La vidente

El presidente

Mi respiración se aceleró demasiado y al despertarme de golpe no supe identificar dónde me encontraba. El guardia joven me miraba fijamente y por alguna razón se enrojecieron mis mejillas. Con ayuda de la pared me puse de pie y comencé a dar vueltas en mi oscura prisión. Mi mente estaba confusa, no sabía si lo que había soñado era real o falso. Y tratar de descifralo estaba causandome un dolor de cabeza horrible.

De pronto algo parecido a un impulso eléctrico me recorrió por completo, mis ojos se nublaron y mis rodillas se debilitaron haciéndome caer. Imágenes de una escena familiar aparecio, el pitido como el de unas horas atrás parecía formarse, un guardia corpulento bajaba por la escalera acompañado de un hombre pedante de traje quien no podía ser nadie más que el presidente Kilian. 

El guardia joven salía de su formación y era suplantado por el guardia corpulento. Después su acompañante abría la cerradura de mi prisión y se disponía a charlar conmigo, se burlaba de mi inocencia y ordenaba que se me trajese un atuendo “digno de la realeza”. Mi muerte estaba cerca, aunque Kilian no se decidía si sería la horca o la guillotina. Murmuraba cosas sobre la dignidad de una princesa y el valor que le podría ceder un rehén como yo. Pero después de regodearse se marchó.

Mi mente se estaba aclarando. El dolor iba disminuyendo y mi fuerza estaba de vuelta en mi cuerpo. Me puse de pie con pesadez y me acerqué a los barrotes. Pronto el pitido se elevó por los aires y el guardia corpulento apareció. El presidente Kilian venía detrás y después de unos segundos lo que había visto momentos atrás estaba ocurriendo. Los guardias cambiaron de puesto y Kilian abrió la reja.

一Parece que disfruta de su bella alcoba, princesa 一. La burla se dibujaba en su rostro ー. No es por presumir, pero solicité que fuera la mejor para alojar a una mujer de su alcurnia.

Aquellas palabras me hacían querer ahorcarlo. Si bien su elección presidencial  fue “limpia”, sus dos años en el gobierno no lo habían sido. Su verdadera cara había aflorado tan pronto como le colocaron la banda presidencial.

一Es curioso que lo diga usted, hay rumores que corren por los cuatro vientos. Se dice que usted también fue alojado en una alcoba como  esta sólo que en Kendora. Usted siempre ha ido de un sitio a otro como lo haría un nómada, y en su juventud más de una vez pasó la noche en un Palacio como este, ¿no es cierto, Señor Presidente?

Su sonrisa se fue apagando con cada palabra que salía de mi boca lo cual hizo que fuera mi turno de sonreír. Kilian era un año más grande que mi hermano, sus ojos rasgados verdes escondían detrás miles de secretos, sus labios delgados la mayor parte del tiempo enmarcaban una sonrisa burlona, su mandíbula se apretaba con facilidad en cuanto escuchaba palabras que no le agradaban; en resumidas cuentas, aún parecía un niño berrinchudo, solo que tenía 25 años. Su cabello rubio se veía casi blanco debido a la poca iluminación pero su sonrisa cobró vida nuevamente.

一Tal parece que no le agrada su habitación. ¿O es que ya no se siente cómoda en ninguna parte? No es novedad que sea así. Desde la muerte de su padre. Todo el mundo lo sabe, la joven princesa es víctima del olvido de su familia. Montenian ya no es su hogar desde hace mucho, pero Neartom lo podría ser 一 se acercó hasta quedar a medio metro de distancia entre nosotros, su mano se posó en mi barbilla y alzó mi rostro para hacer que lo mirara a los ojos 一. Apoye mi causa y será bienvenida en mi gabinete. Podrá tener aquí todo lo que en Montenian ya no tiene, atención, cariño de su gente, pero sobre todo… tendrá voz一 las últimas palabras fueron un susurro pero actuaron en mí como un golpe en el estómago一. ¿No es eso lo que siempre ha querido, mi querida Arlet?

En mi garganta se formó un nudo. Mi respiración se cortó y luché con todas mis fuerzas no derramar una sola lágrima. Kilian estaba obteniendo lo que buscaba, debilitarme, golpear mi punto ciego con esperanza. Darme lo que deseaba a cambio de mi apoyo. Sonaba fácil y tentador pero el unirme a la causa de Kilian destruiría a mi madre. 

Porque le daría la espalda a mi gente, pero ellos ya me la habían dado. <<Eso no significa que yo tenga que hacerlo>> pensé. Mi mente estaba abrumada, pero no… yo no podía hacer eso, apoyar a Kilian sería darle la espalda a mi padre, dejar atrás mi pasado pero sobre todo… arruinar mi futuro.

一Eso nunca, Kilian.

Mi voz sonó más débil de lo que esperaba pero tuvo el mismo impacto que el que buscaba. Kilian se apartó de mí abruptamente.

ーComo quiera princesa, pero su elección puede que no sea la correcta 一 se dio la vuelta一. ¿Sabe que su hermano no la quiere de regreso en Montenian? Dijo que solo era un estorbo y que lo mejor que podía hacer es darme su vida a cambio de salvar cientas, claro que Areu siempre ha ido así ¿cierto, Su Alteza? Ambicioso, decidido, egoísta y extremista, rasgos de un buen Rey o de un Dictador.

一Areu no es así一. Mi voz fue apenas un susurro vacilante. Si dije algo fue para llevarle la contra a Kilian no porque estuviera segura de ello. Mi hermano ya no era el mismo que cuando éramos niños, su protección cayó de mis hombros cuando murió mi padre y no era de extrañar que quisiera ser el mejor rey que haya existido para Montenian. Pero sus acciones no coincidían con sus palabras.

一Usted lo dice porque es su hermano, pero no es la misma cara la que pone a su familia que la que le pone a otras naciones; muchos retiramos nuestro apoyo económico  a Montenian hace un año por la actitud ambiciosa del Rey Areu. Solicitó que se invirtiera más capital para Montenian argumentando ser la nación con mejor prosperidad siendo la que menos recursos había generado ¿lo sabía, princesa?



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En el texto hay: amor apasionado, guerra y sangre, visiones y pesadillas

Editado: 04.06.2019

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