La vida después de mi Muerte

La sombra de quién fui.

Anoche me levanté de mi tumba, atravesando la oscura ciudad hasta llegar a mi cámara para observar la vida después de mi muerte. Pacientemente, contemplé cómo duermo con expresiones de estrés y un evidente desgaste emocional.

Luego, me fusioné con el cuerpo de mi nuevo yo. Lo primero que hice fue revisar sus pensamientos y todo lo que había ocurrido durante casi un mes desde que me dejó descansar en paz en mi pequeña tumba.

En uno de sus recuerdos, vi que justo antes de que yo llegara, intentó morir una vez más. Creo que él y yo ya hemos perdido la cuenta de las veces que no quiso seguir viviendo. Y digo "hemos" porque, al final, somos la misma persona: la única diferencia es que él está vivo y yo, muerto.

Vi cómo vomitó todas las pastillas que ingirió en un intento desesperado por encontrar paz una vez más. Su cuerpo las rechazó y, tras unos segundos, las devolvió como quien escupe al suelo después del mal sabor de una bebida.

Sé que ahora estoy muerto y que debería descansar en mi tumba. También sé que no fue su culpa querer matarme. Era lo necesario para que él comenzara a encontrar la paz, pero noto lo difícil que le ha sido alcanzarla.

También vi cómo lloró hasta quedarse dormido, y me recordó cuando yo pasé por ese proceso: llorar sin consuelo hasta que el sueño llegara. Creí que la vida sería más fácil después de mi muerte, pero noto que no es así.

Percibo en él la dificultad para realizar tareas que antes eran cotidianas. También descubro que hay una chica a la que quiere amar, pero no sabe cómo hacer para que ella le corresponda. Sin embargo, me doy cuenta de que no es ella quien realmente ocupa su mente, sino el futuro, que lo mantiene atrapado en esta situación.

No comprendo en qué momento dejó de escuchar y disfrutar la música que siempre ha amado. No entiendo cómo perdió el gusto por estar solo, jugando, repitiendo una y otra vez un juego cuyo resultado ya conoce.

Entonces, escucho el agua correr en la llave de la cocina. En ese momento, decido abandonar su cuerpo y observar un poco más la vasta oscuridad. Se levanta, aunque algo desorientado, se pone sus sandalias y sube al baño. Luego, sale, se lava las manos y deja caer un poco de agua sobre su rostro, intentando calmar su ansiedad.

Coloca su celular a cargar y vuelve a recostarse en el catre de lona donde desea descansar, aunque estos últimos días se le ha hecho difícil debido a los acontecimientos recientes.

Puedo notar su sobrepensamiento mientras abraza la almohada. Entonces, voltea hacia donde estoy y se hace una pregunta: ¿Por qué soy yo? ¿Por qué no puedo morir? Luego, veo cómo un par de lágrimas caen de sus ojos antes de que el sueño finalmente lo venza y logre descansar, aunque sea un poco.

Al cabo de una hora, despierta de nuevo, a las tres de la madrugada, sin saber qué hacer. Escribe para su nuevo libro, intentando calmar un poco sus emociones.

Ya es hora de regresar, me digo a mí mismo. Antes de irme, observo una vez más la tristeza reflejada en su abundante soledad. Pero ¿qué puedo hacer yo? Ya estoy muerto. Él me dejó descansar. Por eso, no puedo hacer nada más. Él debe reencontrarse con la realidad.

Regreso a mi tumba y comienzo a descansar, no sin antes decirme que, después de todo, no lo está haciendo tan mal.




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