La Vida Cabal

Capítulo 9

STEVEN

Javier llega a la oficina, porque se ha enterado que he peleado con Martín por lo que le cuento lo que ha sucedido, él me dice que mientras se presentó el conflicto aprovechó y que pronto tendrá información acerca del viejo, así que me amenaza para que no vuelva a tener ninguna pelea con él, porque nunca se sabe cuál puede ser su próximo movimiento.

La noche termina con buenas ganancias y llego a la casa a dormir un par de hora antes de llevar nuevamente a Luciana a su colegio, esta vez me apuro en llevarla, tengo mucho por hacer durante el día, incluyendo pendientes del estudio y encima tengo una reunión con Martín, sé que él siempre juega sucio así que me llevo mi arma por si algo y llamo a Pablo para que me acompañe a esta reunión, no me quiero arriesgar para nada.

Después de la muerte del viejo, aprendí a manejar armas de fuego, a veces uno debe aprender y no solo jalar del gatillo, porque todo tiene su ciencia y más las zonas en las que pueda recuperarse la víctima o tener su deceso final.

A las 10 en punto llega Martín a mi oficina con una gran sonrisa, cuando se acerca me doy cuenta de que deja a sus escoltas afuera, yo le digo a Pablo que este muy pendiente por si lo llego a necesitar, a lo que él asiente y espera en la puerta. Pablo es un experto en seguridad y vigilancia, tiene sus permisos para du uso de armas y tiene su propio chaleco antibalas de nivel II.

  • Abre la boca de una vez por todas —le digo impaciente a su silencio, él se dedica a observar la oficina y sonríe ante mi poca paciencia
  • He notado que aún no pagas unas cuentas y vengo en son de paz, soy tu hada madrina –se ríe–, el que te las pagarás para que no te afecten esas cuentas, ya que han pasado 2 días en mora y sabes bien con facilidad…—hace una pausa, ya sé a qué va dirigida su asistencia ayer—. Me gustaría pagarlo ya mismo y ser tu socio de este lugar
  • Ni una mierda —respondo y me levanto de mi asiento, no lo permitiré, ya me falta poco para pagar y no aceptaré ninguna propuesta.
  • Hey, piénsalo bien, yo también tengo unos buenos clientes que pueden venir con frecuencia a este lugar —dice Martin, sonriendo y yo niego
  • Me vale una hectárea de mierda, yo no aceptaré ninguna ayuda tuya, es más hoy pagaré esa maldita cuenta, deja de estar pendiente de mi negocio —soy enfático en el Mi porque no tolero que quiera ser participé de mi negocio, que tanto me ha costado e incluso a los muchachos.
  • Solo sé que algún día vas a terminar trabajando conmigo —dice y se gira para abrir la puerta— o incluso para mí, solo es cuestión de tiempo Sebastian —suelto una carcajada ácida
  • Ya quisieras, imbécil
  • Recuerda, soy yo quien tendrá a los mejores corredores de mi parte, donde cada maldita apuesta será negativa para tu dichoso negocio —se encoje de hombros y sale— después vendrás como un pobre perro de rodillas pidiendo mi ayuda.
  • No llegará ese día, jamás —me encamino a la puerta
  • Yo lo esperaré con ansías —dice y me guiña un ojo para dirigirse a su auto—. Por cierto, le das saludes a tu Nana —entra a su vehículo y yo aprieto mis puños
  • Compadre, se nota que te está vigilando ya logro detectar dónde vives, ten mucho cuidado —dice Pablo cuando se han marchado—. Debes tener mucho cuidado con Luciana, sobre todo porque ellas no saben a qué te dedicas, ¿Cierto?
  • Tienes razón, este idiota esta un paso adelante y yo sigo caminando a ciegas.

Regreso a la casa, pensando en miles de cosas, no sé cómo proteger a la familia si no tengo suficiente dinero. Ser el proveedor de un hogar, manejar un negocio y estudiar no es nada fácil. Es más ser adulto pobre es muy duro y más por todo lo que tengo que hacer y pagar.

Nana termina de orar su santo rosario, sigo sin creer porque le reza a un Dios inexistente incluso a una virgen que fue inventada por los mismos hombres, un ser que me abandono desde que nací porque nunca ha estado para mí y menos para mis seres queridos, esa fe que ella procura mantener es en vano para nosotros, así que siempre prefiero dejarla a solas y ahorrarme mis comentarios sobre esa estupidez.

Termino de hacer el almuerzo y mis trabajos, una vez termino me voy para el instituto, me quedo completamente dormido en el trayecto, mi agotamiento esta a otro nivel. Le he dicho a Javier que me prestará un poco para pagar la cuenta pendiente, él me ha ayudado y ya lo ha cancelado, así que voy un poco más relajado ante tantos gastos; eso sí no podré mercar en una semana y tendré que cohibir a la niña de comer carne o pollo, a pesar de que es barato son lujos que no nos podemos dar en estos momentos, como decía con el viejo a punta de arroz con huevo.

Terminan las clases y anhelo tener pronto reparada la moto, sé que hubiese sido mejor comprar una nueva, pero esa tiene un significado muy grande para mí, así que por ahora me gastaré miles de horas en transporte, porque Bogotá tiene una movilidad de mierda, que incluso el dicho de todo rolo cobra sentido “Bogotá está a dos horas de Bogotá”

En el bus de regreso a casa, vuelvo a dormirme hasta que el imbécil del conductor frena demasiado brusco y me hace despertar, miro a la persona que esta sentada al lado mío y sorprendentemente he encontrado a la misma chica del bus y de anoche, me acomodo y ella me sonríe, Dios (aclaro es pura expresión) que sonrisa más hermosa, es la reina de las diosas esa sonrisa con una espectacular dentadura.

  • Hola, no quería asustarte, cuando me subí no había más sillas libres, espero no te incomodará y tampoco que pienses que estoy acosándote —lo último me hace reír
  • Por supuesto que no pensé eso, un gusto, me llamo Sebastian
  • Lo sabía, Martín me dijo tu nombre anoche —dice y se quita los dos audífonos
  • Lo siento, por cómo me porte ayer, no era mi intención…—me interrumpe
  • Ni te disculpes, lo merecía ese idiota, ayer ya me había sacado hasta la piedra
  • ¿De qué lo conoces? —pregunto con curiosidad
  • Ya me debo bajar —dice sobresaltada—, otro día nos veremos
  • ¿Cómo te llamas? —pregunto y ella sonríe
  • Carolina, nos vemos mañana en el Portal a las 5 pm —propone cuando timbra y el sitp se va acercando a la estación
  • Sí en la entrada a las 5 pm mañana —digo y ella se baja del bus, se despide levantando su palma y yo la arremedo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.