La viajera

CAPÍTULO UNO

NUNCA PUEDES ESCAPAR DEL PASADO

 

Había atravesado muchos pueblos para llegar a un sitio pequeño y feo para mi gusto. No era horrible, pero había algo que le faltaba. Mi presencia, tal vez. Ah, y definitivamente no era lo que merecía, pero por fin estaba en el sitio correcto.

Había tardado tantos años, pero por fin lo había encontrado.

Atravesé todo el patio delantero y crucé entre la gran masa de estudiantes. Empujones, gritos y distintos olores habían a mi alrededor, parecía que la bola de animales a mi lado no sabía comportarse, pero con el paso de los años me di cuenta de que muchas cosas habían cambiado. Era difícil acostumbrarse, pero no imposible. Si quería cumplir mi objetivo, tenía que adaptarme al ambiente, por más estúpido que fuera.

Avancé por un largo pasillo y entonces entré en el aula que me habían dicho, ahí yo tendría mis estúpidas clases que inútilmente me iban a servir. Me senté en uno de los primeros asientos y esperé.

Adolescentes comenzaron a entrar y el salón se llenó después de varios minutos.

El salón guardaba un ruido escandaloso, las personas de ese lugar eran muy ruidosas y fastidiosas. El ruido de una puerta abriéndose los puso alerta y por fin todo el aula guardó silencio.

Una persona entró.

Traía su maletín, su cabello bien acomodado y un traje a la medida. Caminaba con seguridad y mostraba seriedad.

Lo reconocí al instante.

No había cambiado tanto, seguía igual que hace 200 años.

Tal vez no se reconoció entre todos los estudiantes que habían, pero aún no prestaba atención al frente.

—Buenos días, chicos— se voz varonil llenó todo el salón y por fin recorrió la mirada entre todos sus estudiantes, hasta que su mirada se detuvo en mí. Por fin miró que yo estaba ahí. Justo en frente de él. Recorrió su mirada en mi anatomía tratando de adivinar si yo era real y cuando se percató de que era la verdadera, enmudeció.

Todos lo notaron y él en un susurro dijo:

—Estas aquí, Mad.— todos guardaron un tenso silencio.

—Estoy aquí por ti, Beck.— sonreí mirando a sus ojos que poco a poco comenzaban a mostrar temor.

Sabe porque lo busqué, y sabe que yo sé que él se estaba ocultando.

Pero nadie puede permanecer oculto por mucho tiempo.

 

★★★

 

Esperé a que todo el salón se vaciara, me quedé en mi asiento viendo a todos salir y mirándonos confusos por el ambiente tan tenso que se sentía.

Cuando la última persona salió, sonreí.

—Te necesito — hablé, mirando como él pasaba saliva con dificultad— Sabes, hay cosas de las que no se puede escapa, y yo soy una de ellas.

—Lo he dejado, Más. —se excusó — Ya no soy esa persona.

—Lo eres— afirmé — Lo sigues siendo. Aún ese sentimiento sigue fluyendo por tus venas y también es algo de lo que nunca se escapa.

—¿Los vas a matar?— preguntó de la nada.

—Definitivamente.

—Sabes que…

—Si no me ayudas, ellos no serán los únicos que mueran. Podría buscar a otra persona, pero te quiero a ti.

—Así que, ¿La viajera aún no cumple su misión?

—La viajera te estuvo buscando, Beck.

Me miró seriamente unos instantes, puso una mueca de desagrado, pero, finalmente, aceptó.

—Necesitaré un hogar— mencioné.

—Puedes dormir en el sillón de mi casa.

—Los años te han quitado lo caballeroso.

—Tú me has quitado lo caballeroso.

—Suelo quitar muchas cosas— sonreí con picardía, a lo que él volcó los ojos.




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