—Ah, pero qué... —siento como mis pies caen al suelo después del largo viaje que tuve gracias a esa piedra. Sacudo el polvo de mi ropa y, al mirar a mi alrededor, me doy cuenta de que estoy en otro mundo, y definitivamente no es "Midgar Fantasy".
Decido caminar por aquel sendero de piedras que brillan de color verde, intentando descubrir dónde estoy. Esa piedra brilló cuando estaba solo y no con mis amigos, lo cual me parece muy extraño. Sigo avanzando y, movido por la curiosidad, observo cómo es este mundo. Pronto noto que todo aquí gira en torno al fuego: casi todas las plantas lanzan llamas como si fueran dragones, la gente se lanza al río de lava como si fuera lo más normal del mundo, como si no fueran a quemarse. Todas las criaturas parecen estar relacionadas con el fuego, y debo admitir que me parece fascinante descubrir que existen más mundos como "Midgar Fantasy". El universo está lleno de secretos y lugares inesperados.
Después de detenerme un rato para contemplar aquel paisaje tan maravilloso, siento un roce en la pierna. Al mirar hacia abajo me encuentro con una criatura peculiar: parece un ratón, pero es de color naranja y sus orejas son literalmente de fuego. Si empezara a hablar, no me sorprendería. Desde lo que viví en Midgar Fantasy, ya nada me sorprende.
—¡Holaa! ¿Quién es usted, criatura rara? —me habla aquel ratón con una voz chillona que resulta algo molesta. —¿Por qué no me contesta? ¿Acaso no es de aquí? —continúa, mientras abre los ojos con suspicacia y se trepa a mi hombro para mirarme de cerca—. Sí, lo sabía. No eres de aquí. No eres de fuego, no lanzas fuego, no tienes ningún poder de fuego, nada de nada. Creo que te voy a llevar... —me analiza con una mirada inquietante, lo que me obliga a interrumpirlo.
—Ehm... sí, obvio que no soy de aquí y ni siquiera sé cómo llegué. Pero por favor, no me hagas daño —le respondo, encogiéndome de hombros y entornando los ojos con miedo.
—¿Eh? ¿Por qué te haría daño? Está prohibido usar nuestro fuego para lastimar a alguien. Una regla tonta, en mi opinión, pero hay que obedecer al Rey. Uff... —suspira, rodando los ojos, y luego recuerda mi presencia—. Ah, cierto. Creo que sería interesante llevarte con el Señor de la Sabiduría. Él lo sabe todo acerca de cosas extrañas e inexplicables que ocurren en los mundos.
—¿El Señor de la Sabiduría? ¿"Los mundos"? —mi curiosidad se enciende con fuerza.
—Sí, creo que es mejor que él te vea.
—¿Y quién es ese Señor de la Sabiduría? ¿Por qué debería ir contigo? Con esta piedra encantada no estoy solo, ella me trajo hasta aquí. Puedo arreglármelas por mí mismo... —no termino de hablar porque el ratón me arrebata la piedra de las manos. La observa fijamente, como hipnotizado. De repente su voz se vuelve más grave, como si otra persona hablara a través de él.
—Definitivamente tienes que venir conmigo a ver al Señor de la Sabiduría.
—Pero yo... —intento excusarme, pero de pronto siento cómo mi cuerpo se encoge. Todo a mi alrededor se vuelve enorme. Me doy cuenta de que el ratón me ha reducido de tamaño. Con rapidez me amarra a su espalda, como si fuera una mochila, y empieza a correr.
—Tú te vienes conmigo. Hace años que no ocurre algo así...
No tengo opción, así que me resigno a su plan mientras atraviesa caminos de piedra y lava como si fueran simples senderos.
~*~
De tanto correr termino quedándome dormido, amarrado a su espalda. Cuando me despierto, siento cómo me cae un líquido amarillento y brillante en la cabeza, el cual me devuelve a mi tamaño normal. Me incorporo un poco mareado y observo a mi alrededor: hemos llegado a una cabaña pequeña de color rojo, apartada de todo. Mi curiosidad me empuja a recorrer el jardín que la rodea, lleno de plantas y flores extrañas con poderes. Algunas, al tocarlas, liberan humo que toma formas geométricas; otras tienen raíces y pétalos de fuego que lanzan flechas de llamas, reduciendo a cenizas cualquier cosa. Lo compruebo cuando un viejo papel que llevaba en el bolsillo cae al suelo y se consume al instante.
***
Mientras sigo explorando, un hombre mayor sale de la cabaña. Tiene barba y cabello blancos, un sombrero azul puntiagudo y una túnica del mismo color. Parece un mago de las películas de esas que veo. Me observa confundido y luego mira de reojo al ratón buscando una respuesta.
—¿Hola? ¿Te conozco? —me pregunta aun confundido.
—La verdad no —respondo tranquilo. La verdad ya me da igual saber cómo esta piedra me trajo hasta aquí, a veces no todo necesita una respuesta—. Este ratón me trajo porque dijo que usted podría explicarme cómo llegué aquí.
—Oh, entonces no eres de este mundo... interesante.
—¿Y bien? ¿No le parece extraño? —interviene el ratón, ansioso.
El anciano acaricia su barba, pensativo.
—Puede ser. Mejor entremos. Nunca se sabe quién podría estar vigilándonos. —mira de un lado a otro precavido viendo que no esté nadie, me empuja para que entre rápido, le sigo la corriente, pero sin preocupación de que haya alguien por ahí viéndonos.
***
Al entrar a la cabaña veo que es rústica y mística tiene plantas decorativas, una biblioteca con libros antiguos que tienen títulos: "La magia negra" "mundos ocultos" "espíritus familiares" y había uno que parece que no alcanzaron a escribir su título: "El gurdn mnd". No se le entendía nada, era muy extraño. Lo demás que vi eran algunas repisas donde estaban algunas pociones, varitas, cuarzos y todo eso que tiene que ver con la magia. A primera vista uno se da cuenta que este señor es un mago, aquel que sabe sobre estos temas ocultos que le gente a veces le da miedo.
Decido sentarme en un mueble que está al lado de la chimenea y calentarme un poco, aunque no sé porque lo hago si todo este mundo es de fuego y sería difícil que te congeles. Rodeo los ojos y me rio por mi pensamiento tonto. A lo que el ratón me mira como si estuviera loco, igual no le doy importancia. El anciano viene hacia nosotros, se sienta en el otro mueble frente a mí y empieza hablar.
Editado: 18.12.2025