La Vida Que Yo EsperÉ

LA SEDUCTORA

En ese instante, Rebeca se da vuelta y ve a su sobrina venir, y le expresa a Salomé:

— Entonces escuche mal...

Barrio The Glebe, Eliza termina de desayunar y le marca a Jorge, diciéndole:

— Hola, a esta hora ya deberías de estar aquí.

— Hola, ¿no me va a creer lo que me paso?

— ¿Te perdiste?

— Si.

— Bueno, mira en tu alrededor si hay algún restaurante, supermercado o tienda que sirva como un punto, para que uno de mis guarda espaldas te busque.

— Si, estoy diagonal a un restaurante Good Eating.

— Ya sé dónde está, espera hay que ya te mando a alguien para que te traiga hasta acá.

— Bueno.

Minutos después, Jorge llega a la mansión de Eliza con ayuda de un guarda espaldas, y con mucha vergüenza se baja de carro, y le dice:

— Perdoné, pensé que ya podía llegar solo, y si me despide de este trabajo. Bien merecido lo tengo.

Eliza se sonríe, y le expresa a Jorge:

— No seas tonto, yo no te voy a echar por esas tonterías, ya poco a poco iras memorizando todo, esta es una ciudad gran y por lo pronto te iras guiando al paso de la primera camioneta de los escoltas.

— Bueno.

— Ahora vamos a la petrolera.

Jorge le abre la puerta a Eliza, quien camina de una manera muy sensual y provocativa, el cual hace que Jorge cada vez piense más en ella.

En la fábrica, Salomé se hace amiga de Estefanía, quien le ayuda recogiendo una botella de pegante que se le había rotado cuando cortaba un molde para zapato.

En ese instante, Estefanía le entrega la botella a Salomé, y le pregunta:

— ¿Intercambiaste puesto con Jorge?

Salomé destapa el pegante, y le responde:

— No, él consiguió otro trabajo. Y fue hasta mejor.

— ¿Por qué? ¿Te caía mal?

Salomé se sonríe un poco, y le expresa a Estefanía:

— Jorge es mi esposo.

Estefanía se sonríe un poco, y le dice a Salomé:

— No lo sabía.

— No tenías por qué saberlo, tranquila Estefanía.

— Ah, por eso salió con esa mujer...

Salomé para lo que está haciendo, y le dice:

— ¿Cómo así? ¿Qué mujer?

Estefanía se queda callada. Cuando el teléfono de Salomé timbra, pero esta no lo contesta, y le vuelve a decir:

— ¿De qué mujer hablas?

— Salomé, contesta el teléfono primero y luego te digo.

— Está bien.

De inmediato, Salomé saca su teléfono del bolso y ve dos llamadas perdidas de Emily, y se alegra por completo y de inmediato le devuelve la llamada, la cual le contesta, diciéndole:

— Hola Salomé.

— Hola amiga, ¿dónde estabas perdida? Te he hecho más de cien llamadas.

— Por poco y no la cuento.

— ¿Qué te paso?

— Un vehículo se salió de la vía y me atropello, por suerte ese día el niño estaba con su papá.

— No puede ser... ¿pero puedes caminar?

— Si, ahora sí, pero los primeros días esta tremendamente de adolorida. Y pensaba que no iba a caminar, pero solo fue el susto.

— Y yo si saber nada, por qué tu esposo no contestabas el teléfono.

— Es que en el momento del accidente el teléfono se me perdió, es por eso que nadie te contestaba, ahora he recuperado el número y ya podemos hablar cuándo queramos.

— ¿Y el que te atropello?

— Pago todo lo de mi recuperación.

— Estoy muy feliz Emily, no sabes cuánto.

— ¿Y tú como estas? ¿Ya estas aprendiendo el idioma?

— El quince de enero es la primera clase.

— Que bien, yo todavía estoy pensando en ir a visitarte.

— ¿Pero si estas bien para venir?

— Si.

En ese instante, Lorenza mira desde lejos a Salomé y se acerca a ella, diciéndole:

— Las visitas en la casa.

Salomé se despide de Emily, y le dice a Lorenza:

— Esto no vuelve a pasar.

— Trabaja Salomé.

En ese instante, Salomé busca con la mirada a Estefanía, pero no la encuentra...

En la petrolera E.R. Limitada, Jorge le abre la puerta a Eliza, la cual le dice:

— Gracias... ven conmigo.

— No, voy a cuidar la camioneta.

— Gener se puede encargar de eso.

— Pero yo soy su chofer, mi deber es quedarme a cuidar la camioneta.

Eliza le dice a Gener:

— Quédate a cuidar las camionetas.

— Si señora.

De inmediato, Eliza le dice a Jorge:

— Asunto arreglado, ¡vamos!

En ese instante, Jorge asede a lo que le dice Eliza y entra con ella a la petrolera, la cual deja impresionado a Jorge, quien recorre todos los rincones.

Después de unos minutos mostrando la empresa, Eliza le dice a Jorge:

— ¿Qué te ha parecido la petrolera?

— Fantástica, es usted muy afortunada en poseer todo esto más la fábrica de calzados... he quedado sin palabras.

— También soy dueña de una empresa exportadora de maquinaria pesada.

— ¡Oh! Que bien.

Eliza abre un poco más su escote. Haciendo que Jorge se le sea imposible no ver.

En seguida, Eliza se decide a conquistar a Jorge, y le dice:

— ¿Quieres conocer la otra empresa?

— Si.

— Entonces vamos...

En el hospital, Emilse pierde el temor de ver a su esposo y les dice a los dos policías que vigilan la puerta:

— Déjenme pasar, yo soy la esposa del enfermo.

Los policías se miran las caras y le dan paso sin ningún problema.

En ese instante, Rodolfo mira a su esposa, y le dice:

— ¿A que viniste? ¿Me vas a dar el golpe final?

— No me trates así Rodolfo, tú sabes que yo te amo y no podría vivir sin ti... escúchame, fue esa bruja quien quiere destruir nuestras vidas. Y depende de nosotros si nos dejamos.

— Yo voy a salir de todo esto... esa mujer va a pagar por haberse metido conmigo...

En camino hacia la otra empresa, Eliza comienza a tocarse sus senos uno a uno. Haciendo que Jorge la mire a cada momento por el retrovisor. Y de tanto verla se excita demasiado.




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