Vaya, qué día más bueno. No puedo tener un mejor puto día. Maté hasta el estudio, así que tiempo para llorar ya no hay. Con toda la fuerza del mundo, con todo el impulso, salto hasta llegar arriba y veo de nuevo el jardín de tulipanes que vi cuando estaba en mi ciudad paz. Me sentí en casa otra vez. Sentí que ya no podía regresar atrás. Qué día más bello. Y lo mejor fue su final: el salto y el golpe de realidad que nadie podría imaginar.
Y la realidad es que de esta ciudad no puedo escapar. No hasta que mate a todos los problemas que me hacen dudar de mi capacidad. Así que me pongo los zapatos, los ato bien, y con la mayor seguridad entro a la selva de cemento. No tengo miedo. No tengo dudas. Ya no puedo escapar. Ahora mi salto va hacia donde nadie más puede llegar, hacia la cima más grande antes vista, esa cima donde está mi templo, donde está mi ciudad paz.
Entro con toda la seguridad del mundo, tomo mi espacio y veo que el balón sale corto. Entonces tomo impulso, corro, salto de la forma más cabrona que existe, y justo cuando mi mano impacta el balón, se siente la explosión del golpe. Ahí me doy cuenta de que mi problema ya acabó, porque ahora soy yo contra el mundo, y me parece justo.
Soy yo contra el mundo, y me parece justo, porque sería injusto no pararme a enfrentar mis problemas. Injusto no dejar que el mundo quiera enfrentarse a mí. Hoy tengo la fuerza suficiente para levantar toda esta mierda y destrozar cada obstáculo frente a mi mirada. Pero es con esa misma mirada con la que demuestro la seguridad que cargo ahora, la seguridad con la que destrozaré a mis oponentes.
Bajo del escalón, entro de nuevo para reforzar lo antes dicho. Dejo todo. Y dejo en el piso al que no quiso entender, al que creyó que yo no podía renacer. Ahora soy las cenizas de quien fui. Dicen que es mala suerte, pero nada de esto es pura mala suerte, como toda mi vida. Y ya no soporto a los que dicen que el negro ya no puede, porque sí puedo, y sé que les duele, porque ya no los veo.
Deseo ser el mejor, pero ya no puedo ser mejor de lo que soy. Y aunque las paredes se cierren, yo siempre encuentro la salida.
Y ahora puedo. Así que cada salto es un boom, boom a la otra cancha, porque nadie puede parar la locomotora que soy. Hoy me siento mejor. Aunque un poco cansado, no paro. Sigo. Voy a la línea, salto y disparo. No estoy creado para ser eterno, pero sí para ser la inspiración de quienes están empezando. Y sigo aquí, compensando mis errores.
Qué maldito día más bello. Tanto así que desperté con alas, las mismas que son el impulso de mi inspiración para seguir siendo el mejor.