La Verdad Sobre Iepcom

Capítulo VII: Por Andar de Fisgón

“Este capítulo es narrado por Stuart, es simultaneo al 6 en la trama”

Estaba muy preocupado por todo lo que estaba pasando en mi vida y en la de las personas a las que consideraba cercanas a mí, sobre todo por el repentino ataque de locura de mi mejor amiga y su empecinamiento en buscar entrar en el sistema de IEPCOM, fuese por la vía legal o no. Realmente no me molestaba tanto el asunto, pero yo era el más cercano al “Proyecto Irión”, por lo que era el que estaba más involucrado, sin querer, pero es así y todo es culpa de las ideas locas de Megan.

Cuando eran las once de la mañana, me acerqué a los alrededores de la antigua oficina de mi amiga, que en el momento le pertenecía a la Doctora Jhonson, aunque a mí no me gustaba mucho la idea, ya estaba acostumbrado al ritmo que se llevaba en la compañía antes de su llegada. Entré a ese lugar disimuladamente, como quien no quiere la cosa, pero sabía que en el fondo no quería hacerlo. Además mi paso por esa oficina era obligatorio, pues ella me había mandado llamar con anterioridad.

Pero creo que no advirtió mi presencia, porque estaba hablando por teléfono, aunque no estaba en el escritorio, sino en la sala anexa- uno de los motivos por los que Megan amaba esa oficina- seguramente para evitar que cualquier persona la escuchara. Yo, en medio de mi soledad, tuve la idea más loca del mundo, como si fuera mi mejor amiga, pues ella era la de las ideas locas y me acerqué a la pared que dividía la oficina, para escuchar la conversación.

—¿Y cómo va nuestro negocio, Fitzpatrick? — Preguntaba la Doctora Jhonson, pero se me hizo muy raro que mencionara al Jefe de la Policía Central—. ¿Qué las chicas no quieren trabajar?... ¡Yo que voy a saber, dales incentivos, busca nuevos clientes!... Ellas deben trabajar, si no lo hacen, las enviamos a la “Calle Negra” y que ellas vean lo que es bueno… ¡Ellas sabían muy bien que “el oficio más antiguo del mundo” no siempre da buenos dividendos para ellas!... eso queda para nosotros que nos comemos la rebanada gorda del pastel…

En unos pocos instantes, la Doctora Jhonson pasó de ser una científica respetada y criticada por muchos en el ámbito laboral en el que se desenvolvía, en lo que era genial a mi parecer- que no me escuche Megan, porque soy Hombre Muerto- a una vulgar proxeneta. ¡Hasta yo sé cuál es el oficio más antiguo del mundo, sobre todo de la mujer y eso que no tengo experiencia con ese tipo de mujeres! Son las prostitutas. Y del Jefe de la Policía había escuchado rumores, pero ¡eso es demasiado! ¿Se lo cuento a Megan?

Definitivamente si, pero necesito mas detalles del asunto, porque si no, me dirá que soy un flojo y demás, además de que no quiero caer en su lengua, ¡ese sería un castigo terrible! Pero de repente, volvió a oírse la voz de esa mujer y me hizo volver a concentrarme en lo que estaba haciendo, pero debo decir que ella se notaba muy alterada con lo que escuchaba:

—Con respecto a ese asunto, me gustaría que me informaras de como va el entrenamiento de nuestros "guardaespaldas personales", ese tema me interesa mucho... ¡Perfecto, todo va de perlas!... ¿Qué?... Otra vez ése mismo problema con ése chico... ¡Dale un calmante y a ver que le pasa luego!... ¿Crees que me importa si se muere?... ¡Ha dado tantos problemas que me arrepiento de lo que hice con todo mi ser!... ¡Resuélvelo y ya no me molestes!

¡Que horror! Esa mujer es una demente, lo admito en verdad. Razón tenía Megan en desconfiar de ella desde que la conoció yo también lo hubiese hecho si estuviese en su lugar, pero no lo había hecho antes, ahora pienso: ¿Por qué me habría mandado a llamar? Estaba ansioso por saberlo y por contarle todo a mi amiga, ya quería que me lo dijera para largarme de allí lo más pronto posible.

Lo descubrí cuando ella llegó a la oficina y yo me senté en la silla de las visitas, es decir, en una de las sillas pequeñas y me preguntó:

—¿Hace cuánto tiempo llegó, Doctor Langley?

—Acabo de llegar, Doctora Jhonson —mentí, para que ella no sospechara nada de lo que estaba haciendo, eso sería mortal para todos los que estamos en el proceso para sacarla de IEPCOM—. ¿Para qué me necesita?

—¿Conoce a la Doctora Hathaway?

—Sí, claro —respondí—. Pero nadie la conoce por su nombre. Ella trabaja en el Proyecto, pero es del área de Robótica.

—Entonces dígale que busque sus cosas y se largue de este lugar, está fuera del Proyecto y no la quiero cerca de aquí.

—Lo haré —dije, con tono sereno.

—¿Qué espera? ¡Hágalo ya!

Salí de esa oficina rápidamente, no quería volver a ver su cara el resto del día y me dirigí a la oficina en donde trabajaba la Doctora Hathaway, para cumplir con mi penosa obligación de informarle sobre su expulsión del Proyecto de la Doctora Jhonson. Era la identificada con el número 620, la que casi nadie podía ver en el edificio, escondida, como lo era ella y hacia referencia al dicho "Las cosas se parecen a sus dueños", que le quedaba perfectamente. Al entrar, me encontré con una chica de un metro setenta y dos de estatura, según mis cálculos, de cabello castaño, que le llegaba a la espalda baja casi a la altura de los glúteos, de piel blanca, yo diría que como la leche, ojos verdes claros y muy delgada, quizás la veía así por su estatura.

La pregunta que me hizo cuando me vio llegar fue muy clara, ella ya sabía lo que pasaría y mi presencia lo confirmaba:

—¿Qué, la bruja de Jhonson te envió como pájaro de mal agüero a decirme que me va a echar del Proyecto? No hace falta, ya estoy pensando en algo para matar el tiempo hasta que la echen a ella como un perro sarnoso.

—Bueno, yo cumplo con mi tarea de avisarte —le dije, tratando de mantener la calma ante semejante comentario—. Debo irme, no quiero enojar a la jefa para nada.

—Tranquilo, no hay problema.

Hice lo que le dije a esa chica, no quería que me descubrieran en mi tarea de infiltrado, yo era el "agente doble" del asunto y así debía seguir siendo.




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