"Este capítulo es narrado por Garrett"
A diferencia de mis amistades, yo soy de las personas que viven y trabajan de noche, dejando el día para descansar y, como no hay nadie que pueda cuestionar lo que hago a mí alrededor -a excepción de mi madre, que es la persona más recta que conozco, pero que, por alguna razón que desconozco, no me ha prohibido trabajar en esto, al menos por ahora- puedo considerarme una persona feliz. Algunos dirán que soy una especie de "Vampiro Afroamericano Moderno", yo digo que soy un "Hacker Nocturno" y trabajo de noche porque no hay nadie más que se atreva a hacerlo.
Así que, mientras mi jefecita Megan, el bobo de Stuart y la linda Cloe -debo decir que aunque soy un "hermano", me gustan algunas de las chicas blancas que he conocido, ¡no soy ciego!- duermen un poco, yo me pongo a trabajar. Stuart me ha dicho que mi jefecita es una mujer muy amable y serena, pero que cuando alguien no hace bien lo que ella manda, se vuelve un demonio -se pone de muy mal humor- y arrasa con todo lo que se encuentra a su alrededor, pero no sé si sea tal y como él lo dice, o sólo son exageraciones suyas.
Intento entrar a la base de datos de IEPCOM a diario, sin embargo, no he logrado burlar al programa anti-virus del sistema, llamado KALOS, que fue diseñado por el Doctor Jonathan Sanders, al que yo considero mi ídolo, ya que crear ese programa y de paso, fundar IEPCOM no debió ser para nada sencillo. Un momento después, entré en la computadora donde tenía todo lo que estaba relacionado con el Departamento de la Policía Central -está de más decir que yo tenía muchas computadoras en mi "guarida", como todo buen hacker- y en medio de mi búsqueda se me prendió el foco y pensé en voz alta:
—Si el jefe de la Policía y la Doctora Jhonson son socios, ¿no puede existir una manera en que ellos se comuniquen?
Entonces comencé a buscar redes alternas, algo en lo que puedo decir que soy muy bueno, pues fue una de las primeras cosas que hice en mi carrera como hacker. Un momento después, se activó una alerta de mi detector de redes alternas y me mostró una línea de video chats, en los que participaban el Jefe de la Policía y la Doctora Jhonson, lo que me emocionó mucho y dije en voz alta:
—¡Bingo! ¡Lo sabía, nadie puede resistirse a mis encantos, menos si es una computadora!
—¡Garrett, déjame dormir! —escucho la voz de mi madre, desde su habitación, debe estar molesta por tanto ruido—. ¡Ya vete a dormir, todas las noches es lo mismo contigo!
—¡Lo siento, mamá, estoy trabajando! —le aclaro desde aquí abajo, pues trabajo en el sótano de nuestra casa—. En un rato me voy a acostar, no te preocupes.
Ahora sí que estoy feliz, Megan hará una fiesta cuando se entere de que logré entrar en el sistema de IEPCOM por medio de una red alterna que se interconectaba con la red principal, lo que significaba que teníamos acceso total a la base de datos, cámaras de vigilancia, procedimientos científicos es decir, datos del proyecto que la Doctora Jhonson estaba desarrollando, aunque yo sabía muy bien que lo que mi jefa quiere: ver lo que la Doctora Jhonson hace a todo momento y conocer datos del "Proyecto Irión".
Pero veo que ese puente de comunicación entre Jacob Fitzpatrick y Karen Jhonson se está abriendo en este preciso momento -algo que no me preocupa para nada, porque yo tengo un "programa espía" llamado KRATOS, con el que puedo ver lo que ellos hacen sin que se den cuenta de que lo hago, como una celosía, lo cual es genial- y veo a la Doctora Jhonson frente a frente, algo que me asusta un poco, aunque estoy seguro en donde vivo y trabajo.
Era una mujer de piel blanca, pero no pálida, de cabello negro canoso y muy rizado, que llevaba a la altura de la cintura, al igual que sus ojos, algo que me daba mucho miedo -soy un cobarde, supongo-, delgada, pero lo normal para una mujer de treinta y cinco años de edad, un rostro de rasgos muy finos, con algunas líneas de expresión, a causa del paso del tiempo y, según los datos que tenía en la base de datos, su estatura era de un metro ochenta y tres, dos centímetros menos que yo.
—¿Cómo va todo por allá? —le preguntó ella al Jefe de la Policía.
—Muy bien —dijo él, muy complacido—. Las chicas volvieron a trabajar hace unos días y todo va de maravilla.
—Espero que no vuelvan a ponerse rebeldes las muy locas —dijo ella, un poco enojada—. ¡Ellas deben trabajar y punto! Sin quejarse.
—Y nuestros chicos se están portando bien —dijo el Jefe de la Policía.
—Hablando de eso —dijo ella, con tono misterioso—. ¿Cómo te ha ido con el “eterno rebelde” del grupo?
—Mejor —respondió el hombre, un poco serio—. No ha hecho nada en contra nuestra desde aquel día en que le di el sedante, por orden tuya.
—Eso es muy bueno —dijo ella—. Sobre todo porque tengo una tarea para él aquí en la compañía.
—¿Y es algo difícil? —preguntó Jacob, un poco intrigado.
—No, en lo más mínimo —respondió ella, con una sonrisa llena de picardía en los labios—. Creo que más bien le será muy aburrido.
Ahora si me estoy preocupando, debo decirle todo a Megan cuanto antes.
Continuará...
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Editado: 20.05.2025