Señor, hoy me humillo ante Ti para pedirte perdón una vez más por los errores que he cometido. Te pido también por todos mis hermanos, aunque no sean de sangre; dales entendimiento y guíalos por un buen camino. Envía muchos ángeles para que protejan sus espaldas.
Respiro el aire contaminado de las calles y los barrios. El olor a podrido es repugnante para quienes no estamos acostumbrados a la peste de la ciudad. Es tan diferente al aire puro del lugar donde crecí.
Estoy harto de escuchar la misma mentira de que "mejoraremos" y que esta es "la ciudad más limpia". La realidad es otra, porque cada calle apesta más, por el descuido de quienes nacieron aquí y luego se quejan de cosas sin importancia.
El barrio está lleno de niños con cigarros en las manos, parados en las esquinas, buscando algo de verdad en el humo porque dicen que les gusta "volar". Salen de sus casas, se toman fotos con puros de marihuana y las suben a redes sociales. Se nota la ignorancia de las niñas que les comentan "qué lindos, qué hermosos", sin saber la verdad. Pero este mundo no lo puedo cambiar solo con mi forma de pensar.
Y sí, al final fui uno de ellos, uno de los tontos que creen que se ven elegantes con un cigarro en la mano, tirando humo como chimenea de casa sin calefacción. Tonto fui al pensar que eso me hacía más hombre que aquellos que estaban tranquilos, sin humo en los pulmones y sin una gota de alcohol en el cuerpo.
Pensaba que andar en malos pasos era bueno, que eso era lo que amaba. Pero mira, aquí estoy: lejos de la muerte y de las manipulaciones del diablo. Aunque sin vida, porque ese es nuestro castigo: ser diferentes, ser ignorados, ser incomprendidos. Pero aun así, seguimos dando lo mejor de nosotros.
Desde pequeño aprendí que la vida es un camino duro, sin compasión, lleno de golpes que te revelan cómo será el dolor: leve o profundo. Me encierro en un cuarto oscuro y comienzo a maquinar si debo hacer el bien o el mal.
La ciudad llora por el descuido de sus calles y por el maltrato a los indigentes. Se da prioridad a la muchacha con cuerpo hermoso y cara bonita, mientras se ignora a los pobres que enfrentan dificultades reales, que luchan con su economía, pero no pierden la empatía ni las ganas de vivir.
Los que viven alejados de la ciudad rezan, nuevamente, para que en su casa no falte el pequeño pedazo de pan que con mucho esfuerzo se consigue. Rezaron todas las noches para que Dios baje y los bendiga. Llegan a la ciudad y son tratados como escorias, como si fueran la basura de las calles de este lugar. Mientras ellos se mueren, el hospital le da prioridad al hombre de traje que no tiene más que un tonto resfriado. La policía le da prioridad al robo de un celular del hijo de un hombre con mucho dinero y no a la niña que fue golpeada y abusada por su padrastro, mucho menos al hijo que viene a denunciar el asesinato de su madre. Son tratados como escorias cuando ellos son quienes tienen problemas de verdad. Pero ellos siguen rezando por ser escuchados y esperan, pacientes, la justicia divina.
En cambio, yo, que no soy rico pero he tenido cosas que otros no tuvieron, salgo, abro la boca y me quejo de que me falta mucho. Pero dejo a un lado a quienes de verdad les faltó todo. Porque la vida no es justa: quienes deberían tener más no tienen nada, y los que no deberían, tienen de sobra para humillar a quienes se esfuerzan por salir del bajo mundo que les tocó.
Clase media baja nunca fuimos. Ni seremos ricos. Nuestros sueños son cortados por razones sin sentido, pero razones que, para cabezas duras como la mía, son complicadas y tan fuertes que pueden hacerte estancar, al punto de querer dejar esta vida. Pero aun así, seguimos escribiendo, contando la vida todas las semanas, aunque sin ganas.
Que Dios bendiga a mi hermano, que se esfuerza por salir del mundo del pecado y encontrar la presencia del Nazareno. Que bendiga también a mis amigos, esos que luchan día a día por ganarse la vida con esfuerzo y sin rendirse. Y bendíceme a mí también, para que pueda tomar otro camino y ayudar a mi familia. Aunque el proceso sea lento, tengo el deseo de salir adelante y devolver la ayuda a quienes me tendieron la mano.
Que en paz descansen aquellos que intentaron sacar a sus familias de la pobreza. Que en paz descansen los que murieron bajo la tierra de las minas, buscando pequeñas pizcas de oro por una paga miserable. Que en paz descansen los que empezaron desde cero y ahora están en la cima. Que en paz descansen los que murieron de deshidratación en los campos de cultivo de los granos que consumimos cada día.
Señor, hoy te pido por mi alma. Que seas Tú quien perdone los pecados cometidos en cada etapa de mi vida. Te pido que bendigas a mis enemigos y a mis amigos. Te pido por las almas de quienes ya están salvos y por las de quienes aún no nos hemos arrepentido. Te pido por el bienestar de mi ciudad y del mundo entero.
Amén.