《la Viajera》

capítulo 3.

bservo desde mi torre el amanecer. El sol saliendo del horizonte con su luz va alumbrando poco a poco el reino.

Siento una suave brisa moviendo lentamente mi cabello. Sonrió. Es agradable esta sensación de paz y tranquilidad. Me gusta.

Me quedo unos pocos minutos mas detallado la vista que se observa desde mi torre, cuando siento que es hora de salir de mi ensoñamiento, me adentro hacia mi habitación. 

Suelto un suspiro. Es hora de ponerse en marcha. 

Camino lentamente hasta un costado de mi cama, el aire me dejo relajada y entusiasta, lista para el enfrentamiento de hoy. 

Mientras voy caminando, voy estirando todas mis articulaciones, haciendo así que mis huesos crujen, lanzó una pequeña carcajada. Me detengo en la punta de la cama y observó la vestimenta elegida para luchar con los Gobrols. 

Algo sencillo que me garantiza que podré moverme y dar golpes fácilmente sin sentirme ajustada o sofocada, como mis ancestros en  esos antiguos trajes de combate de los siglos pasados que, literalmente te podías caer con tu misma ropa.

A cambio la mia no es nada fuera de lo normal, una falda de cuerome llega hasta la mitad de los muslos como se usaba en la antigua roma para las peleas en el coliseo, con short abajo claramente, como a siete dedos de mi rodilla, color marrón, un corset del mismo color de la falda hecho de cuero ligero, para mayor flexibilidad, mi cinturón, aprovechó  e introduzco mi látigo y una piedra que al tocarla se convierte en una especie de bomba de colores que cada color tiene un efecto diferente, mi aljaba, casi nunca lo uso, pero es mejor prevenir que lamentar a la hora de luchar, mis botas de combate negras de cuero ligero pero muy resistente y por último me hago una cola de caballo muy bien apretada. 

Salgo de la habitación para dirigirme a la cocina. Camino lento y sin  preocupaciones. Si el general Duyin me viera tan relajada me daría un regaños que hasta los reyes pasados se sentirian mal porque, según él, yo debería estar corriendo perfeccionando todo para la llegada de los Gobrols y , sus palabras no las mia, vigilando hasta que los ojos se me salgan. 

No me preocupo mucho, se que si el ataque de adelantara o la dimensiones se sintiera amenazada, lo sentía y mi collar me lo indicaría, mi gema mejor dicho.

Llego a mi destino que es comedor. La reina y el príncipe se encuentran sentados  y por lo que observo no han terminado de comer. 

  — Sus majestades, buenos días.— Hable, para que noten mi presencia en el salon. Hago una mínima reverencia. — Buen provecho.

 — Zari, buenos días, un placer verte,— Me habla el príncipe Leandro. Sonrió incómodamente. La reina lo observa con el ceño fruncido.

— Viajera, le pido por favor que me espere en el salón de juntas, tengo que comentarle algo importante. .— Asiento firmemente. 

  — Madre, deja que desayune. El enfrentamiento podrían adelantarse, tiene que estar fuerte. 

  — Gracias, su majestad, pero quédese tranquilo, aún queda tiempo.— Me dirijo mirada hay la reina.— Alla la esperó, su majestad. 
—Giro sobre mis talones y me encamino hacia la puerta. 

Caminó rápidamente hacia el salón de juntas, ciertamente tengo curiosidad de porque la reina quiere hablar conmigo, debe ser algo importante porque si no, no se hubiera molestado en tener en mente hablar en la sala de conferencia. 

Después de un pequeño tiempo, la reina entra azotando las puertas. Me sobresalto, no por susto, mas bien por sorpresa. 

  — Zarikatasha ¿Puedo saber qué se trae usted y mi hijo entre manos? 

 — Su majestad, debería ser mas clara en su pregunta.  

  — ¿Te gusta mi hijo?  

  — ¿Me está hablando en serio, su majestad?— Le respondo un poco indignada.

  — Cada vez, los veo juntos, mi hijo te mira mucho y es muy amable contigo, tu muchas veces a buscado a mi hijo, y pienso que hay sentimientos de tu parte dado el hecho que crecieron prácticamente juntos.  

  — Su hijo gusta de mi, esa no es ninguna sorpresa, todos en el castillo— Niego— Mejor dicho, en la dimensión lo saben.  

  — Entonces deberías casarte con el.— La miro  por unos largos segundos antes de echarse a reír a carcajadas. — Ya basta, Viajera. Recuerde que soy su reina. 

 Sigo carcajeandome — Está listo, Viajera. Usted se casara con mi hijo.

Me detengo abruptamente. La miró directamente a los ojos lo que se siente una eternidad.   Espero que diga que es una broma, o que se empiece a reír para yo reir  con ella, pero antes de poder sacar alguna palabras de mi boca, la reina, se da la vuelta a pasos veloces y sale del salón. 

 

 



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En el texto hay: mentiras, mentiras y desilusión, mentiras y traición

Editado: 03.09.2018

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