La vida en una canción [editando]

16


¡Aquí comando alfa! ¡Comunique si está preparado!
Cambio y fuera.
Elliot
🎸

     La brisa mañanera me golpeaba la cara mientras tomaba de mi cerveza de cebada. Suspiré con un “Ahhhhhs” deleitándome con su magnificente sabor. Hacia un poco de frío y sentía los nudillos blancos y congelados, estaba entrando el invierno. El clima aquí era muy distinto a Miami. El azul radiante por el resplandor del sol era el lienzo perfecto para mirar las bandadas de pájaros con sus peculiares sinfonías. Era una mañana sublime y más aún al saber que Celeste había aceptado mi cita. Una sonrisa espontánea surgió de mis labios.


—Alguien se levantó contento está mañana.
Mi padre venía con una cerveza en la mano y una expresión bellaca al situarse a mi lado apoyándose en el travesaño. 


—¿No se supone que ya no tomas? — pregunté.
Un ligero encogimiento de hombros por su parte acompañó mi enunciado. 


—Una vez a la Cuaresma no resulta mal, además, ya que tú estabas celebrando, quise celebrar contigo...


—¿Y qué es lo que se supone que estoy celebrando?


—No lo sé, eso dímelo tú.
¡Qué perceptivo!


—A ver hijo, ¿no me vas a contar sobre la dueña de esa sonrisa?


—Demonios papá, ¡no puedo esconderte nada! — reímos.


—Claro que no. Te conozco... — lo miré, mi padre era perceptivo, podía calcular que me sucedía algo, pero no entendía cómo había dado en clavo con la hipótesis —. Y Vicki me dijo que tenía que ver con una chica.


¡Ahí estaba la respuesta!


Negué con la cabeza, vaya con esa mujer. Presentía que sería alguien muy importante en esta familia.
—El sexto sentido de una mujer funciona de un modo incomprensible en la mente de un hombre y es inusualmente muy asertivo — tomé un trago de la cerveza.


—Y además de que es una cualidad terrorífica — completó mi padre.


—Concuerdo.


Nos miramos y carcajeamos. Era ameno hablar con mi padre.


—¿La llevarás al aniversario de Matt? La invitación está sobre la repisa...


—Aun no lo sé. Hoy la llevaré a una cita. 


—Vaya, debe ser una chica impresionante — lo miré sin comprender y él realizó un gesto señalando su sonrisa —. Estás más sonriente de lo normal. 


—Claro que no.


No había reparado en la sonrisa de oreja a oreja que portaba, de cualquier forma sería difícil ocultarla. Ya nada podía hacer.
—Y yo nací ayer.


—Papá — me quejé soltando una risotada.


—Es la verdad hijo, ¡brillas! — dijo riendo.
Rodé los ojos divertido.


—Ya quiero que la conozcas — suspiré.


Los ojos de mi padre centellearon con ternura y su sonrisa se amplió de una manera quebradiza. Puso su mano en mi hombro reconfortadoramente.


—Yo igual quiero conocerla, Elliot. Procura llevarla a la fiesta de Matt — me palmeó para dejarme en el porche, pensando.


La puerta se abrió de nuevo dejándome ver a la pelirroja que traía de cabeza el mundo de mi papá, le sonreí. Debía tener precaución con sus poderosos maleficios que ocultaba con esa sonrisa candorosa. 
—Hola Elliot.


—Hola, ¿cómo amaneciste Vicki?


—Muy bien, ¿y tú? — levantó un hombro socarrona —. Ten, te he preparado el desayuno.
Dos panqueques esponjosos con sirope y arándanos en un plato flotaban frente a mis narices. Se veían muy apetitosos. 


—Gracias Vicki — recibí el plato, pero mis agradecimientos no se limitaban exclusivamente al desayuno —. Por todo. Gracias a ti, mi papá ha cambiado mucho. Ha logrado salir adelante. Lo haces feliz.


Ella negó con la cabeza.
—Los dos nos hacemos felices — dijo con preciosa ternura —. En una relación de pareja, los dos deben poner su granito de arena para que funcione bien. No es sencillo, pero si pones de tu parte, el esfuerzo valdrá la pena.


Sus palabras, aunque tiernas, desprendían una sabiduría enorme que me dejaban dudoso.
—Vicki, me gustaría hacerte una pregunta un poco entrometida...


—Adelante — asintió dándome su aprobación.


—¿Por qué te interesaste por mi padre? ¿Qué te gustó se él?


—Uhm — se tomó del mentón pensando a profundidad —, a veces, lo que hace enamorarnos de una persona es impredecible. 

No va siquiera en el físico, simplemente te das cuenta que, todo lo que hace y dice esa persona, te encaja. Es una sensación incomparable, te confunde si lo rechazas, pero cuando te rindes ante el amor, ves todo con más claridad.


Vicki me miró y sonrió sonrojada. ¡Qué tierna!


»—Estaba acomodando unas camisas en sus respectivos lugares cuando lo conocí — narraba —. Ni siquiera me tocaba ese departamento, yo atendía la tienda de deportes, pero mi amiga me había pedido el favor mientras ella atendía a su hijo. Él ni me miró, solo preguntó por el precio de las camisas. Quedé embobada al instante. Tenía una cara sería, de esas que te decían: “he pasado por un montón de cosas y aquí sigo, vénceme si puedes”... Y me quedé sin aire.


Nos miramos y reímos bajito. Había acertado en todo el ámbito de la frase. Continuó hablando:
»—Le di el precio y le dije que la que tenía en la mano le quedaría muy bien. Por fin levantó la cabeza y sonreí ampliamente, por primera vez deseaba que ese hombre me mirara. Y lo hizo, me detalló, sonrió y negó con la cabeza como si fuera algo imposible. Desde allí supe que estaba perdida y también, de que anhelaba conocerlo mejor. Antes de que se fuera y en un impulso, lo invité a tomar algo conmigo y unos amigos, estaba algo renuente a aceptar, pero de algún modo con mi insistencia lo pude convencer. Y he agradecido a Dios todos los días por haberlo conocido.


—¡Wow!


—Sí, estoy enamorada Elliot, y no me importa demostrarlo. El miedo solo es un impedimento, un obstáculo en el camino que debes rodear y evitar para no caer ni ceder. Debes ser sincero contigo mismo para luego ser sincero con los demás, o no podrás.




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