A primera hora de la mañana, Gianluca se encontraba estacionado frente al edificio de Lexie esperando a que ella y sus hijos bajaran. Venecia iba en la parte trasera en su silla para niños mirando por la ventana a la gente que pasaba por ahí.
Lexie corría por todos lados para salir lo más rápido posible, a pesar de haberse despertado a tiempo, no se dio cuenta de que demoró más en otras cosas como en el maquillaje, algo que nunca hacía. Estaba peinando a Cielo cuando Adán le hizo saber que estaba listo.
—¿Por qué tenemos que ir con él? —preguntó el chico confundido. Dos días antes su madre no podía ver a ese hombre y ahora andaban muy de amigos.
—Porque mi auto se quedó en la clínica y él se ofreció a llevarnos. Fin de la discusión.
—¿Te gusta?
—¿Qué? ¿Te estás escuchando? Lo conocí hace dos días y es solo mi compañero de trabajo.
—Yo conocí a Cynthia hace una semana y ya estoy enamorado, sí se puede.
—¿No estabas enamorado de Paula hace unos días? —rió Lexie y su hijo se encogió de hombros—. Cuando seas más grande entenderás entenderás que enamorarse no es tan fácil.
Aún riéndose por los rápidos cambios de amor de Adán, Lexie bajó con sus hijos y se encontró con el auto estacionado. Le sonrió al conductor antes de que se subieron.
—Qué linda es —dijo Lexie refiriéndose a Venecia y saludándola—. Hola, preciosa.
La pequeña le hizo un saludo con la mano y luego puso toda su atención en la otra pequeña que había subido al auto. Desde un principio se llevaron de maravilla.
Luego de dejar a los niños en el colegio, se dirigieron a la clínica. Como aún era temprano, a Gianluca se le ocurrió invitarla a desayunar a algún lado y Lexie, que no había alcanzado a comer nada, preocupada de sus hijos aceptó encantada.
—No conozco ningún lugar por aquí aún —él la miró fijamente—. ¿Qué me recomiendas?
—Hay un Starbucks a un par de cuadras —le respondió, esos cafés eran su debilidad. Él no pudo evitar sonreír y ella se encogió del hombros al notarlo—. ¿Qué? Tengo gustos bastante comunes.
Caminando, se dirigieron hasta la cafetería y se sentaron a desayunar y conversar un rato, aparte de ellos solo había una persona más leyendo el periódico ya que recién estaban abriendo el local. Después de pasar un momento muy agradable, volvieron a la clínica y cada uno por separado comenzó su jornada laboral.
Luego de atender a dos pacientes, Lexie tuvo un rato libre ya que el tercero había cancelado la cita ese mismo día. Alguien golpeó su puerta y al ir a abrir vio a su amiga Jo esperándola. Era segunda vez que en la semana que iba a visitarla, no era normal.
—¡¿Quién es Gianluca Maccioni?! —preguntó emocionada entrando a la consulta de su amiga sin siquiera saludarla.
Lexie soltó un largo suspiro, sabía muy bien que Nicolás había estado investigando quién era pensando en que su amiga podía saber algo.
—Nick te fue a interrogar —con una ceja enarcada no hizo la pregunta, pues ya sabía la respuesta.
—Estaba preocupado el pobre —se rió Jo—, pensaba que era tu novio y por supuesto, fingí que lo sabía todo pero no podía decirle nada porque soy tu amiga y se fue peor de lo que llego —su amiga se acomodó en el sillón que ocupaban los pacientes—. De nada.
—Eres malvada —Lexie soltó una carcajada.
—Se merecía un poco de sufrimiento.
—Es solo un compañero de trabajo, el que viste el otro día.
—¿El guapo que me dijiste que debíamos odiar?
—El mismo.
—Veo que ya superamos la etapa del odio —su amiga elevó ambas cejas con una sonrisa. Lexie negó con la cabeza divertida—. ¿O es que te lo querías dejar solo para ti?
—Resultó ser una buena persona, no hay que juzgar a alguien sin conocerlo —respondió pero su amiga no dejaba de mirarla con una sonrisa, así que Lexie intentó cambiar el tema—. ¿Qué haces aquí? No es que no me guste pero no creo que solo hayas venido a preguntarme por Gianluca.
—Oh, cierto —dejó de reír se pronto y se puso muy seria—. Traje a Maddie a vivir conmigo, no fue muy difícil convencer a mis papás, ya que ya ni se soportan los tres. Me da mucho miedo todo esto pero al preguntarle si se quería venir, sus ojos brillaron como en mucho tiempo no lo hacían. Prometió que se comportaría y haría terapia para poder superar todo lo que está viviendo. Sé que mi hermana es un problema bastante grande pero te quería preguntar si aún sigue en pie tu oferta de ayudarla.
—Por supuesto que sí, sabes que puedes contar conmigo para que le necesites. Somos familia y la familia siempre se apoya, o por lo menos la nuestra lo hace.
Jo abrazó a su amiga con muchas ganas de llorar, lo estaba pasando realmente mal, ni en sus peores pesadillas pensó que su hermana pequeña pasaría por algo como eso. Además, era demasiado joven para tanta mierda. Sabía que su amiga no le daría la espalda, después de todo, eran mejores amigas desde pequeñas y ambas se habían ayudado la una a la otra siempre en todas las situaciones, por más difíciles que estas hubiesen sido. Un par de lágrimas cayeron por sus ojos cuando Lexie le dijo que por nada del mundo iba a aceptar que le pagara por eso, pero luego se obligó limpiarlas y controlarlas.
—Si no me equivoco, el lunes tengo una hora libre entre diez y once de la mañana. ¿Crees que podrás traerla tan rápido? —preguntó Lexie.
—Es perfecto, muchas gracias, Lex no sé qué haría sin ti. Cuanto antes comience, mejor.
Lexie solo volvió a abrazar a su amiga diciéndole que no le agradeciera nada, ella también vio crecer a Maddie y la consideraba una hermana, tenía ayudarla.
Editado: 11.08.2020