La vida no es un clásico cliché amoroso

Capítulo 4

Llegando a la esquina donde se toma el bus, los chicos están a punto de emboscar a su objetivo. De repente la chica se encuentra acorralada entre la pared y un sujeto que sostenía una navaja apuntando a su estómago.

—Haz algo —decía, Rodrigo detrás de su amigo, temblando.

—¿Quieres que me rebanen también? Ninguna cantidad vale tanto como para sacrificar mi vida.

—Olvida eso, gilipollas. La van a matar.

—¡¿Estás de coña?! Si tanto te importa, ve tú.

—Si la salvas cae por ti, te lo aseguro.

—¡Ya te he dicho que no! Además, parece que se conocen. Se están dando la mano, como un saludo.

—Pues vayamos a ver.

En efecto, quien intentó robar a Graciela era un vecino suyo.

—Perdonen, ¿Está todo bien? —preguntó , Max.

Dicho sujeto volvió a sacar la navaja, está vez apuntando a los chicos.

—¿Los conoces? —cuestionó el ladrón a Graciela.

La joven dudó.

—Por favor…eh —titubeaba, Maximiliano.

—Graciela —terminó, Rodrigo.

—Sí, los conozco, Kevin —respondió la chica al ladrón.

—Bueno…perdona por querer robarte.

—No pasa nada.

El tipo siguió caminando, viendo a quien podía hurtar.

—Uf…casi me meo —dijo, Rodri.

—Muchas gracias, Gra

Graciela se hallaba un par de metros adelante. Realmente no quería mantener una conversación más larga de lo que se necesita con desconocidos.

«—¡Eh, Graciela!

—Chica, esperadnos, por favor.

—¡Graciela! —gritó, Max cerca de su oído; cosa que la espantó un poco.

—¿Qué?

—Gracias por no dejar que nos roben. Realmente no tenemos mucho encima, hubiese sido lamentable perderlo todo.

—Sí, ¿Quién era ese tío? —interrogó, Rodrigo caminando al lado de la chica.

—Un conocido, vive cerca de mí.

—Ah, qué coincidencia. Nosotros también vivimos cerca de ti —dijo, Max.

—¿Cómo sabes eso? ¿Sabes dónde vivo?

—Eh…—su amigo le hacía señas de que cerrara la boca. —Es que es un hecho que vamos para el mismo lado, supuse que vivíamos cerca.

—Ah …

Hubo un largo silencio, y no uno muy cómodo. Graciela no podía aguantar, quería salir corriendo y dejar ese vergonzoso momento atrás.

—¿Y…cómo te va en la escuela? —rompió el hielo, Rodri.

—Creo que bien. No soy una mala alumna, pero no creo ser la más inteligente.

Los chicos se miraron poniendo los ojos en blanco.

—¿Y…tienes novio? —Max ponía una de sus falsas sonrisas.

—¿O novia? —exclamó su amigo. —Ya no se puede generalizar en estos días. 
La chica sonrió —No, no tengo nada. No me interesan esas cosas. Son sólo para perder el tiempo.

—Ah, ¿En serio? ¿No quieres que alguien te coja de la mano —mientras lo decía, Max rozó su mano contra la de ella. Y al oír eso, Graciela no pudo evitar reír en el interior. —, o qué te traiga flores o…te bese?

Él miró directo a sus ojos, y ella volteó la mirada.

—No —respondió al instante. —¿Ustedes tienen? —cuestionó mirando a Rodrigo.

—Eh…—éste miró a su amigo, quien negó con la cabeza. —No…no, tampoco nos interesa. —Reía nervioso.

—Habla por ti —corrigió, Max. —a mí sí me interesa. Alguien como Graciela, quizás.

—Tengo que comprar pan.—elevó el tono de voz la muchacha. —Nos vemos mañana. —Se despidió antes de entrar a la panadería.

—Oye, pero podríamos quedarnos y esperarte —Max le tapó la boca a su cómplice.

—Cierra el puto culo, si tengo que pasar un segundo más adulando a eso voy a vomitar. En serio —lo soltó —, estuve así de cerca —dejó una distancia muy corta entre su dedo pulgar y el índice. —de echarme a reír en su cara. No puedo creer que buen actor soy. Oye, ¿Lo grabaste, verdad?

—¡Joder! ¿Por qué debo ser yo el camarógrafo?

Ambos se echaron a andar hacia su residencia.

—Porqué yo soy la estrella del show, gilipollas. —Bufó, Max. —No importa, lo haremos bien mañana. Por cierto, ¿Viste que guapa está Agustina?

—Ahórrame el cuento de tus ligues y sólo dime cuándo la vas a traer, así yo no estoy en la casa.

—Quizás el miércoles de la semana que viene.

—¿Por qué ese día?

—Porqué al siguiente tenemos historia, y ella es una buena maestra de historia.

—Vale, pero ándate con cuidado, no vaya a ser cosa que Graciela te pille.

—Para eso está mi mejor amigo.

—¿Qué? Es tu trabajo estar con ella, no el mío.

—Te subiré el porcentaje de ganancia.




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