La Verdad Sobre Iepcom

Capítulo II: Cambio de Oficina

Después de lo ocurrido en el comedor con la llegada de la Doctora Jhonson y de que nos dijeran que los departamentos de Farmacología y de Robótica serían desplazados por el de Genética, me dirigí a mi oficina, para ver si podía calmarme un poco antes de comenzar a trabajar, como solía hacerlo todos los días. No es que yo fuera una persona de mal carácter, sino que la presión llegaba a mi cabeza casi de inmediato, lo que me causaba un estrés inmenso y mucha ansiedad, la que debía calmar comiendo, para no fallar en mi empleo.

Pensé que todo sería normal, pero me encontré al Doctor Sanders y a la Doctora Jhonson en mi camino, pues se encontraban precisamente en mi oficina, lo que me hizo decir para mis adentros “espero que no sea nada malo”, quizás presintiendo lo que pasaría luego. Cuando traté de entrar a mi oficina, el Doctor Sanders me detuvo, para decirme:

—¡Qué bueno que llegó, Doctora Knox! Necesito hablar con usted.

—¿De qué se trata, Doctor Sanders? —le pregunté, aún sorprendida por su petición.

—Sobre su cambio de oficina.

—¿De qué me está hablando, Doctor Sanders? —volví a preguntar, haciéndome la desentendida de haber escuchado la frase “cambio de oficina”—. Ésta es mi oficina.

—Era su oficina, porque desde hoy le pertenece a la Doctora Jhonson, por eso le mencioné lo del cambio de oficina.

—¿Y a dónde se supone que voy a ir ahora? —pregunté, con cierta preocupación, porque al menos quería saber a dónde me había enviado.

—A la 513, Doctora Knox y, si no le molesta, ¿podría comenzar a mudar sus pertenencias para allá? Es que la Doctora Jhonson necesita ocupar este lugar cuanto antes.

—Sí, no se preocupe Doctor Sanders —le dije, resignada ante aquella decisión tan abrupta, para después acatar su orden.

La llegada de la Doctora Jhonson a mi empresa y a mi vida, además del inicio de nuestra relación de trabajo había comenzado con el pie izquierdo. ¡Me había quitado mi desayuno para comérselo y ahora por la intervención del director, me había quitado mi oficina! Sinceramente, ese fue el peor día de toda mi vida, sin vacilar un momento al decirlo.

Llegué a la oficina 513, la que sería mi flamante nueva oficina después de ese cambio. No sería tan malo si no fuese la oficina más pequeña de todas, además de tener salitre y decoloraciones de pintura en las paredes, el piso mugriento, un escritorio viejo con una butaca muy dañada. ¿Podía haber algo peor que te obligaran a mudarte a la peor oficina de todas las que están en el edificio?

En ese momento, el Doctor Sanders pasó por allí y se acercó a donde estaba, con una cara muy sonriente, tratando de ignorar lo que yo había notado momentos atrás, para preguntarme:

—¿Qué te parece tu nuevo lugar de trabajo?

—Para no tener ninguno está bien —respondí, con tono serio, algo que delataba dos cosas en mí: mi descontento con su decisión y mi mal humor, causa del estrés que sentía en ese instante.

—No te preocupes tanto por eso, cuando pueda le pediré a los encargados de mantenimiento que reacondicionen este lugar, para que estés más contenta. No me gusta verte enojada, Megan.

—No estoy enojada, Doctor Sanders —mentí, porque realmente quería dejarle tirado el trabajo en ese mismo momento y largarme de allí con algo de dignidad, como debí hacerlo.

—Entonces vamos al comedor, debes estar así porque no has comido nada.

Cuando llegamos al comedor, pedí dos sándwiches de atún, no sé por qué, pero me provocó comerlos, mientras el Doctor Sanders pedía huevos fritos con tocineta, como siempre. Estábamos comiendo todavía cuando se acercó a la mesa la Doctora Jhonson, como si nada hubiese pasado, aunque realmente ella no había hecho nada, quizás estaba paranoica en ese momento y veía cosas en donde no las había, pues era muy pronto para decir algo como eso.

—Doctor Sanders, vine a hablar con usted sobre mi proyecto.

—¿Puedes esperar un poco? —preguntó él —. Estoy comiendo ahora, Karen.

—Es muy importante que hable con usted, Doctor Sanders.

—De acuerdo —dijo él, resignado a dejar su comida a medio consumir para prestarle atención a su nueva empleada—. ¿Qué quiere decirme?

—Es que necesito un adelanto para dar inicio a mi proyecto.

—¿De cuánto estamos hablando? —preguntó él.

—50 millones de dólares, pero solo para comenzar con el proyecto.

—De acuerdo, en un momento le doy el adelanto —dijo él —. Ese proyecto suyo no es nada sencillo.

—¿De qué se trata? —pregunté, como toda una metiche, pero eso era normal en mí.

—De crear seres humanos artificialmente —respondió ella, haciéndome recordar un dicho muy cierto en ese momento.

“La curiosidad mató al gato”...

Continuará...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.