La Verdad Sobre Iepcom

Capítulo XXXVII: Ataque a IEPCOM

“Este capítulo es narrado por Cloe”


Iba de regreso a la,oficina de Megan, en donde ella se encomtraba acompañada de Stuart, esperando que ellos tuvieran alguna noticia de la bruja de Jhonson, o de su socio Fitzpatrick. Había ido a la habitación de Troy, a llevarle algo de comer, porque mi amiga me lo había pedido, pero para llegar allá, tuve que caminar hasta el área donde se ubicaban los dormitorios de los guardias de seguridad de la compañía, cerca de donde se había confinado a los XR, ya que al ser el guardaespaldas de Megan, se podía inferir que era uno de ellos, aunque prestase un servicio particular realmente.

Acababa de descubrir la razón por la cual el chico usaba esas gafas oscuras todo el tiempo -aunque fuera por un incidente-, y tal vez el hecho de tener un color de ojos tan ectraño sea el motivo por el cual es tan retraído con las personas, creo que le cuesta confiar en la gente, porque tiene miedo de ser techazado. Y pensé: "Tal vez, después de que salgamos de todo esto, le compre unos lentes de contacto, y así Troy pueda andar con más confianza".

Pero dejo de pensar en ello, cuando de repente, escucho el repiqueteo de una estridente alarma, que me destruyó los tímpanos en el proceso- de nuevo-, en los alrededores de la compañía. Tengo oídos sensibles y no me gusta el sonido de esas cosas. Me quedo pensando en eso, sin darme cuenta de algo elemental: que estaba en un peligro inminente.

¿Cuándo me di cuenta de eso? Cuando sentí que alguien estaba detrás de mí, apuntándome a la nuca con un arma. Mi reacción fue muy predecible, pues me volteé hacia esa persona, que resultó ser un chico, de unos diecisiete años, cabello castaño, ojos cafés, piel blanca y de un metro setenta y seis de estatura, que me dijo:

—Una chica linda, lástima que no vivirás mucho.

Después de decirme eso, me apuntó con su arma a la sien. Era una pistola nueve milímetros, las conozco bien, mi padre era un oficial del Ejército, y siempre solía llevar una consico, incluso cuando estaba en sus días de permiso y, aunque no se lo demostré, era más que claro que moría de miedo ante la sola idea de que llegara a dispararme.

—Me gusta que tengas miedo, eso me hace mucho más placentero el hecho de asesinarte, linda.

"Eres un sádico, desgraciado", es lo que se me cruzó por la mente al escuchar lo que me dijo, aún así, decidí no decir nada, pues podría hacer que quisiera accionar el gatillo. Un momento después, veo que Troy se acerca un poco a donde estábamos el chico y yo, para después indicarme por señas que me calme… ¿Cómo cree él que me voy a calmar si un tipo está a punto de matarme? Aun así, intento hacerlo, mientras pienso: “Él debe conocerlo, sabe lo que hace, así que hazle caso”.

Un momento después, le dijo al chico, con tono de afrenta:

—Te sientes muy valiente al dañar a una chica inocente, ¿no, Zack?

— ¡Pero mira quien llegó, linda! ¡Nada más y nada menos que el “Pequeño Zorro”! —exclamó el otro, con tono burlón, mientras dejaba su arma en el suelo y le decía, muy altivo—. Hoy tendré el placer de enviarte al otro mundo, idiota.

—Inténtalo, veamos si puedes.

Dicho esto, Troy y el tal Zack adoptaron posiciones de lucha, frente a mí, que soy una persona que odia la violencia, por lo que busqué un lugar donde esconderme con la mirada, pero cuando me iba a esconder, Zack me dijo, con tono amenazante:

— ¡No te muevas, linda! Si lo haces, te mataré a ti primero, ¿entendido?

Casi inmediatamente, veo que Zack saca un par de Sais y se acerca velozmente a donde está Troy, con la intención de clavárselas en el pecho o algo así. Troy lo observa detenidamente, con una mirada fría y calculadora que no había visto antes en él, ante los movimientos de su rival -me asusta eso, me deja ver que, de ser necesario, él usaría su conocimiento en éstas cosas, para defenderse, o proteger a alguirn más-, para después ver que de su chaqueta sacaba un Nunchaku y lo lanzaba hacia el chico, para golpear sus manos con eso y así, hacer que Zack soltara sus armas: “¡Bien hecho!”, pensé, pero al ver que Troy volvió a guardar su arma, no lo entendí muy bien y esperé a ver qué ocurría luego.

Acto seguido, Zack intentó darle un puñetazo a Troy en el rostro, pero él lo detuvo y, para apartarlo un poco, le dislocó el hombro, por lo que el chico gritó fuertemente del dolor que se apoderó de él en ese momento, aun así, él trató de darle una patada y Troy no tuvo otra opción que darle un puñetazo en el rostro, con el que quedó fuera de combate.

Mientras él acababa con ese charlatán, yo vi el arma en el piso y la tomé, para después irme de ese lugar e intentar reunirme con Megan y Stuart, para marcharnos de la compañía.




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