ba caminando por el pasillo, de vuelta a mi oficina, con los trozos de pastel en la mano y el collar que el Doctor Sanders me había regalado, me había gustado mucho ése obsequio y ya podía imaginar la reacción de los chicos en cuanto es dieran cuenta de que lo llevaba. Pero eso no me importaba realmente, lo que a mí me interesaba era saber más sobre el lugar de origen de Troy, pues lo poco que nos había dicho Garrett no me parecía suficiente.
Troy -aunque no creyera que lo notaba- me miraba de reojo varias veces, algo temeroso, lo que me parecía aún más extraño; no sé, pero yo lo creí un poco más indiferente o frío de carácter, como lo había visto antes. En ese momento, yo vi que eso solamente era una fachada y que solamente era un chico tímido y que, por circunstancias del destino, había terminado en el lugar equivocado y en el bando contrario, aunque tenía convicciones firmes, eso me agradaba un poco.
—¿Qué pasa? —le pregunté, algo intrigada.
—¿De qué hablas,... M... Megan? —me preguntó él, sorprendido.
Pero no tuve tiempo de responder a su pregunta, porque nos encontramos a Cloe en el camino, que me dijo, muy emocionada:
—¡Hola, amiga! ¿Cómo te fue con Sanders?
—Quería celebrar conmigo por mi cumpleaños, Cloe — le dije, con voz tenue, tratando de hacer que se calmara—. Pero nada más, era algo entre él y yo.
—De acuerdo, no hablaré en voz alta, Megan. Pero... ¿Y qué tenemos aquí? ¡El Doctor Sanders te dio un regalo! Ese collar es precioso.
—Ya, no quiero hablar de eso —le dije—. Es cosa del Doctor Sanders.
Entonces ella se me acercó y me dijo, en voz baja:
—Garrett me envió un correo, pero no se lo muestres al chico, es algo... complicado de explicar.
Ella me entregó su tablet por un momento y yo leí lo que decía lo más pronto que pude, llevándome más de una sorpresa: Ese lugar era una prisión para personas que tenían ojos de algún color extraño- lo que hace la ignorancia y el racismo-, lo cual me pareció una locura desde ese mismo instante. Pensé en soltar una carcajada por lo que leía, porque tanta porquería junta no podía hacer otra cosa sino matarme de risa, pero al ver a Troy, recordé que se trataba de algo serio, muy serio y recobré la compostura.
—Vaya, sí que es raro —le dije a Cloe en voz baja.
—¿Raro? Es una locura total, un desastre.
—Bueno, sí tú lo dices— le dije, mientras me encogía de hombros, pues no tenía idea de que otra cosa hacer.
Después de eso, ella se fue corriendo de allí, parecía que fuera a hacer algo importante, pero no sabía que podía ser -ella no tenía empleo y yo tampoco-, así que no me desesperaré en saber que haría ahora. Ella es rara algunas veces, pero esa "rareza" la hace diferente y autentica o es que yo seré la rara y no lo veo.
—¿Qué te pasa, Troy? —volví a preguntarle a mi guardaespaldas.
—Nada —respondió, nervioso, tratando de evitar la pregunta—, estoy bien.
—¿Seguro de que no pasa nada? —pregunté, curiosa.
—Así es —fue su respuesta, pero estaba dudoso—. Mejor vamos a tu oficina, Megan.
—Mejor respondes a lo que te pregunté, Troy —dije, muy insistente—. ¿Qué tendría de malo que me lo dijeras?
—Es que no me gusta hablar de eso —me dijo, con timidez.
—Entonces vamos poco a poco —eso significaba que si tendría que sacarle todo con una cucharilla, lo haría, soy buena en eso—. ¿Cómo te encontró Fitzpatrick en la isla?
—Yo tenía cinco años cuando todo eso ocurrió — comenzó a relatar—. Estaba en mi casa, con mi...
En ése momento, la voz se le enturbia un poco y algunas lágrimas son reprimidas por él, para después proseguir:
—Estaba con mi madre, veníamos de mi escuela, la única de la isla y, bueno, al menos los gobernadores sabían que debíamos ser educados, por eso existía ese lugar... Volviendo al tema, ella y yo fuimos a la cocina, porque ella iba a preparar el almuerzo.
—¿Qué ocurrió después de que llegaron a casa? —yo era insistente, no dejaría que se callara, menos cuando apenas comenzaba todo.
—Mientras estábamos en la cocina, el ataque inició. Se oyeron muchos disparos, por lo que nos acostamos en el piso y ella me cubrió.
—¿Qué hicieron cuando la balacera acabó?— le pregunté, pues tenía curiosidad.
—Fuimos al sótano de la casa, mi madre me dijo que para escondernos allá. Pero después de un rato, Fitzpatrick llegó allí con un grupo de policías.
—¿Y qué hicieron Fitzpatrick y los más policías cuando llegaron al sótano? —fue lo que se me hizo más acertado para preguntar, no quería que se alterara, seguramente era difícil para él contármelo.
—Nos sometieron y Fitzpatrick trató de hacerle cosas inmorales a mi madre, pero ella no quiso y se defendió como pudo.
Ese Fitzpatrick no tiene vergüenza, es un maldito calenturiento... ¿Tratar de obligar a una mujer a tener relaciones sexuales frente a su hijo de apenas cinco años? Es un imbécil realmente.
—Los policías la sujetaban y forcejeaban con ella, mientras eso pasaba, una pistola se disparó y la bala le dio a ella. Unos minutos después... ella murió.
Me arrepiento de esto... no sabía que su historia era tan fuerte, pero ya no puedo echar el tiempo hacia atrás o cambiar esto... ahora todo seguía su curso. Pero le dije, para tratar de cambiar el tema:
—Deja de pensar en eso, la vida sigue y no podemos hacer nada para cambiarlo.
—¿No quieres saber por qué sobreviví? —me preguntó, algo sorprendido.
—¿Qué? ¿Por qué te...
—Porque vio mis ojos y creyó que eso le iba a gustar a su socia —dijo él—. Y tenía razón.
—¿Qué hay de raro en ellos?
—Para que lo veas... te mostraré —dijo él, inseguro.
Entonces se quitó los lentes, algo que yo había esperado desde hace tiempo, pero yo no sabía lo que pasaría, así que esperaba a ver qué pasaba, luego me miró... al hacerlo, abrí los ojos como platos, de la impresión que sentí en el momento. Troy me dijo, algo deprimido:
—Adelante, ya puedes decir que soy un fenómeno.
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Editado: 20.05.2025