La Vida Que Yo EsperÉ

MALA SUERTE

Salomé seca su sudor con sus manos y se levanta de la cama. Para ir hasta la cocina a tomar un vaso de agua.

Jorge sigue a su esposa y acaricia su espalda, diciéndole:

— Vamos a invertir bien el dinero que tenemos y vamos a salir adelante, no te preocupes amor.

Salomé abraza a Jorge, y le expresa:

— Tengo miedo.

Jorge carga a su esposa y la lleva nuevamente a la habitación. Y la acuesta en la cama, diciéndole:

— Si le fuéramos prestado el dinero a un prestamista de esos que andan por ahí... hay tendríamos problemas, con el banco es diferente.

— Jorge, recuerda que mi tía vivió toda su vida trabajando para los bancos, así que mañana en la mañana nos vamos a tratar de devolver el préstamo.

— Salomé, ya te dije, vamos a perder el tiempo en el banco, ellos no van aceptar un rembolso. Y eso tú lo sabes.

— Pues mañana lo intentaremos.

El día siguiente, Salomé le pide el favor a Nicol de quedarse con Miguel.

Salomé y Jorge van al banco de occidente y tratan de una manera u otra devolver el dinero que prestaron por la casa, pero la analista les dice que no se podía hacer eso y se levanta de su silla. Dejando a Salomé y a Jorge mirándose las caras, y se va hablar con el gerente del banco.

En ese instante, la analista se acerca a Salomé y a Jorge, y les dice:

— El gerente los está esperando.

Salomé y Jorge se levantan de sus sillas y van a donde está el gerente, y le dicen:

— Buenas.

El gerente los queda viendo y luego contesta:

— Buenas, ¡siéntense!

Jorge y Salomé se sientan. Cuando el gerente les expresa:

— La analista me conto que ustedes quieren devolver el dinero que ayer mismo retiraron, ¿es eso cierto?

Salomé le responde al gerente:

— Si, aquí en mi bolso lo tengo, vera... mi esposo y yo nos sentimos muy apenados con todo esto, y aceptamos que nos aceleramos y cometimos un error al solicitar ese crédito... pero tenemos que devolverlo, si tenemos que pagar una multa, pues la pagamos.

Jorge queda mirando a su esposa y se pone la mano derecha en cara. Cuando el gerente deja su lapicero en la mesa, y les expresa a los dos:

— ¿Ustedes creen que todo el personal de este banco está jugando?

Salomé se asusta un poco y mira a su esposo, y luego le dice al gerente:

— Claro que no señor, aquí nadie está jugando... nosotros solo venimos a devolverle el dinero que ustedes amablemente nos prestaron.

En ese instante, el gerente se queda mirándolos...

Dos minutos más tarde, Jorge y Salomé salen del banco. Cuando Salomé tropieza con un hombre en la salida, pero no le da importancia y le dice a su esposo:

— Gracias, pudiste haberme ayudado.

— No tenía nada que decir, desde la casa te había dicho he insistido, que lo que estabas proponiendo no iba a funcionar.

— Jorge, mejor detén un taxi y no sigas hablando.

En ese momento, Salomé recibe un mensaje de WhatsApp, la cual lo mira y le escribe.

Emily

Hola amiga, ¿cómo estás?

Salomé

Pues bien diría yo.

Emily

Me tienes abandonada amiga, tengo que

contarte muchas cosas que me han pasado.

Salomé

Así, entonces ahora que llegue a la casa te llamo.

Para que hablemos mejor.

Emily

Listo, espero que esta vez te acuerdes.

En ese instante, Jorge hace detener un taxi, y le dice a su esposa:

— ¡Salomé! Súbete al taxi.

En ese instante, Salomé se sube en la parte de atrás del taxi junto a su esposo, y le expresa:

— Te confieso que me dio un poco de rabia al escuchar las palabras del gerente.

Jorge mira algunos locales por la ventanilla del taxi, y le responde a su esposa:

— Al banco le interesa ganar intereses con lo que presto, apropósito, ¿no te gustaría que montemos un negocio de restaurante con lo que tenemos?

El taxista los ve por el retrovisor. Cuando Salomé le dice a su esposo:

— Si, es una buena idea.

De inmediato, Salomé mira al taxista y discretamente abre su bolso para cerciorarse que su dinero está ahí, pero no lo encuentra.

Jorge ve a su esposa muy nerviosa y alterada, y le expresa:

— ¿Qué te pasa?

— No encuentro el dinero.

— ¡¿QUÉ?!

Jorge coge el bolso y lo sacude de lado a lado, y dice:

— Esto no puede ser.

Salomé comienza a sudar demasiado, y le dice al taxista:

— Señor, por favor devuélvase y llévenos a donde nos recogió.

El taxista detiene el carro, y les dice a los dos:

— ¿En dónde fue que los recogí?

Jorge le dice al taxista:

— En el banco de Occidente.

Salomé pone su mano derecha en la frente y se pone a llorar.

De inmediato, el taxista da la vuelta y rápidamente se dirige al banco, mientras Salomé es abrazada por su esposo, quien le dice:

— Tranquila amor, debe ser que se te cayo en el banco.

Dos horas después, Salomé llega a la casa y se encierra en su habitación. Cuando Nicol le dice a Jorge:

— ¿Qué le paso a la señora?

— Pasa, que nos volvieron a robar... no puedo creer lo que nos está pasando...

Con Miguel en brazo, Nicol no sabe que decir con esa situación. Cuando Jorge le dice:

— Ya te puedes ir a tu casa.

— Si señor.

De inmediato, Nicol le entrega el niño a Jorge, y le dice:

— Ojalá que puedan resolver ese problema.

— No sé si haya una solución para nuestros problemas, pero gracias.

En la habitación, Salomé deja de llorar y recuerda cuando un hombre tropezó con ella en la entrada del banco, y dice:

— Ese fue.

Jorge entra en la habitación, y le expresa:

— ¿Cómo estás?

— ¿Como crees que estoy?... ya recordé al hombre que posiblemente me robo el dinero.

— ¿Quién?

— El hombre que choco conmigo cuando íbamos saliendo del banco.




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