CAPITULO 4

LA CENA

• Hola, si soy Eliana, ¿Y tu eres? …- La voz de Eliana tembló un poco, el hombre frente a ella era bastante MUY atractivo, un hombre alto, no demasiado musculoso, son la barba bien definida, un traje que parecía hecho a la medida.
• Soy Mario, Mario Rosales, es un gusto conocerla señorita, pero por favor hay que pasar. – El hombre le extendió la mano a Eliana para que lo acompañara, ella un tanto incomoda accedió, entrelazando sus brazos, caminaron rumbo al restaurante. – Buenas tardes, reservación a nombre de Mario Rosales. – El hombre frente a ellos reviso una pantalla para dejarlos pasar.
• Adelante. - Fue lo único se Eliana alcanzo a escuchar cuando se encontró dentro del elegante lugar.

Pasaron a una mesa cerca de una ventana, de modo que dejaba ver un bello atardecer, Mario acerco a Eliana a uno de los asientos y saco su silla, “no sería muy caballeroso de mi parte dejar que usted haga esto sola, señorita”, había dicho el hombre, Eliana se puso un poco más roja de lo normal, haciendo un ademan con las manos para que él también se sentara frente a ella, él con la tranquilidad de mil cielos accedió.

• Es un placer poder conocerla, señorita, dígame, ¿Cómo se encuentra hoy? – El hombre hablaba con tanta naturalidad que era algo raro para Eliana.
• Me encuentro bastante bien, muchas gracias por preguntar, ¿y usted? – Eliana estaba removiéndose algo incomoda en su asiento.
• Si no se siente cómoda podemos posponer este encuentro... – La voz del hombre se escucho más por lo bajo, habiendo que Eliana se sobresaltará.
• No es eso… Solo tuve un día algo ajetreado. Perdóneme si hice ver algo que no era. – Forzó una sonrisa que pareció tranquilizar al hombre frente a ella.
• Está bien, dígame ¿en dónde trabaja? – Él esbozo una sonrisa, Eliana se sintió un poco mal por responder, se notaba que el hombre frente a ella era de buen dinero, algo que ella no podía dar de regreso.
• Trabajo en una floristería, nada demasiado ostentoso. – Ella levanto la mano haciendo un ademan para restar importancia a algún tema que para ella era poco importante. - Dime mejor, ¿Tu en que trabajas? – Ella estaba nerviosa, no sabia porque, si por el hombre frente a ella o por el lugar, o quizás solo el nervio de conocer a alguien nuevo.
• A mí me encantaría trabajar en un lugar tranquilo como lo debe de ser una floristería. Trabajo en una oficina. – Mario hablaba sin dar muchos detalles.
• Tampoco es la cosa más sencilla del mundo.
• Nunca dije que lo fuera. Él hablaba con una sonrisa en labios, algo que contagio a Eliana, haciendo que sus hombros perdieran un poco de tensor.
• Cambiando de tema, ¿Qué haces en tus tiempos libres? – Eliana se recargo un poco sobre la mesa.
• Buenas tardes, les ofrezco el menú. – El mesero había llegado en el peor momento. Dejando las cartas se retiró.

Ambos revisaron con detenimiento las cartas, dándose pequeñas miraditas cómplices cada tanto tiempo. Pasados cinco minutos volvió el mesero.

• ¿Qué les podemos ofrecer el día de hoy? – El joven mesero hablo con una libreta en manos.
• Para la dama – Hablo Mario, Eliana pensó que él pediría por ella, espero un par de segundos, cuando vio que él no hablo ella lo hizo.
• Un plato de espagueti blanco por favor. – Fue lo único que ella pidió, para Mario no paso desapercibido que era lo más barato del menú.
• ¿Estás segura? – El tono de él no era de burla como lo pensaría Eliana, era más bien de duda. – Si es por el precio no te preocupes, yo te invite, yo pago – Lo último lo dijo más bajo para que solo Eliana lo pudiera escuchar.
• Estoy bien con eso, tal vez un poco de vino. – Dijo rápidamente para que no pensara que lo estaba desairando.
• Está bien, para mi… - Espero unos segundos – Un corte de carne Kobe. – Hablo él tranquilamente. – Con una botella de vino blanco.
• Esta bien, en un momento lo traemos. – El mesero se fue dejando solos a la pareja que se empezaba a relajar cada vez más el uno con el otro.