En algún lado de Latinoamérica, una jovencita prepara sus audífonos para regresar a casa tarareando y descansar de la tortuosa escuela.
Graciela pone su playlist favorita: “Do you like me now?” En donde la mayoría de las canciones habla sobre ser el mejor y de joder a todos los que te lastiman.
Hoy sus zapatillas deportivas de tela llevaban algo de barro, ya que anoche había caído una inmensa lluvia. Dejando una humedad que hacía lucir su cabello como si fuera un erizo.
Siempre supo que el cabello corto hasta los hombros no le sentaba muy bien, pero la comodidad de no tener que cuidarlo como oro cada mañana valía la pena.
Viaja feliz por las rotas calles de su barrio, sintiendo que el mundo es suyo con cada paso que da y con cada percusión en su música.
Pasa por la vieja licorería, que parece más un museo que otra cosa; ya que sólo hay tipos de la tercera edad allí.
Justo en la esquina de su manzana se encuentra la policía. Adiós tranquilidad.
Resulta que sin música el barrio no es muy bonito. Notas las casas mal construidas, los techos de chapa, algunos hasta con la reja llena de alambre de púas.
Si bien no están en medio de una zona de guerra, Graciela vive cerca de unos vecinos problemáticos. Todos le temen, y por eso mismo no hacen nada para detenerlos.
Ahora, la policía siempre aparece cuando los gritos y fuertes ruidos ya son demasiado. Cosa que últimamente ocurre seguido.
La chica decide ignorar, ya que es algo común que pasa, y camina con los audífonos de nuevo hacia su casa.
Su residencia era una de las más decentes del lugar, al menos esta sí tenía pintura en las paredes exteriores; un celeste gastado y sucio, pero ahí estaba.
Abre la puerta y su mascota la recibe ladrando.
—¡Mamá! —grita la estudiante, dejando las llaves sobre el estante junto a la entrada.
—¡Salió a comprar! —respondió su hermana mayor desde el baño.
—¿Vas a quedarte ahí para siempre?— cuestiona Graciela, acercándose a la puerta de su cuarto que quedaba al lado del baño.
—Sí —contestó molesta, Julieta.
—Apúrate. —Suspiró agotada.
—¿Qué tal la escuela? —Graciela no respondió. —¿Así de bien? Genial. Cómo todos los días. —Salía la mayor con el rostro marcado por la almohada y con su ropa de dormir toda desarreglada; descalza, con su larga cabellera revuelta; cómo recién salida de un tornado.
—¿Qué tal la entrevista? —interrogó la jovencita con sarcasmo.
—Ja ja. Muy graciosa.
...
El youtuber autoproclamado “Max_style04”, llamado en realidad Maximiliano Gómez viaja con su mejor amigo, Rodrigo Pérez, en taxi hacia una residencia en alquiler cercana a su objetivo.
—Bueno, hemos llegado y como veís, Rodrigo está fascinado con el lugar. —Enfoca con la cámara trasera del celular a su amigo tapándose la nariz.
—Este lugar huele a mierda —decía con repulsión.
—Hey, encontré lo más decente en este vecindario. No te quejes, ¿Vale? —volvió a poner la cámara apuntando a su rostro. —Pues aquí es donde vamos a vivir —enfoca en modo selfie a la casa detrás de él. Algo estropeada por la humedad —, no es muy bonita; pero es lo que hay.
Unos sonidos de bala hacen que los amigos corten la filmación y se metan a la vivienda asustados.
Tratan de observar por la ventana, pero sus vidrios son tan malos que todo se ve desproporcionado.
—¿No vas a meter eso en el vídeo, o sí? —cuestionaba Rodrigo.
—Pero qué te pasa. Esto va a hacer increíble, habrá un montón de gente que comente esta escena. Hay que conseguir más de esto.
—¡Tío, harás que nos maten! —expresaba nervioso su amigo.
—Tranquilo, no haremos nada peligroso. Ya verás, nos verán como a Vin Diesel.
—Es hora de mensajear a tu novia —.
—¿Eh? Ah, cierto. —Max entra a una aplicación de mensajería en su celular. Pero antes de escribir se detiene a pensar y su rostro sonríe como el de alguien que tuvo la idea del siglo. —Sabes qué, la veré mañana en la escuela.
—¿Por qué?
—A las chicas le gustan los tipos misteriosos que aparecen de la nada, ya sabes cómo Edward Cullen.
—¿Quién?
—El vampiro adolescente de crepúsculo.
—¿Has visto crepúsculo? —Se reía burlón, Rodrigo.
—He tenido como diez chicas que me obligaron a verla. Podría hasta recitarte algunos de sus diálogos.
—Eres imposible. Voy a tomar una ducha.
—Vale.
Dos minutos más tarde se oyó un grito de terror proveniente de la planta alta. Maximiliano llega corriendo a dónde está su amigo, agitado y con su jopo caído.
—¡Hay un ratón en la bañera! —exclamaba eufórico y semidesnudo, Rodri.
Max sólo se limitó a reír entre insultos y burlas, buscando su teléfono para inmortalizar esa escena en un vídeo.