Rosemary y Ventus han recorrido El Limbo de las Almas durante días. Esta noche, la luna azul resplandece con una especial aura fría. Para unos cuantos, siniestra. Ventus suele observarla sin soltar ninguna palabra. Rosemary a veces lo mira desde el lugar donde armaron su refugio y se pregunta por su relación con la luna azul. Para Rosemary, todo acerca de Ventus es un misterio.
Durante días, también se ha preguntado bastante por Máximo. Ella le cuenta a la luna que al principio sentía que él era irritante, por todo lo de la sede de esclavos, aquel orgullo gigante y su incomprensión de bastantes esquemas de modales; sin embargo, desde que descubrió aquel lado más vulnerable, no deja de sentirse mal por él. Quiere con todo su corazón que esté bien, aunque ya ha transcurrido mucho tiempo y cada día lo siente más lejano en su corazón. Bajo la luna azul, Rosemary se lamenta muchas cosas; pero, cuando llora, va y se esconde, con tal de que Ventus no la descubra.
Ventus no planea contarle a Rosemary acerca de su misión: el mandato encargado por Las Videntes del Destino. No es solo la persecución de su objetivo en la existencia, más allá de estar siguiendo los pasos de su hermano en El Castillo de los Suicidas, es una cuestión transgresora: si los guardianes en El Limbo de las Almas perdieran su magia, Las Brujas tomarían el control y derrumbarían El Castillo de los Suicidas, dejando a su familia sin lugar adónde ir. Ventus daría su vida por esa causa; aunque, en realidad, la única vida que la luna pide es la de ella.
Ahora, Rosemary y Ventus caminan por el bosque, ya sin palabras, hacia encontrar El Desierto Místico. Ambos están cansados hasta el tuétano, pero Rosemary lo resiente muchísimo más. Las cantimploras de agua que Ventus llevaba colgando en el cinturón se acabaron hace dos días, ahora tienen que hidratarse con frutas y moras. Eso hasta encontrarse con un riachuelo o un río.
―Creo que conozco esta parte del bosque ―revela Ventus―. Hay un hechizo que engloba todo este lugar. La Bruja del Bosque lo lanzó hace años, cuando por aquí vivía un grupo de ardillas que mentían bastante.
―¿Es eso en serio?
―Eso decía el mito...
―Pero... ¿cómo?, ¿de qué hablas? ¿Un hechizo?, ¿qué hace?
―Vamos pregunta por pregunta, ¿sí? ―sentencia, moviendo las manos enfatizando su punto― Digo que el hechizo fue puesto hace muchos años, para que las ardillas dejaran de mentir y de guiar a las Almas Perdidas al Desierto Místico, lejos de cualquier civilización. Ahora, con el hechizo, cualquier ser vivo dentro de aquella zona no podrá decir nada más que la verdad. Es más, se verá inspirado a decirla. Como una necesidad.
―Esa bruja... no suena malvada.
―No era malvada... La Bruja del Bosque de la Verdad.
―Pues... ¿no todas las brujas son malvadas?
―Sí, lo son ―. Se truena los dedos, luego la cabeza y, por último, la espalda―. Las Brujas del Tiempo tenían un poder superior cuando El Limbo de las Almas se formó entre donde las burbujas de los espíritus flotaban hacia La Paz Eterna o La Condena Eterna. Organizaban un mundo en el que las Almas tenían que vivir con autonomía entre las distintas estaciones: el bosque, el pantano, el desierto, las montañas... Las Brujas del Tiempo formaban el mundo y las almas tenían una segunda oportunidad, más rápida o incluso interminable. El problema comenzó cuando las almas se comenzaron a matar entre sí y, de repente, todas terminaban destinadas a La Condena Eterna.
Rosemary, asombrada de pronto por todo lo que está brotando de la boca de Ventus, decide escucharlo con atención.
―Las almas necesitaban una guía, porque en un mundo donde todos terminan siendo malos y no existe dirección nadie logra conocer el bien. Entonces llegaron Las Videntes del Destino. Ellas, además de guiar a las almas perdidas a encontrar el buen camino en El Limbo de las Almas, identificaban a aquellas que podrían ser unos autodenominados guardianes. Reclutaron a las almas que se quedaron como los primeros guardianes, mismos que llegaron a tener hijos que dejaron a cargo inminentemente. Poco a poco, Las Brujas resultaron ser más un apoyo temporal, para mantener las distintas atmósferas geográficas, que unas guías de las almas. Su reducción de poder a cero, porque después los guardianes empezaron a mantener sus atmósferas estables sin ellas, las volvió inútiles; por lo tanto, frustradas.
―Bueno..., de frustradas a malvadas...
―Digamos que la relación entre guardianes y brujas nunca ha sido resplandeciente. Los guardianes pueden tener métodos negligentes para tratar a las almas que corrigen; por ejemplo: la servidumbre en Los Pantanos de la Bruma. Tú ya los conociste.
―Ni me lo recuerdes... ―dispara ella, negando con frustración y resoplando, hasta dejar los pulmones vacíos.
―Incluso en El Castillo tenemos sirvientes; pero podrías contarlos con los dedos de las manos ―añade sin pensar. Entonces continúa―. A las brujas no las tomaban en cuenta. Pasaron de tenerlo todo a no tener nada. Obviamente, se molestaron a morir. Ahora que esta luna azul nos aqueja y, por el momento, dejó a los guardianes sin poderes, las brujas vienen para que esta disolución del poder en aquellos sea definitiva, entonces ellas puedan recuperar el poder.
―Creí que Eva Niebla era mala con sus almas desde antes de que los guardianes llegaran...
Ventus se ríe para sí mismo. Rosemary frunce el cejo, confundida.