esa mujer que no me gustaba para nada, aunque yo soy la persona más desconfiada del mundo, sin embargo no podía dejar de lado a mi intuición, esa nunca me fallaba y estaba muy alerta con ella.

Entonces ocurrió algo que yo no esperaba: Karen se acercó a la mesa en la que yo estaba comiendo, tomó la bandeja que contenía mi desayuno a medio comer y se la llevó aparte, para comérselo frente a mí, lo que me hizo entender que su discurso iba por un lado y sus acciones por otro, lo que me parecía muy descortés y grosero de su parte.

Así fue que inició mi pesadilla…

Continuará...




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