La Verdad Sobre Iepcom

Capítulo XXII: El Criadero

Después de que mi "guardaespaldas" revelara que estaba en contra de los negocios sucios de Jhonson y del Jefe de la Policía Central, y que mostrara su interés en ayudar en los planes que teníamos, para que la mujer se marchara de IEPCOM, yo seguía recelosa, porque todo aquello se me hacía muy sospechoso, sin embargo, decidí ponerlo a prueba, para ver si podía sernos de utilidad en nuestro propósito, por lo que dije finalmente, con un dejo de indiferencia, para dejar claro que aún no confiaba del todo en sus aparentes buenas intenciones:

—Está bien, puedes entrar al equipo. Pero antes debes colaborar con nuestra causa.
—¿De qué manera, señorita Knox? —me preguntó, algo nervioso— . Tenga por seguro que estoy dispuesto a lo que sea necesario para demostrarle que estoy de su lado en este asunto.

—Necesitamos información sobre la Doctora Jhonson y Fitzpatrick—fue lo que dijo Stuart, con tono cortante.
—Bien, ¿por dónde comienzo?... —se preguntó, muy pensativo y dudoso—. Me imagino que ya saben que son dueños de un burdel, ¿no?
—Eso no es nada nuevo —bufó Garrett, fastidiado.
—Entonces creo que voy a que hablarles sobre el “criadero” — dijo Troy, resignado.
—¿Qué es el “criadero”? —le preguntó Stuart, que se mostró algo intrigado al escuchar eso.
—Cuando la Guerra Civil Global se inició, hace ya algunos años, mucha gente fue asesinada y las ciudades fueron pobladas por bandas criminales y asesinos de todas partes del mundo —comenzó a relatar el muchacho, serio—. Después se creó la Policía Central, cuyo jefe es Fitzpatrick.
—Esa parte la conocemos —recalcó el hacker, directo—. No nos des tantas explicaciones y habla.
—Fue en ese entonces que se organizaron ataques a esas ciudades, para asesinar a esos criminales —continuó el menor con su relato—. Lo que no saben es que no todos lo eran, también habían mujeres, niños y ancianos.

Al escuchar lo que acababa de decir, me invadió una gran sorpresa, ya que no me esperaba algo como eso, por lo que no pude evitar preguntarle, un momento después:
—¿También asesinaron a gente inocente?
—Y después de que los ataques finalizaban, Fitzpatrick iba a esos lugares y rescataba a las mujeres y a los niños que sobrevivían — siguió hablando—. A las mujeres las hacía trabajar en su burdel y si no lo hacían, las golpeaba o mataba, pero solo si eran violentas.
—¿Qué pasaba con los niños? —le preguntó Cloe, quien se había mantenido en silencio un buen resto, pero se podía percibir que estaba muy angustiada y a la vez, ansiosa por saber el resto de la historia.
—Los niños eran llevados al “criadero” —dijo Troy, con un tono muy deprimente—. Ese lugar es como una cárcel, cada niño tiene su celda y le dan apenas pan y agua para comer.
—¡Eso se oye espantoso! —exclamó Cloe, un poco triste por sus palabras—. ¿Tú estuviste allí?
Troy sólo se limitó a asentir, a modo de respuesta, seguramente hablar de ese tema no era nada sencillo para él. Haberse criado en un lugar como ése debió ser una pesadilla, pero, aún así, decidió proseguir con la historia:
—También nos entrenaban en diversas disciplinas de Artes Marciales, además del manejo de diferentes tipos de armas.
—¿Para qué lo hacían? —preguntó Stuart, muy curioso.
—Para que en el futuro fuésemos sus “sicarios” y nos deshiciéramos de la gente que llegara a ser un estorbo para ellos.
—¿Tú has matado a alguien alguna vez? —le pregunté repentinamente, muy nerviosa, ya que era un tema delicado.
—No, ése es el motivo por el que me consideran como un "rebeldía”. Yo no voy a matar a nadie, mucho menos si es por órdenes de personas como Jhonson o Fitzpatrick.
¿Cómo podían existir personas como ésas en este mundo? ¿Qué hicieron ellos para merecer algo así? ¡Son apenas unos niños! Seguramente el infierno les quedará pequeño cuando les toque ajustar cuentas en el Más Allá. Ahora más que nunca pienso que lo mejor que podemos hacer es sacar a la Doctora Jhonson de la compañía, antes de que ocurra algo peor y que tenga que ver con ella.
—¿Y en qué sitio vivías antes de los ataques de la Policía Central?—fue la siguiente pregunta de parte de Cloe.
—En Santa Esperanza.
—Por si acaso, Santa Esperanza es una isla, en la que se encontraba el pueblo de Santa Esperanza, que sucumbió cuando la atacaron —dijo Garrett, con el propósito de aclarar nuestras dudas.

—¿Cómo sabes de ése lugar?

—Calma amigo, lo incestigué en Internet —se apresuró en aclarar el moreno, buscando calmar los ánimos, porque se dió cuenta de que el chico se había sorprendido un poco, pero no podía entender muy bien el porqué de su reacción.
En ese momento, me prometí a mi misma que iba a hacer todo lo que estuviese en mis manos, con tal de evitar que las lacras de la Doctora Jhonson y del Jefe de la Policía Central llegaran a cumplir su cometido, aunque pareciera imposible. Pero, de un momento a otro, mi celular comenzó a sonar y lo revisé para ver qué pasaba: era una llamada del Doctor Sanders:
—Buenas tardes, Megan. Me gustaría que te pasaras por mi oficina en cuanto te desocupes.
—De acuerdo, ya voy para allá —dije, para luego colgar y decirle a Troy—. Vamos chico, tenemos que ir a la oficina de Sanders.
—¿Y por qué? —me preguntó él, un poco confundido.
—Porque eres mi guardaespaldas —le expliqué, para aclarar su duda—. A Sanders no le gustará que no me acompañes y te echará de aquí.
—Está bien, vamos— dijo él, algo nervioso.
Continuará…




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