Cuando llegamos a casa Amy aún está despierta haciendo dibujos en la mesa de la cocina. Cuando ve a Eider se emociona inmediatamente.
—Viniste.
—Hola pequeña.
—¿Por qué sigues despierta Amy? —le pregunto a mi hermana.
—Es que quiero terminar el dibujo que le prometí a la osita.
—Pero no veremos a la osita hasta el domingo, así que puedes terminarlo luego.—Amy hace un puchero, pero empieza a guardar sus cosas.
—Disculpen, ¿Quién es la osita? —Pregunta Eider confundido.
—Es nuestra hermana menor, pero así le decimos. —comenta Amy. —¿Sabías que tenemos otra hermana?
Inmediatamente me tenso.
Aún me niego a compartir esa parte de mi vida con Eider, no sé por qué, pero sigo sin encontrar la forma de explicar el desastre familiar que reina a mi alrededor.
Quizá solo temo saber cómo él tomará todo esto.
Sin embargo, Eider sigue intentando acercarse más y más a mí, sigue intentando hacer que me abra del todo a él, y poco a poco va quebrantando mis defensas, todas menos esa.
Ya me hice a la idea de tener una relación, es algo que se siente muy bien. Por casi dos años solo me he preocupado por mis hermanas y por papá, por tener suficiente dinero para el hospital de Abril y porque haya suficiente dinero para pagar las facturas. Por eso tener a alguien que se preocupa por mí como lo hace Eider es algo increíble.
—Cuéntame de ella. —Pide Eider a Amy y su voz me saca de mis pensamientos.
—Es más pequeña, pero aún no puede vivir con nosotros. —Empieza Amy.
Llegó la hora de interrumpir a mi hermana.
—Amy cariño, es hora de lavarse los dientes e’ ir dormir. —Anuncio
—Pero aún no es muy tarde.
—Ya hablamos de esto. Vamos.
—Por favor Alex…
—Por favor Amy —La miro dejando claro que no es momento de contradecirme, muy a su pesar se dirige a Eider y lo abraza antes de darme un pequeño beso y caminar hasta su habitación.
Se bien lo que está pensando Eider y me niego a tener esta conversación en este momento.
—¿Por qué te niegas a hablarme de tu hermanita? —Pregunta aun desde su sitio en el sofá.
—Aún no me siento preparada para hablar de eso. —Contesto evitando su mirada.
—Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea ¿verdad?
—Lo sé. —respondo con una sonrisa.
—Y gracias por acompañarme esta noche.
—No hay de qué. —Digo aun sonriendo.
—Bien, y ¿Por qué estás ahí si yo estoy aquí? —Dice de repente doblando un dedo indicándome que me acerque a él.
Me levanto de donde estoy y me siento a su lado, moviéndome con una velocidad impresionante. Eider se acerca y entonces empieza a besarme, comienza lentamente, pero el beso se intensifica rápidamente, noto sus manos en mi pelo y me olvido de donde estoy. Sólo puedo pensar en lo mucho que deseo perderme en él. Esto por supuesto, hasta que escucho la puerta del baño.
Amy.
Nos separamos inmediatamente, él con una gran sonrisa yo muy sonrojada.
Eider articula que ya se va, pero yo lo detengo.
—Sólo un momento. —digo
Me dirijo a la habitación de Amy y la encuentro colocándose su pijama. Me mira con expresión culpable.
—¿No podemos hablar de Abril? —Me pregunta.
Me acerco a ella para terminar de ayudarla a prepararse
—Si podemos cariño, pero es un tema un poco delicado del que aún no me atrevo a hablar con él.
—Pero Abril ya está mejor, A Eider le gustaría conocerla.
—Estoy segura que sí, pero mientras tanto déjame ser yo quien se lo cuente a Eider ¿sí?
—De acuerdo. —Hace silencio un rato. —Alex ¿Estás enamorada?
Me quedo en silencio un rato porque ni yo misma lo sé a ciencia cierta ¿Será muy pronto para decir que estoy enamorada?
—No es hora de charlar enana.
—Está bien ¿Te quedas un rato más?
—Nada me gustaría más.
***************
Cuando regreso a la sala me encuentro con un Eider pensativo, perdido en su teléfono. Otra vez con esa expresión tan seria.
—¿Va algo mal? —Pregunto y él levanta la cabeza y me regala una gran sonrisa.
—Nada importante ¿Ya se durmió??
—Eso parece.
—Ella es una chica increíble ¿lo sabes?
—Lo sé.
—Y estoy seguro de que gran parte de lo que ella es, es gracias a la maravillosa, divertida, inteligente, guapa y valiente hermana que tiene.
A medida que dice esto, se va acercando poco a poco a mi hasta que lo tengo justo enfrente. Pero yo estoy más atenta a todas y cada una de las palabras que salen de su boca porque no quiero perderme ni una sola cosa de lo que está diciendo.
Eider pone la palma de su mano sobre mi corazón y coloca la mía sobre el
suyo. Acerca sus ojos a los míos para asegurarse de que estoy aquí con él y de que tiene toda mi atención.
—Eider —digo en voz baja.
Él baja las manos en mi cintura y se acerca a mí.
—Alex —responde, imitando el tono de mi voz.
Nunca he estado tan expuesta ante otra persona, pero el modo en que él me
mira solo hace que quiera estar así de expuesta.
Nerviosa e’ insegura de lo que estoy haciendo, le tomo la mano, lo llevo a mi habitación y cierro la puerta con cuidado.
Eider no mira a ningún lado, solo me mira a mí. Me acerca a él lentamente y vuelve a besarme.
Noto sus manos en el pelo cuando comienza a devorar mi boca.
Gimo contra sus labios y Eider hace un sonido como de excitación, me tira con fuerza del pelo, consiguiendo que el beso se vuelva voraz.
Me apoyo en el como si no pudiera acercarme lo suficiente. Gira conmigo entre los brazos y me apriete contra la pared. Mi cuerpo se funde con el suyo. Siento cómo cada duro ángulo de su figura se disuelve contra mi suavidad. Solo la ropa que nos separa le hace interrumpir el beso.
Me mira atentamente, está jadeando y los ojos le brillan.
—Me encantas. —murmura.
Gimo deseando volver a besarlo y él reanuda el beso donde lo dejamos sin reservas. Se inclina para tomarme en brazos sin interrumpir el contacto de nuestros labios y me lleva hasta la cama. Me deposita encima y se endereza para mirarme.
Él no dice nada y yo tampoco. Sé que las palabras destrozarían la mágica perfección del momento, y eso es lo último que quiero.
Desliza las palmas por mis pantorrillas hasta llegar a las rodillas, donde se detiene. Entonces veo que se encorva sobre mí y siento sus labios en mi vientre. Al momento noto lo mismo que si me hubiera marcado con un hierro al rojo vivo. Mueve la lengua para saborear mi piel y eso provoca una oleada de ardientes sensaciones en mí.
Estoy a punto de tener mi primera vez. Oh Dios. La inquietud en mis agitadas tripas se ve interrumpida por un torrente de atolondradas mariposas. Hace semanas sueño con este momento, pero ya no hay fantasía alguna que importe, realmente lo estamos haciendo.
Entonces de repente se separa de mí y me mira a los ojos, puedo notar cuanto me desea, pero también percibo su inseguridad, se aclara la garganta y habla:
—No puedo dejar de pensar en hacerte esto —susurra tan bajo que apenas puedo oírle—. Dime que me detenga si no lo deseas. Si no me deseas.
En el instante en que se separa de mí, la pena se apodera de mi pecho. No porque Eider se haya detenido… sino porque nunca imaginé que dos personas podían conectar a un nivel tan íntimo, y que esa fuese una sensación tan maravillosa. Tan exagerado como suena, siento que el propósito de todo en la vida se centra en este momento: en nosotros dos.
Todo lo que ha pasado y pasará en este mundo es el telón de fondo de lo que está ocurriendo entre nosotros ahora mismo, y no quiero que pare. No quiero. Niego con la cabeza mirando a sus ojos suplicantes, y solo soy capaz de susurrar:
—No. Por favor no te detengas.
Su rostro muestra una expresión de alivio, Su brazo cede y deja caer todo su peso sobre mí. Me presiona, en todo mi cuerpo con todo su cuerpo y de repente, empieza la función.