La vida después de mi Muerte

Lunes 17.

Hoy amanecí con un mejor estado de ánimo, con ganas de vivir el mundo y disfrutar un día más. Con muchos dulces en mi mochila, voy en busca de devorar la vida. A veces parece que todo mejora, como hoy, y es entonces cuando decido vivir y sentirme un poco más vivo. Disfruto lo bueno y, por un momento, olvido lo malo. Comienzo a sentirme menos agobiado, con más ganas de hablar, de reír y con menos ganas de llorar.

Destrozaré mi alma si es necesario para ser plenamente feliz. Romperé mi corazón con tal de no sentir tristeza nunca más. Pero… ¿y si no puedo? Entonces lloraré cuando mi día sea pésimo y reiré cuando el momento sea pleno y feliz. Es en esos instantes cuando regreso a mi infancia, no a los momentos desastrosos, sino a aquellos en los que reí con mis amigos y disfruté cada instante. Prometo que mis malos momentos quedarán sellados en cada texto escrito por mi mano, que cada mala experiencia será olvidada, que una nueva vida nos espera… que una nueva vida me espera.

Hoy ya no fingiré más mi sonrisa. Mostraré lo bien que la he pasado con quienes fueron y son mis amigos. También mostraré lo bien que la he pasado con la soledad, aun cuando odio estar o sentirme solo. Pero hay días en los que puedo ser feliz en toda la magnitud de la palabra. Soy consciente de que hay días en los que no odio vivir, días donde nacen los anhelos más grandes de mi vida, donde nada me importa más que el simple hecho de estar vivo.

Pero dime… hoy es lunes. ¿Quién podría estar feliz? Es el comienzo de dolores de cabeza para muchos, pero no para mí. Sí, es un lunes, un lunes de regresar a lo que más amo: la universidad. El único lugar donde dejo de pensar en las palabras y acciones cometidas en mi contra.

Vivo en un rincón del mundo donde las emociones deben ser reprimidas, donde mostrar el dolor es sinónimo de debilidad, donde hasta la señora que necesita ayuda para cruzar la calle te mira con desprecio si te nota frágil. Pero yo… yo soy el que hizo el cambio, el que demostró que llorar no es de débiles, sino de valientes. Por eso soy fuerte, tan fuerte como una bomba nuclear o una tormenta gigante de emociones negativas. Como un samurái, corto de tajo toda la negatividad. Soy el que pone el lomo para tumbar la barrera.

No fue un mal día. Hoy estuvo bien. Mis ganas de estar vivo empiezan a crecer, aunque a veces divago y creo que no debería ser así. Y si así es… lo mataré. O moriré una vez más, solo para renacer otra vez.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.