La vida en una canción [editando]

4


El inicio de una apuesta para llevar a cabo.

Elliot

🎸

     Al girarme para enfrentarla y mostrarle mi arma secreta... no estaba.


¡Qué rápido se había ido! ¡¿Qué acaso era Flash?! No podía creerlo, solo estaba bromeando. Se toma las cosas muy a pecho, pero bueno.
—¡Hey! ¿Todo bien?


Matt venia con un envase de... ¿crema depilatoria?


—Eh, sí.
—Ajá claro, ¿quién era esa chica?


—¿Cuál chica? — mi voz se elevó tres octavas, carraspeé —. No era nadie.


Bueno, eso no pintaba nada bien. Matt alzó una ceja y mantuvo una sonrisa burlesca.


—¿Seguro?


Lo miré y me resigné a decirle.
—La conocí en un restaurante, pero es una mujer muy rara, ¡no cae en mis encantos!


Mi amigo soltó la risotada. Se burló tanto de mí que tuvo que secarse algunas lágrimas que se le escaparon.


—Vale, ella me agrada, ¡no cae con semejante hombre! ¡Sí que es rara!


Sé que lo decía con la única intención de burlarse de mí, por lo tanto, le seguí el juego y me reí también. Caminamos a su empresa entre bromas. 


—Espera, espera, ¡¿te dió calabazas?! ¡¿Ni siquiera le importa tu dinero? — preguntó con guasa.


—Claro que sí le importa, solo es tímida. Además, si yo quisiera podría hasta comprar su voluntad — refuté, me miró con burla, obviamente no se lo creía.


¡Esa bendita mujer me hacía la vida imposible sin pretenderlo!


—No Elliot... no a todas las mujeres les gusta el dinero y esa chica es la prueba — se mofó y me miró con desafío... hice lo mismo.
Me crucé de brazos y levanté una ceja.


—¿Qué? ¿Quieres apostar?


Matt resopló y empezó a caminar.
—Por Dios hombre, ¿cómo se te ocurre apostar con eso?


—¡¿A qué mujer no le gusta el dinero?! Verás cómo cae.


Matt entrecerró los ojos mirándome, analizándome. Finalmente, se encogió de hombros con una sonrisita. 
—¿Por qué no?


Sonreí ampliamente con malicia, esto sería pan comido.


Cuando, ¡Por fin llegamos a su empresa! Abrí la boca sorprendido. Era un edificio enorme y lujoso. Un guardia nos recibió y saludó a Matt con respeto.
—Wow, hermano, esto es increíble — murmuré

.
—Gracias, está es mi humilde morada... de trabajo — expresó extendiendo los brazos y me hizo una seña —. Ven, vamos.


Entramos por las puertas de cristal transparentes. Unas chicas caminaron por nuestro lado soltando risillas al mirarnos. Miré más allá, la recepcionista era muy atenta. Otro hombre salió del ascensor con el teléfono en la oreja, Matt me hizo señas para que esperase mientras él resolvía algo de la empresa y me senté en uno de los cómodos sofás de cuero negro con cojines de gamuza color gris. Era muy moderno. Una mujer un poco mayor me miró y frunció los labios. Quizás quería hacerme una pregunta, pero continuó leyendo su propuesta, a lo mejor tenía una importante presentación. Ella sintió mi mirada y se disponía a decirme algo cuando Matt me llamó. Me levanté de inmediato para seguirle, no sin antes girarme para mirarla de nuevo.


Caminamos por el flamante pasillo de paredes blancas y relieves, hasta que él se detuvo para llamar a la puerta con los nudillos en tres breves toques con un ritmo particular.


—Entra — se escuchó, debía ser un toqueado especial entre hermanos.


Abrió la puerta y me hizo una seña para entrar. Julie estaba mirando unos papeles que no se había percatado de mi presencia. Tenía el cabello rubio suelto y ondulado con cosméticos, los ojos maquillados y escondidos detrás de unas gafas modernas. Se veía preciosa y tierna, como había sido siempre.


—Pero bueno Matt, ¿qué sucede que...? — se cayó al instante en que levantó la vista y me miró — ¿Elliot?


—Hola Julie, cuánto tiempo.


—¡No puedo creerlo! — exclamó para levantarse corriendo y envolverme en un abrazo que le devolví.


—Sí, bueno, yo sobro así que me marcho para dejarlos en... el reencuentro — explicó Matt cerrando las puertas y dejándonos solos.


El olor a vainilla de su champús se impregnó en mis fosas nasales. Sonreí, supongo que hay cosas que nunca cambian.


—Vaya, has cambiado mucho — dijo al soltarme.


Me encogí de hombros y ella me guió al sofá. Nos sentamos uno frente al otro, nos sonreímos y me fijé en la sortija de diamantes que llevaba en el dedo anular. Sonreí más ampliamente.


Julie fue mi novia en la preparatoria. Pero yo no era la suficientemente bueno para ella. No le daba la atención que merecía y a veces no la trataba muy bien. Antes de firmar con la discográfica decidimos que lo mejor sería terminar. Yo me iría y no sabía cuándo volvería, o si lo haría, y ella quería quedarse aquí, ese era su sueño. Además, sería injusto que me esperara. Por eso preferimos quedar como amigos.


—Felicitaciones por tu compromiso, Matt me lo contó.


—Ah, ese Matt no se calla nada — sonrió —. Sí, me casaré pronto.


—Me alegro mucho por ti, Julie — respondí sincero.


Ella me miró agradecida, se le veía muy feliz. Se veía mucho más hermosa que cuando éramos unos críos. Y siempre lo ha sido. Así que me contenta que se casará con un buen hombre que la quiere y la valora.
—Gracias Ell.


—Es muy bonita tu oficina — comenté, ella rodó los ojos divertida.


—No empieces.


—¿Qué? Solo iba a decir que no te imaginé como toda una diablilla empresaria.


—Cállate — se rió —. No puedo creerlo, ¿por qué dices esas cosas?


—Digamos que Matt me ha contado muchas cosas.


—Ya. Se han puesto al día, ¿eh?


—Y las caras de las personas también me lo dicen — ella abrió mucho los ojos —. Hoy tienen una entrevista, ¿no?




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