Si no me pongo las pilas, mis notas se resentirán y no podré evitar que el tren del desastre me atropelle una vez más. Tomo un sorbo de café del vaso desechable y compruebo los daños.
Me fue patético en el examen que tuve hoy, he perdido tantas clases que estoy extremadamente atrasada en un par de materias y olvidé totalmente el proyecto del puente que debo entregar mañana y una noche no es suficiente para realizarlo.
Estoy perdida.
—Dios estoy tan agotada —Comenta Megan, arrugando su nariz ante la ola de estudiantes que pasan a nuestro alrededor deseosos de salir de la universidad después de un largo día de clases. Luego agita su mano frente a mi cara. —¿Estás pensando en tu novio otra vez?
Parpadeando me centro en mi amiga.
—No. Estoy pensando en que este año está completamente perdido para mí. —respondo con una mueca.
—¿Tan grave es?
—No tienes ni idea, pero no importa ¿Entonces que más te dijeron en el médico?
Las comisuras de sus labios se curvan hacia arriba.
—La buena noticia es que no hay de qué preocuparse, solo me he esforzado demasiado, mala alimentación, un poco de estrés y falta de lentes. Cosas que fácilmente se pueden solucionar y los dolores no volverán.
Una ola de alivio me invade y es tan grande que casi me hace caer. Me preocupaba tanto que Megan tuviera algo peor, sé qué últimamente no he sido la mejor amiga, pero no sé qué haría sin esta chica en mi vida.
—Megan eso es tan increíble. —Me detengo frete a ella y la abrazo. —Perdóname, por favor perdóname por no estar cuando más me necesitaste, aun cuando tu siempre estás para mí sin importar qué.
Mi buena amiga me devuelve el abrazo, pero no dice nada. No tiene que hacerlo. Ambas nos entendemos.
—Celebremos. —le digo.
—Lo haremos, pero mañana. —Hace una pequeña mueca. —Mamá ya tiene todo el itinerario para el día de hoy, espa, peluquería, hasta los vestidos para la boda planea comprar. Ya sabes lo intensa que es a veces.
Inevitablemente un sentimiento de envidia me llena. Daría lo que fuera por tener un momento de chicas con mi madre.
—Espero lo pasen genial.
—Lo intentaremos ¿Amy estará bien si no llego a verla hoy? —pregunta.
—Nos las arreglaremos, no te preocupes. Ve a compartir con tu familia.
Cuando llegamos al estacionamiento, vemos a Eider allí recostado de su auto. Megan me mira con una ceja arqueada.
—Tu novio definitivamente es un acosador.
—Lo sé. —comento con una sonrisa. Luego la miro. —Entonces, ¿Qué te pareció la otra noche?
La pregunta parece salir de la nada, pero definitivamente estoy deseosa saber qué opina Megan de él.
—No lo sé. Es lindo, amable y el discurso que dio fue… Wow. Parece demasiado bueno para ser verdad. —responde y una expresión que no logro definir toma lugar en su rostro.
Ambas miramos a Eider y suspiramos al mismo tiempo.
—De verdad espero no te lastime Alex. O tendré que convertirme en asesina. —Parece que bromea, pero su expresión es tan seria.
Definitivamente tengo a la mejor amiga del mundo mundial.
De repente regresa un pensamiento que ha sido recurrente en mi mente estos días; no estamos excesivamente bien, aún tenemos problemas económicos, papá sigue alimentando a su vicio y Abril continúa en el hospital. Si embargo, Amy y yo nos sentimos mejor de lo que llegamos a hacerlo en mucho tiempo. Ahora ella sonríe más y yo me siento más relajada. No sé qué es lo que tenemos ni lo que estamos haciendo, pero todo parece demasiado bueno, casi perfecto.
Y esto me lleva a pensar en los libros que he leído y en cómo, cuando todo va demasiado bien y es demasiado perfecto, las cosas empiezan a torcerse y de repente todo se va al demonio.
Nos acercamos a Eider y Megan es la primera en saludar.
—Hola acosador.
—Hola chica que me da miedo. —responde con una sonrisa.
—También sonríe demasiado. —Me dice Megan como si Eider no estuviera delante de nosotras.
—También lo sé. —respondo.
Megan regresa su mirada a él.
—Eres tan extraño.
La sonrisa de Eider no hace más que agrandarse.
—Así me quiere tu amiga.
—¿Le dijiste que lo quieres?
—Megan, ¿no tienes que irte ya? —Intento hacer que por una vez no me haga pasar pena.
—Bien, bien. Besos a Amy mañana nos vemos. Adiós acosador.
Mi amiga se aleja y entonces Eider se acerca a abrazarme.
—Te extrañé. —me susurra.
La sangre empieza a zumbar en mis oídos y mi cuerpo se tensa en anticipación al beso que sé que viene, pero hay algo más que necesito hablar con él así que me alejo un poco.
—¿Hay algún motivo en específico por el cuál estás aquí? —pregunto.
—Solo quería verte unos minutos. —dice y toma una de mis manos y empieza a jugar con ella.
—Eider, me alegra que estés aquí. En realidad, hay algo que quiero decirte.
—Te escucho.
—Yo… no me siento preparada para conocer aún a tu familia. Lo siento.
Eider suelta mi mano y sus ojos inmediatamente se llenan de aprensión e incredulidad.
—¿Pasó algo?
—No. No pasó nada, pero… —me callo sin saber cómo continuar. —No quiero que apresuremos las cosas. Me llevaste a tu refugio y luego conociste a mi amiga y ahora quieres que conozca a tus padres y yo… —bajo la mirada porque no me atrevo a ver sus ojos tan tristes y confundidos. —No quiero que esto vaya tan rápido.
Eider se acerca más a mí.
—Alex, mírame.
Como no lo hago, Eider me atrae hacía él y me besa. Es un beso tierno y suave, pero lleno de pesar. Sé que lo he decepcionado y me odio por eso, pero tengo miedo.
—Todo estará bien. Lo prometo. —susurra una y otra vez en mis labios. Cuando se retira puedo ver sus ojos apagados. —¿Necesitas que te lleve a algún lugar?
Pienso en mis notas y en que debería pasar un rato estudiando antes de ir al estudio.
—La verdad no. Quiero ir un rato a la biblioteca.
—Bueno. —Eider se aleja del todo. —Tengo algunas cosas que hacer así que supongo que nos veremos luego.
Se da la vuelta, pero yo lo detengo. Aunque no sé qué decir. Eider ve la indecisión en mi rostro y finge una sonrisa.
—Está bien Alex. Te dije que nunca te obligaré a nada. Ve a estudiar, yo debo irme ya.
A pesar de sus palabras su expresión es dolorosamente amarga, como si tuviera mucho que decir, pero tuviera miedo a expresarlo. Después de otra pequeña sonrisa se gira y se sube a su auto sin mirar atrás.
Si lo hubiera hecho, habría visto mi expresión atormentada, lamentando decepcionar a quien quizás es el chico más dulce que alguna vez he conocido.