La Vida Que Yo EsperÉ

SIN NADA

Salomé queda mirando a su esposo y también mira el piso de la cocina, y le responde:

— Le entregue una hoja de vida a una amiga. Y después di otras en dos empresas.

— Que bien.

— ¿Y qué le paso al piso de la cocina?

— Se me rego el aceite.

— Si me demoro más en la calle, acabas con la casa.

— No me culpes amor, hice lo mejor que pude... todavía no puedo pensar en otra cosa que en el robo de mi carro.

— Recuerda que vinimos a este mundo sin nada y sin nada los vamos a ir.

— Tienes razón con eso que dices, pero de todas formas sigo sintiendo dolor por mi carro.

Salomé mira los frijoles y la carne, y dice:

— Bueno, tocará comer algo de esto...

Sin perder tiempo, Salomé le prepara le tetero a Miguel, mientras Jorge sirve la comida en el comedor, diciendo:

— Amor, la carne se ve con un estado lamentable, pero es solo la apariencia.

En ese momento, Salomé le da el tetero a su hijo y comienza a comer lo que preparo Jorge. Cuando sale corriendo a vomitar al baño.

Jorge va detrás de ella, y al verla mal, corre a la cocina y le prepara un jugo de limón.

Como puede, Salomé se bebe lo que le preparo su esposo, y le expresa:

— Pidamos un a domicilio.

— Lo que tu digas.

En la noche, Salomé se acuesta a dormir junto a su esposo. Cuando Jorge la mira, y le dice:

— ¿Estas bien?

— Si, pero definitivamente que das prohibido entrar en la cocina.

Jorge se sonríe un poco y mira la lampara del techo, y luego le expresa a su esposa:

— ¿Qué vamos hacer si no conseguimos trabajo?

— Se positivo, nosotros vamos a lograr salir de esto... hay que darle gracias a Dios, porque tenemos dinero de la venta del primer carro.

— Eso no nos va a durar para siempre.

— Claro que no Jorge, pero nos da un respiro mientras conseguimos trabajo.

El día siguiente, Jorge se desespera y sin decirle nada a Salomé, se va a buscar trabajo a la bodega que había visto antes.

Jorge entra a la bodega y de inmediato identifica al que está mandando en el lugar. Y se acerca a él, diciéndole:

— Buenos días.

En seguida, el dueño de la bodega despacha a dos trabajadores para que sigan trabajando, y luego le responde a Jorge:

— Buenos días joven, en que puedo ayudarlo.

— Me preguntaba si usted necesita más personal en esta bodega, es que me gustaría trabajar aquí.

Jorge le extiende su mano derecha, diciendo:

— Mi nombre es Jorge García Martínez.

El señor le da la mano a Jorge, y le responde:

— Gerardo acebedo...

En ese instante, Gerardo queda viendo a Jorge de arriba abajo, y le expresa:

— ¿Usted si tendrá la capacidad de cargar eso?

Jorge ve a su lado los bultos de azúcar y luego le dice a Gerardo:

— Si, yo puedo con eso.

— Bueno, no voy a dar más rodeo con esto, yo necesito gente despierta y trabajadora, así que si me trae los documentos que le voy a pedir, puede empezar a trabajar mañana mismo.

— Bueno, yo le traigo todo lo que necesite...

Barrio Rosales, Salomé busca a Jorge por todas partes de la casa, pero no lo encuentra y lo llama a su teléfono.

En ese momento, Salomé comienza a asustase al ver que su esposo no contesta. Cuando Jorge le dice:

— Hola amor.

Muy angustiada, Salomé le dice:

— ¿En dónde estás?

— Ya no tienes que preocuparte por trabajo, yo acabo de conseguir uno.

— Que bien.

— Si, comienzo mañana.

— ¿Y en que vas a trabajar?

— Ahora que llegue a la casa te digo.

— Bueno.

En ese momento, Salomé cuelga el teléfono y muy sonriente dice en voz baja:

— Las cosas tienden a mejorar...

Minutos más tarde, Liceth le da pena llamar a Salomé y le escribe un mensaje por WhatsApp, el cual le decía que su jefa la había rechazado.

Salomé lee el mensaje, pero no presta atención a eso y se dedica a cuidar de su hijo. Y se pone a esperar las buenas noticias de su esposo, quien al principio le dio pena en decirle cual era el trabajo que iba hacer.

Con el pasar de los días, Jorge no soporta trabajar más en esa bodega y se retira quejándose de un terrible dolor de espaldas, a causa de los bultos de azúcar.

Viendo que la situación no cambiaba y se estaban quedando sin plata, Salomé y Jorge deciden hipotecar la casa, la cual recién habían comprado hace un año.

3:45 pm, Salomé se baja del taxi junto a su hijo y esposo. Cuando ve la casa de frente, le dice a Jorge:

— ¿Qué hicimos?

Jorge toca el hombro izquierdo de Salomé, y le expresa:

— Hicimos lo que teníamos que hacer, ya no podemos echarnos para tras.

— Pero esta casa también lleva dinero de mi tía...

— Salomé, se prestó poco, no te preocupes que cuando consigamos trabajo, esos diez millones lo vamos a pagar en un dos por tres... ahora entremos a casa.

Salomé le hace caso a su esposo y entra a la casa, y deja a Miguel en el suelo para quedar viendo toda la casa.

Al verla así, Jorge le da un beso a Salomé, diciéndole:

— Amor, si quiera pudimos hacer eso con un préstamo poquito, no te preocupes que nosotros vamos a pagar eso.

En la noche, Salomé acuesta a dormir a su hijo y luego se va a su habitación y se acuesta a dormir, pero en minutos comienza a soñar con varias personas que nunca había visto. Y todas les dicen que va a quedar sin nada.

Salomé trata de correr de ese lugar, pero no puede. Cuando Jorge la despierta, diciéndole:

— ¡Salomé! Despierta...

De inmediato, Salomé se despierta y le expresa a Jorge:

— Tuve una pesadilla.

— ¿Estas bien?

— No, no estoy bien, mañana tenemos que deshacer ese préstamo con el banco, eso no puede ser.

— Eso es imposible, el banco no se va a echar para atrás.

— Entiende Jorge, nos vamos a quedar en la calle...




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