La Vida Que Yo EsperÉ

EL PRIMER DÍA DE CLASES

Salomé se esmera en prepararle algo agradable a Liliana, y coge un libro de cocina y en la primera hoja, ve un apetitoso plato de lasaña, y dice:

— Este será el plato que haré hoy, mi tía se llevará una gran sorpresa.

En ese instante, Salomé revisa los revueltos en la nevera y alacena, y se da de cuenta que falta tomate. Y arruga la cara, diciendo:

— No... no quería ir para la tienda.

Desde su habitación, Liliana le pregunta a Salomé:

— ¿Pasa algo?

— Nada de importancia, voy a la tienda por un tomate.

— Bueno, no te demores.

En ese momento, Salomé se va a comprar el tomate en la tienda de la esquina. Cuando Emily la llama por WhatsApp, y le dice:

— Hola, me dejaste ayer hablando sola, te hice varias llamadas, pero tú no contestabas.

— Lo que paso Emily, es que mi tía se enfermó y no puede seguir hablando contigo, porque la fui atender.

— Entiendo, ¿y que tiene Doña Liliana?

— Estaba con la presión alta, pero ya la llevé a un médico, el cual la examino.

— ¿Pero ya está bien?

— Si, está en casa y voy a prepararle algo para comer.

Salomé llega a la tienda, y se encuentra con Ricardo, el joven que la viene acortejando desde que tenía catorce años, pero que por sus malas andanzas nunca le ha hecho caso.

En ese instante, Salomé le dice a Emily:

— Amiga, te llamaré más tarde, ya estoy en la tienda.

— Está bien, te cuidas.

— Tú también.

Salomé cuelga su teléfono, y le dice al dueño de la tienda:

— Don Pablo, véndame mil pesos de tomate.

Ricardo se acerca a Salomé, y le expresa:

— ¡Oye Salomé!, cuando es que tú y yo vamos a salir juntos.

— Déjame pensar... ¡nunca!

Ricardo se ríe un poco y toca la blusa de Salomé, diciéndole:

— Las mujeres difíciles son las que más me gustan.

Salomé se hace a un lado, y le dice a Pablo:

— Atiéndame rápido por favor.

Pablo le dice a Ricardo:

— Deja a Salomé tranquila y vete de mí tienda si no vas a comprar nada.

De inmediato, Salomé paga los tomates y se va rápido para su casa.

Liliana se levanta de la cama al notar que su sobrina se está demorando, y va a la sala.

En ese instante, Salomé entra a la casa. Cuando es sorprendida por su tía, quien le dice:

— ¿Por qué te demoraste tanto en la tienda?

— Estaba hablando por teléfono con Emily... y ya que te levantaste, te voy a mostrar lo que te voy a preparar.

Liliana se sonríe, y le dice:

— A ver, muéstrame que vas hacer.

Salomé va a la cocina y coge el libro de cocina, y le expresa a Liliana:

— Voy hacer lasaña, ¿te gusta?

— Claro, esa pregunta que haces... déjame ayudarte.

— Está bien...

Minutos más tarde, Liliana y Salomé disfrutan de una buena lasaña en el comedor. Cuando Liliana le dice a Salomé:

— Para ser la primera vez haciendo lasaña... se puede decir que pasaste la prueba, esta fantástica.

— Tía, ¿de verdad te gusta o es para hacerme sentir bien?

— Me encanta.

— Gracias tía, aunque yo la siento un poco simple... ¿y cómo te sigues sintiendo?

— Bien, si Dios permite mañana estaré de nuevo en mi trabajo.

— Qué bueno tía, pero no te olvides llevar los exámenes que te tomaste al médico.

— Si.

— Yo sigo sintiendo un poco simple la comida.

— No, está bien... apropósito Salomé.

— Si.

— ¿Ya te has decidido por la carrera que piensas estudiar cuando salgas del colegio?

— Si, yo pienso estudiar administración de empresas.

— Que bien, me ha dado mucho gusto que te hayas inclinado por esa carrera que por la de abogada...

Salomé se sonríe, y le dice a su tía:

— Ya sé que los abogados no te gustan...

— Quiero que seas la mejor en la carrera que vayas hacer, tú eres una mujer inteligente y capaz, estoy muy orgullosa de ti.

Salomé termina de comer su lasaña, y le expresa a su tía:

— Siento una responsabilidad muy grande, no quiero defraudarte.

Liliana toca la mano derecha de su sobrina, diciéndole:

— No vas a defraudarme, yo creo en tu potencial...

El día siguiente, Salomé entra al colegio y en medio de la clase de español, se acuerda de todo lo que le dijo su tía respeto a su futuro...

En el descanso, Salomé, Liceth y Juliana, están en unos columpios del colegio. Cuando Salomé les dice a las dos:

— ¿Ustedes ya pensaron en la carrera que van a estudiar en el futuro?

Liceth se queda pensando. Cuando Juliana le responde:

— Yo quiero estudiar medicina.

Salomé le dice a Liceth:

— ¿Y tú?

Liceth se ríe un poco, y les dice a sus amigas:

— Ustedes pueden creer que aún no sé qué vaya estudiar.

Juliana y Salomé se ríen de Liceth, y le dicen:

— Estas mal.

Liceth mira a dos compañeros que están a unos metros de ellas, y dice:

— Como se puede uno concentrar con esos monumentos de hombres, no les parece Julián y Daniel los más guapos del salón.

Salomé se sonríe, pero se queda callada. Cuando Juliana dice:

— Si, son lindos, no se puede negar eso.

Liceth le expresa a Salomé:

— ¿Y tú cuando nos presentaras algún novio?

Salomé se sonríe, y les dice a las dos:

— ¿Para qué quieren que les presente novio?, además, yo estoy concentra en terminar este año el colegio e irme a la universidad, no tengo tiempo para eso.

Liceth le expresa a Salomé:

— Lo dicho, tu tía te convertirá en una monja.

En la noche, Liliana llega a casa y encuentra a Salomé en la sala viendo fotos de sus padres, y le dice:

— ¿Te encuentras bien?

— Si, solo me preguntaba... como hubiera sido todo si estuvieran con vida, ¿por qué Dios se los llevo y a mí no me paso nada?

Liliana acaricia la espalda de Salomé, y le expresa:




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