La Vida Cabal

Capítulo 4

LUISA

Al despertar siento dolor en todo mi cuerpo y como no estarlo después de esa golpiza, tomo un baño y me visto con mi sudadera, trato de ocultar toda marca de mi cuerpo. No me gusta enseñar mi piel porque aborrezco a los pervertidos que no me dejan transitar muchas veces en paz y menos con la tranquilidad de no ser acosada o ser una futura víctima.

Le escribo a Michael que no pase a recogerme, hoy quiero salir a caminar para pensar un poco y estar sola, Michael me responde que me esperará en la entrada del colegio.

A veces creo que Michael tiene razón respecto a Carmen y Jonathan, yo debería denunciarles, aunque le tengo miedo también al lugar donde me llevarían ya que no tengo abuelos que puedan hacerse cargo de mí ya que sigo siendo menor de edad y el lugar donde se encargan de “cuidarnos” termina siendo peor que mi hogar, según lo que he escuchado; por otra parte, si los denunció el alma de mi abuelo no podrá descansar, viendo como sufre más su familia y la verdad ha sido suficiente desde lo que pasó ese día y de toda la mierda que hemos tenido que vivir, bueno he tenido que vivir.

Una vez llego a la entrada del colegio le aviso a Michael porque no lo veo en la entrada esperándome, así que ingreso y veo que está en el patio con sus amigos. También veo al grupo de Jenny mirándome con una sonrisa picarona así que prefiero ignorarla, no sé que está tramando, pero no puedo seguir teniendo más problemas en el colegio y más si mi objetivo es salir de la casa graduada lo más pronto.

Me acerco a Michael para saludarlo cuando notó cierta incomodidad, muchos me están observando y claro odian que la “drogadicta” este con el simpático, como siempre la gente se la pasa juzgando. Aun así lo saludo y lo abrazo.

  • Me dijiste que me esperarías en la entrada, mentiroso —le digo y el me regresa el abrazo con cuidado

  • Lo siento amor, me distraje con los chicos y buenos días también para ti —nos separamos y le observo con una sonrisa bastante amplia

  • Buenos días. Está bien ¿nos vemos a la salida?

  • No puedo tengo reunión de nuevo con el cliente que te conté o ¿Te gustaría venir?

  • No gracias, ten cuidado —nos despedimos y las miradas me persiguen mientras camino a mi casillero.

Cuando llego a la casa me doy cuenta de que Carmen está en casa, lo cual es demasiado raro porque ella a esta hora está limpiando su segunda casa en su supuesto trabajo. Aun así omito que está en casa y me preparo una sopa instantánea, eso sí me destapó una Coca-Cola, definitivamente es la mejor bebida de la época.

Escucho algunos sonidos raros de la habitación de Carmen y Jonathan, yo creo que no han sentido mi presencia porque se intensifican, no le doy importancia y empiezo a escuchar música, además de llevarme un sándwich para comer esta noche en el Valle. Al cruzar el pasillo, notó unos zapatos muy peculiares, nunca los había visto y tampoco son el estilo de Jonathan, será una noche bastante complicada si se entera que alguien más entro a la casa.

Mientras los sonidos siguen, me encierro en mi habitación con seguro y muevo la mesita de noche a un lado para bajar al Valle, no quiero hablar con Carmen sobre su adulterio y alguna de sus excusas sobre lo que esté haciendo en este momento.

Cuando estoy en el Valle, me siento tranquila sin la presión de tener cerca a alguien amenazando por mi paz mental y sobre todo sin temer que alguien borracho llegará a golpearme.

La relación con Carmen cambió lo suficiente para saber que no toleró que me hable o que yo debo decirle una minúscula palabra, es insignificante perder el tiempo con ella. Yo soy fiel creyente que la “familia” es una elección más no una estipulación, quizás lo sea en un papel pero no es mi elección, el hecho de que tengamos la misma sangre no los convierte en mi familia, la sangre pasa a ser parte de un protocolo.

Después de lo que pasó ese día creció un odio por mi supuesta familia me hizo comprobar lo anterior y sin duda alguna muchos de nuestros traumas son provenientes de esa famosa “familia”, la misma que debía cuidar y protegerme durante mi niñez.

Si yo investigo la mayoría de las jodidas familias han hecho mucho daño a los niños así sea colateralmente y como no, si el egoísmo es el que lleva la delantera sobre cualquier situación.

Maldita familia, malditos padres que se divorcian y nunca se hacen verdaderamente responsables por sus propios hijos, culpan al niño o lo hacen ver un encarte, consecuencia de no usar un pinche condón o de planificar. Además de las discusiones eternas, sobre quien responde por el niño o quién será el responsable, entre otras estupideces; en sí no están pendientes del verdadero bienestar de su hijo a menos que intenté llamar la atención o expresé las verdades, como lo hice yo, situación que empeoro.

Otro caso del daño de las malditas familias es la pobreza, si son pobres y no pueden tener hijos, para que putas tienen tantos hijos, lo más triste es saber que muchos de los padres solo culpan a sus hijos de tener hambre así sean los más inocentes, sin embargo, convierten un infierno al niño por sus malas decisiones. Con suerte el niño crece con sus abuelos o algunas veces se convierte en el saco de boxeo de sus propios padres por la hambruna y demás preocupaciones.

Ahora la pleitesía que le rinden a las familias por parte de la sociedad, así no sean capaces de darle bienestar a sus hijos ¿por presión? ¿malas decisiones? No, por ser imbéciles uno suele creer que el bienestar es tener dinero abundante, cuando no es lo único importante o necesario, confianza, amor, atención y respeto para crear un bienestar sano a cualquier niño.

En mi caso, mi papá es un hijueputa borracho que se desahoga en el alcohol desde hace 8 años, aunque pensándolo bien me parezco mucho a él, yo fumo uno que otro porro y un cigarrillo a diario para liberar la ansiedad y estrés, mientras que Carmen es un falsa en su esplendor, nunca ha tenido personalidad y mucho menos carácter, todo esto por seguir con un hombre que la maltrata casi a diario bajo alguna razón, razón que sigo sin entender.




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