La vida después de mi Muerte

Domingo 16.

Pero qué día de mierda. Despierto a la misma hora de siempre, pero sin ganas de nada. Salgo afuera de mi casa y noto que el amanecer está hermoso, pero eso no es suficiente para que mis ánimos regresen a su estado normal. Un sentimiento de vacío inmenso me invade, unas ganas de dejar de vivir… pero soy consciente de que, justo ahora, no es lo que quiero. O bueno, sí, pero ahora no debo hacerlo. Regreso adentro, arreglo el pequeño catre donde duermo y tomo una taza de café acompañada de dos piezas de pan para empezar el día.

Entonces empiezo a pensar en salir a algún lugar para olvidar este sentimiento tan abrumador. Y para colmo, este sol es insoportable, no me deja pensar con claridad porque me abruma demasiado. Lo que daría por un eskimo de avena de esos que cuestan 25 pesos… pero ni un peso en mi bolsillo. Está tan vacío como mi alma.

El sudor recorre mi nuca. Estoy en el patio de la casa, con la espalda desnuda, tratando de evitar el calor, pero es imposible ignorarlo… al igual que no puedo ignorar mi tristeza profunda. Sé que no es difícil de comentar, pero sí es complejo de expresar. Tanto que, si de mi boca sale una palabra, sé que lloraré. Y quiero evitar que las lágrimas se desborden.

Pero qué día de mierda. Calor insoportable, preguntas sin respuestas y respuestas absurdas a cosas tan obvias. Pero digo basta. Ya no quiero esto más. Quiero mi maldita felicidad. Quiero dejar de ignorar que el entorno es el que me está empujando de nuevo a ese pasado del que tanto me costó salir. Pero bueno, hermano, en esta mierda ya tengo práctica, así que trato de evitar hundirme otra vez.

Voy a la maldita pulpería a comprarme un dulce, para calmar un poco el bajón de azúcar que acabo de sentir. Lo peor es que la rabia no se controla en un día como hoy. Y me pregunto: ¿Quién soy yo? ¿Y ustedes quiénes son? Denme nombre y apellido, porque no sé quiénes son. Por eso trato de vivir pleno, porque no quiero más mentiras, ni bajones, ni confusiones en mi estado mental. Pero no puedo estar en buen estado, porque mis emociones no están unidas. Por eso las extermino a todas. Y cada vez que puedo, pierdo la cordura… y también el hilo de lo que escribo. Porque en serio, yo no sé.

No sé qué me pasa. Me siento solo, sin sentido, sin propósito alguno. Pero al mismo tiempo, tengo ganas de terminar con este infierno que me rodea. No quiero estresarme más. Ya no quiero dolores de cabeza. Quiero superación en lo económico y en todo aquello que no tengo bajo control.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.