La vida después de mi Muerte

Entre El Bien Y El Mal.

Señor, hoy me he humillado ante Ti para pedirte por mí, por aquellos que en el pasado fueron mis amigos y que hoy en día considero hermanos. También te pido por los que en el pasado fueron mis amigos y ahora son desconocidos.

Y es que a veces me siento harto de la vida, al punto de querer matar o matarme, pero mis hermanos me dicen que me quede. Solo son maquinaciones del diablo, pero aun así pienso que no importa, que la vida no tiene sentido y nunca me retracto de lo dicho o hecho. Por eso, creo que no hay otra salida.

Pero luego recuerdo que una vez tuve una relación contigo, mi Creador. Sé que mi vida no era pura felicidad, pero de eso se trata: de pasar pruebas y no rendirse, porque Tú sabes lo que haces y a dónde me llevas. Tú conoces el propósito de mi sufrimiento.

En cada lugar donde voy siempre existe el vicio, y a veces estoy tentado a probar, pero me retracto porque sé que eso no es lo que quiero. Lo que realmente deseo es salir a la luz, aunque mi vida sea un completo revuelo.

Pero es que no sabes el mundo lleno de hipocresía en el que vivo, al punto de dudar de la fidelidad de los demás. Eso me llena de inseguridad y hace que me defienda sacando mi ego ante todo, dañando a quien no se lo merece y lastimando a quienes no debería, solo porque siento que todos son unos malditos.

Pero luego la carga de conciencia hace que me retracte de las cosas que digo. Entiendo que solo quiero ser visto como alguien importante para los mortales que considero amigos en este planeta plagado de arpías, que buscan destruir lo poco que me queda de conciencia.

Sin embargo, mi fe no se apaga, aunque a veces sienta que la pierdo, porque sé que el Nazareno me protege a pesar de lo que haga y diga. Siempre es Él quien me dice qué hacer, cómo actuar, impulsándome a tener otro encuentro con Él, para regresar al lugar donde estaba seguro.

Me dice: "Hijo, ven, regresa. Necesitas de mi presencia. Ya sufriste mucho. Ven, que aquí no te faltará nada. Aquí encontrarás la paz y la felicidad que tanto deseabas en esas noches en que te sentías mal y pensabas que nadie estaba para ti, cuando yo siempre estuve a tu lado, esperando que recuperaras tu fe y no te quedaras atrás."

Sé que he cometido muchas faltas y que casi siempre soy blasfemo. Sé que soy una mala influencia porque sigo siendo el mismo de siempre, al que no le importaba lastimar, dañar y ofender sin razón. No quería abrir los ojos porque creía que siendo así amaba, pero la verdad es que eso me estaba matando poco a poco.

También sé que no soy perfecto y que muchas veces culpo a Dios por mis errores, cuando la realidad es que la culpa es mía. Pero bueno, a veces es más fácil culpar al Señor divino porque así tengo una excusa para decir que soy perfecto y justificar mi deseo de perfección. La realidad es que estoy inundado de odio, enojo y tristeza, con ganas de quemar las casas de los que hablaron mal de quien fui.

Odio que me hablen de Ti y que me digan que no quieres la guerra, porque esta es mi guerra. Es una guerra con un ser divino en el que a veces no creo, porque nunca me dijo exactamente cómo debía hacerlo, solo me mostró qué era bueno y qué era malo.

Pero bueno, quizás no supe cómo interpretarlo. A veces no sé a qué vine a este mundo, pero solo Él y yo entendemos la razón de estar en este pozo de tristeza tan profundo. Sé que no estoy solo, que Él cuida mis espaldas y bendice cada acción que realizo cuando puedo.

¿De qué me vale decir que estoy sobrio si sigo mareado, creyendo que el odio me llevará lejos, cuando en realidad es el amor de Dios el que me levanta cuando caigo? Sé que siempre está presente, sin importar lo que haga. A veces miro atrás y veo el desastre de quien fui por no estar en Tu presencia, mi Señor.




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