La Vida De Elisabeth 1º El retoño

Capitulo 10º Una nueva vida

Era sábado, y eran las siete de la mañana, ese día tenían previsto hacer una escapada, para todo el fin de semana, hacía tiempo que no lo hacían, desde la aparición de la pequeña.

Sus vidas han cambiado, y Robert y Natalie habían decidido, que tenían que cambiar, su forma de vivir como antes.

Robert se levantó y se fue a la ducha, se vistió y bajo a la cocina.

Mientras tanto Natalie se levantó, abrió la ventana para que entrara aire fresco.

Entro a ducharse, en la habitación que tiene un baño grande con yacuzzi, bañera y dos lavabos.

Natalie termino de ducharse, y bajo a la cocina, para preparar el desayuno.

Robert ya estaba en la cocina, preparando el café, haciendo zumo de naranja.

En la mesa en el centro, tenía puesto un jarrón con un gran ramo de flores que el mismo había cogido del jardín, mermelada, y mantequilla, y unas tostadas recién hechas.

—¡Buenos días! princesa, ¿Has descansado bien?¡ Siéntate a desayunar amor!, Ahora te traigo el café y el zumo, hoy te prepare el desayuno como a una reina, bueno eso es lo que eres para mí, y le dio un beso —le susurró al oído Robert.

—Buenos días amor, descanse de maravilla ¿Que bien huele a café? Mmm... tostadas recién hechas, has cogido unas flores muy hermosas, hoy me estas consintiendo mucho, ¡ten cuidado! me voy a acostumbrar—le dice Natalie.

Terminaron de desayunar, Natalie subió a la habitación, para vestirse, y hacer una maleta con ropa para los dos, mientras tanto Robert recogía la cocina lavando las tazas de café, los vasos de zumo, y los platos de las tostadas.

Natalie bajo con la maleta.

—Ya nos podemos, ir cuando quieras —dice Natalie.

—¡Vamos entonces!, voy a sacar el coche, esperarme aquí—dice Robert.

Mientras tanto Natalie puso la alarma de la casa, y cerró la puerta con llave.

Robert metió la maleta y se subieron en él coche.

En dirección Solent es pequeño, tardaron unas horas en llegar, a un kilómetro de Portsmouth, desde allí había unas vistas hasta la inmensidad del océano.

—Mira desde aquí se puede ver, el hotel llamado No Man 's Fort, el más extraño del mundo —le comenta Robert.

Y le empezó a cortar la historia del hotel, es un alojamiento en el interior, de una antigua fortaleza, que fue construida 1880 para defender a los británicos, de Napoleón tercero y sus temidos navíos, pertenece a la época victoriana—le cuenta Robert.

El hotel tiene forma circular, con un peculiar emplazamiento que fue renovado hasta convertirse en un auténtico hotel.

—Aquí tenemos de todo amor, jacuzzi, piscinas privadas, suites, restaurantes, y tienen tratamientos de agua salada natural en el Spa, salas de juego, también se puede hacer esquí acuático, cursos de vela, pesca marítima, y un pequeño campo del golf ¡lo vamos a pasar muy bien! —Le dice Robert entusiasmado.

Subieron a la suite a dejar la maleta, Natalie se asomó por los enormes ventanales.

—¡Las vistas son impresionantes! La verdad que me quedaría a vivir aquí para siempre—dice Natalie sonriendo.

—Pues esto no es nada, con lo que vas a ver ¡ya verás! —Le contesta Robert.

Salieron de la habitación, Robert quería hacer esquí acuático, se acercaron donde había un chico, que dejaba los trajes de neopreno, cada uno cogió el suyo, se lo pusieron, y se metieron en el agua, empezaron a hacer esquí acuático, Robert, se lo estaba pasando muy bien, al cabo de un rato Natalie llego a la orilla, y se quitó el traje, mientras miraba como disfrutaba como un niño Robert.

Llego el domingo, estarían hasta la tarde, habían pagado dos días en el hotel.

Esa mañana disfrutaron del tratamiento, de agua salada natural del Spa, había unas bonitas vistas, sobre el estrecho de Solent ,degustaron comida típica de la zona.

Y pasearon por allí, se acercaron al campo de golf, estuvieron jugando un rato los dos, a Natalie se le daba muy mal, no metía ni una pelota de golf.

Robert en cambió, estaba acostumbrado a jugar al golf, tenía un amigo de trabajo que jugaba, y a veces había ido con él.

Llegaron las seis de la tarde, subieron a la habitación, se ducharon hizo la maleta, y se marcharon.

—Lo voy a echar de menos, me estaba acostumbrando ya —dice Robert.

—A lo bueno uno se acostumbra fácil, y se empezó a reír, pero volveremos sin duda, lo hemos pasado bien, le diré a mis padres, para que vengan, —dice Natalie.

Tardaron en llegar unas tres horas y media, estaban cansados del viaje.

Se ducharon en un momento, y bajaron a la cocina.

Natalie hizo una ensalada para cenar, cenaron y se subieron a la habitación, para descansar.

Ya era lunes, y todo volvía a la normalidad Robert se marchó a su trabajo.

Trabaja de asesor como su padre, que es su jefe, en la misma oficina, separan el trabajo de la familia.

Robert tiene el pelo castaño rizado, tiene treinta y dos años, con unos ojos grandes azules que llaman la atención, con unos labios carnosos, mirada intensa, atractivo, elegante, y simpático, siempre con una sonrisa.

Suele ir al gimnasio cuatro veces por semana, va dos horas por la tarde, y tiene cuerpo musculoso.

Natalie tiene los treinta años recién cumplidos, trabaja de profesora de español en su casa, tiene el pelo rubio ondulado largo, unos ojos azul intenso, labios muy sensuales, es una mujer cariñosa y muy sensible, elegante atractiva y muy femenina.

 

 




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