— Solados, como se habrán enterado, el rey Furgyo no ha dado respuesta sobre el tratado de paz. — Camino firmemente alrededor de las columnas formados por los soldados. — Mañana cuando el tercer sol aparezca, los Gobrols aparecerán destruyendo todo a su paso. La última vez muchos salieron lastimados, varias aldeas, destruidas, pero esta vez será diferente, estaremos listo para cualquier ataque.
— La viajera, se encargar de los portales y los escudos protectores. Los Gobrols aparecerán en la entrada de la dimensión, ahí estaremos nosotros, listo para el enfrentamiento. Lo más importante es asegurar el bienestar de las aldeas. No podemos dejar que se acerquen. — El General se posa frente a ellos. — ¿Alguna pregunta?
A lo último de la tercera columna, un soldado levanta la mano. Se le otorga el permiso de hablar —Viajera, sus dones son excepcionales, pero ¿Por qué no enviarlos a la dimensión guerra?
Me acerco lentamente hasta donde está. — ¿Cuál es tu nombre?
— Surach, Viajera.
— Buena pregunta, mi querido Surach. La dimensión de la guerra solo es para enfrentamientos entre dos dimensiones o mas dimensiones, y dado el hecho, que estos son simplemente monstruos creados con hechizos poderosos y sangre derramada, no tienen las características de una dimensión como tal. Espero que me hayas entendido. — Asiente.
— Prepararse. Hoy entrenaremos y mañana venceremos.
Eran cien hombres en total, desde mi punto de vista, creía que eran muchos, pero para la reina es poco, que debieron ser más los hombres que tenían que estar en esta confrontación. Le hable a la reina y le dije que claramente era mucho más que suficiente, que no era necesarios, que hasta mis cinco ayudante y yo nos podíamos encargar, ese es mi deber, ayudar a las demás personas de mi dimensión para que ninguno salgan lastimados.
Cincuenta amarillos y cincuenta azules, cada uno recibiendo, esquivando y devolviendo ataques sin mucha fuerza, claramente. Caminaba alrededores de ellos, ayudando su postura dando consejos sobre sus ataques.
Mis cinco subalternos se ubicaron en mi lado derecho, analizando a cada soldado. Les dirijo una mirada y asiente sin rechistar, se dirigen a los cinco círculos que han formado para la práctica.
— ¿Estas lista para mañana, Zarikatash? —El príncipe Leandro se posiciona a mi lado. — ¿No te asustas fácilmente, Verdad? —Sonrió.
—Su majestad, no es el primer enfrentamiento con monstruos. —Le dirijo una rápida mirada. —Y respondiendo a la otra pregunta, no, no me puede asustar tan fácil, estoy entrenada para cualquier cosa, Príncipe Leandro.
Crorikia, mi subalterna, logra derribar a Xully, otro de mis subalternos, con rapidez y precisión. Sonrió, ante la muestra de peleas que tienen.
—Tus ayudantes son muy buenos. —Ladea la cabeza. —No me sorprenden, aprendieron de la mejor. —Suspiro lentamente. — Zari ¿Has pensando mi pregunta?
—Su majestad...
—Dejas los malditos, su alteza, príncipe, majestad ¿Entiendes?
Los miro con los ojos bien abiertos. Estoy impresionada, muy pocas veces los reyes tienen este vocabulario, normalmente los dicen cuando están solos o con gente de confianza, más la impresión que tengo es que me lo haya dicho así y de una forma amenazante.
Suspiro ya molesta por donde se dirige la conversación. Decido llamar a mis subalternos. — Están a cargo, ya vuelo. El general Duyin está revisando el área de batalla. —Asiente filmen y se dirigen a donde hace pocos minutos estaban.
Me encamino hacia el castillo, por la puerta trasera. La abro y dejo que el príncipe Leandro pase.
Nos detenemos y nos quedamos mirando.
—Basta, me estas presionando.
— ¿Ahora no me tuteas? —Ruedo los ojos. Su posición era firme, queriendo demostrar seguridad y amenaza.
—Leandro, entiende, no me puedo casar contigo. Soy la última viajera, por ahora, conocida, mi gema esta extinta.
—Zari, solo te estoy pidiendo que me des una respuesta afirmativa. —Suspira exasperado.
—Tu ere el príncipe, no te digo que te cases con una princesa o algo asi, te veo como un hermano y lo sabes, crecimos juntos. Leandro, mi deber es cuidar mi dimensión y no solo está otras igual. —Movía el cuello formando círculos. Esta situación me estaba sobrepasando.
Me mira enfado y con los ojos hecho furia. —Te vas a arrepentir.
— ¿Me estas amenazando? —Le digo, indignada.
—No, no te puedo hacer nada. Mandarte al calabozo, la expulsión, solo bastaría unos pocos minutos para que los reyes de otras dimensiones, e incluso el mismo reino, me liquiden.
—Quiero que cree claro, que pareces un niño, comportante como un hombre, y no como un bebé que se ha encaprichado con un juguete ¿No lo entiendes? De ti depende este reino, esta dimensión y todo los tomas como algo simple.
Furioso se da la vuelta, camina hasta la puerta que da a otra sección de castillo, la abre y cuando la a cerrar, lo hace con tanta fuerza que las ollas y platos se movieron ligeramente.
Salgo de la cocina con pasos furiosos. Joder es el príncipe, lo tengo más que claro, pero pensado hacer todo eso, por un simple capricho.
De nuevo en el patio de entrenamiento, el jefe Duyin está hablando. Me posiciono a su lado rectamente.
—Viajera ¿No les piensa decir algo?
El general se hace a un lado, dejándome así, su posición como cabecilla frente a los soldados.
— ¡Mañana no será la primera y última vez que nos enfrentemos a fuerzas destructoras! ¡Cierto?!
Responden al unísono. — ¡¡¡Cierto!!!
— ¡Mañana, demostraremos que la sangre de Gringram es la más respetada! ¡¿Entendido?!
—¡¡¡Entendido!!!
—¡Mañana venceremos, y con la frente en alto, demostraremos que somos la dimensión mas respetada y pura!
<< ¡ La sangre de Gringram es...>>
No termino de hablar porque los soldados me roban la palabra. —¡¡¡Lealtad, fuerza, bondad!!!