La Vida De Elisabeth 1º El retoño

Capitulo 22º Orgullo

El día de antes había estado Lisa en la casa, de Natalie, para que le pondrían la moqueta, y le había estado pintando la habitación a la pequeña.

Eran las ocho y media de la mañana, tocaron a la puerta, era Lisa y Daniel.

Natalie estaba desayunando, y escuchando las noticias, en la radio.

—¡Hola buenos días hija! ¿Cómo has dormido, descansaste? Me he traído a Daniel, así me hace compañía el diablillo.

—¡Hola buenos día mama! Hoy descanse mejor, ¡Gracias por pintarme la habitación mama! Con tanto lio no me había dado tiempo. —dice Natalie.

Pasad a la cocina, estoy desayunando, —¿Te pongo un café mama? ¡Daniel ahora te pongo un rico cola cao! —Dice Natalie.

—No sé a qué hora vendrán los muebles, pero antes de venir llamarán, los pueden dejar en la habitación sin colocar, yo lo hare —dice Natalie.

—¡Vale no te preocupes! ¿Dónde compras el café?¡ Está muy rico!, Nos quedaremos aquí hasta la tarde, sobre las cinco, o así nos iremos—dice Lisa.

—¿Cuándo viene el tío? Lo hecho mucho de menos, ¿Puedo ir contigo a verlo? —Dice Daniel.

—¡No cariño no puedes venir! Pero no te preocupes mañana estará aquí tu tío, y podrás estar con el —dice Natalie.

Natalie encendió la chimenea, para que la casa este caliente, es diciembre y hace mucho frio fuera, solo quedan días para que llegue la Navidad, Daniel se asomó a la ventana de la sala.

—¡Abuela tía venid! ¡Qué bien está nevando! —Dice Daniel.

Son los primeros copos de nieve del año, Londres se ve precioso nevado.

Natalie y su madre se acercaron a la ventana.

—¡Qué bonito son los copitos de nieve cariño!, Esperemos que no caiga mucha —dice Lisa.

—Voy a recoger la cocina un poco, no me gusta dejarla desordenada—dice Natalie.

—¡De eso nada! Para eso estoy yo aquí, ¡Si no que hago! Mirar la tele y hacer croché que es lo que me gusta, ¡No te he dicho lo que hecho! ¡Mira que te enseñe!, es un vestido para la pequeña, hecho de croché—dice Lisa.

En el invierno se entretiene haciendo croché, le hizo un vestido color rosa, con manga corta, con unos adornos de color blando y dos lazos a los lados, de color blanco, y una cinta para el pelo rosa, con una flor grande fucsia.

—¡Es precioso el vestido! ¡Mama muchas gracias!, Tienes unas manos para estas cosas... Yo soy una patosa para esto—dice Natalie.

Sonó el timbre, eran Richard y Betty.

—¡Hola buenos días! ¿Cómo estáis suegros? Esta aquí mi madre y Daniel, hoy me traen los muebles para la pequeña—dice Natalie.

—¡Hola buenos días! Natalie, hoy estamos mejor que ayer desde luego, así que está aquí el diablillo! ¡Ven aquí a dar un beso a tus abuelos! —Dice Richard.

El pequeño Daniel se acercó con miedo, como si le irían hacer algo.

—¡Ven aquí no te voy a comer! ¡Dale al abuelo un beso! —Dice Richard.

Se hecho mano al bolsillo y se sacó unos caramelos, y le dio unas monedas, le soltó un enorme beso, no eran sus abuelos, pero siempre lo habían querido y tratado como si lo fuera.

—¿Bueno nos vamos, ya Natalie?¡ Tienes todo! —Dice Betty.

—¡Si un momento! Mama me voy ya ...Daniel dame un beso cariño, ¡Después te llamo mama! —Dice Natalie.

—Vale hija, ir con cuidado, ¡Hasta luego! — Dice a todos.

Cogió el abrigo y el bolso y el regalo de la pequeña, lo tenía metido en una bolsa.

Fueron al hospital a ver a Robert, estaban las plazas de aparcamiento todas cogidas, aparcaron a dos calles del hospital, fueron caminando hasta llegar, con las manos en los bolsillos, y encogidos de frio, hacía un aire que venía helado.

Entraron en el hospital, y subieron en el ascensor había poca gente los pasillos estaban medio vacíos, tocaron la puerta de la habitación, y una voz respondió…que no era la de Robert.

Natalie abrió la puerta, era la voz de un hombre mayor.

—¡Hola buenos días! ¿El chico de la cama de al lado donde esta? —Pregunto Natalie.

—¡No lo sé señora! Yo vine esta mañana temprano y no había nadie—dice el Anciano.

—¡Sera mejor que vayamos a recepción, ahora mismo! esto no es normal—dice Natalie enfadada.

Bajaron a recepción, Natalie muy enfadada, pierde los estribos muy pronto.

—¡Déjame hablar a mí! Natalie, tú tranquila! —Dice Richard.

—¡Si buenos días! Hemos estado en la habitación trescientos doce y el paciente Robert Brandley Taylor, no se encuentra allí. ¿Dónde está ahora? —Dice Richard.

—¡Si esta mañana lo trasladaron de planta! Se encuentra en la segunda planta, habitación doscientos catorce ¡disculpen las molestias! —Dice la enfermera.

Volvieron a montar en el ascensor, esta vez a la segunda planta, buscaron la habitación, tocaron la puerta, pero no respondía Robert, Natalie abrió la puerta miro dentro y no había nadie.

—¡Y ahora, que hacemos! —Dice Natalie.

Por el pasillo venia Robert, de caminar con las muletas.

—¡Llevamos un rato buscándote Robert! —Dice Natalie.

—Esta mañana temprano, me bajaron para hacerme unas pruebas, y después me trajeron aquí ¡No me habéis dado ni los buenos días! ¡Venís ya con mala cara no! He salido a caminar un poco, estaba cansado de estar ahí—dice Robert.

Natalie se le acerco, lo abrazo y le dio un beso.

—Estamos que no sabíamos dónde estabas, ¡Menos mal que estas aquí! —Dice Natalie.

—¡Venga pasad!, A la habitación, sentaros un poco, mañana me dan el alta a las once, ¡Tengo unas ganas de salir de aquí! El medico me ha dicho que tendré la pierna escayolada entre seis a ocho semanas, podre trabajar desde casa ¿Si me dejas jefe? jajá—dice Robert.

—¡Eso ni se pregunta! ¡Ya sabes que me debes horas ¿Verdad? —Dice Richard riéndose.

Estuvieron un rato hablando con Robert, después se despidieron de él por la tarde volverían a visitarlo, tenía que ir a visitar a Sayumi, Iban un poco justos de tiempo, Jessica les estaba esperando dentro hablando con John.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.