La Villana del Cuento

CAPÍTULO 4

— Esto es fantástico – menciono Kira maravillada en el centro comercial. No tanto con el tamaño de este si no por la tarjeta de crédito sin límite.

Un paraíso sin dudas para cualquier mujer. Pero claro no para mí, aunque estaba mirando todas las prendas, zapatos y demás artículos de la gigantesca tienda mis pensamientos estaban intentando armar el rompecabezas de mi ahora nueva vida. 
La vida de una chica de 17 años normal se basa en ir al instituto, salir de fiesta con sus amigas y enredarse con el que esté más bueno, preocuparse por qué ropa se va a poner mañana y hasta la que se va a poner para la universidad. Esa es una vida adolescente normal pero Rubí es la excepción de toda regla. Mi vida paso de ir al instituto, un trabajo de medio tiempo para ayudar con los gastos, salir con mis amigas y pasar tiempo con mi hermano a ser secuestrada por sicarios, viajar a Italia, ser salvada por mi padre y descubrir que existe una agencia que combate el crímen organizado en Italia.

Estaba tan inmersa en mis pensamientos que no me di cuenta de que me había alejado de los demás, caminé por los grandes pasillos hasta llegar a uno en especial, el pasillo era estrecho y oscuro pero se podía ver al fondo unas escaleras que descendían. Yo, como toda una "Jorge Curiosa" me dispuse a bajar esas escaleras. Seguí caminando por otro pasillo con la linterna del móvil hasta que está se apagó por el impacto. El teléfono había caído al suelo, yo lo había soltado al escuchar una voz, una voz familiar, una que no podría borrar ni con el pasar de los años. La voz que se escuchaba al fondo del pasillo después de una puerta de metal era la del jefe de los matones que nos habían secuestrado. Estaba hablando con otra persona, otro hombre.

— Señor ya está todo listo – hablo la voz conocida.

— Está vez no falles, traerlos con vida menos a Leonardo y a Damián. Esos pulgosos me han estado fastidiando mis planes desde hace años. – Quedé helada con la orden de el otro hombre, según mi padre esos matones eran peones de Adriano Di Marco.

— Sí señor.

Corré ¡ Corré Rubí!

No lo pensé dos veces para recoger el móvil del suelo, no se podía dejar huellas, y salir corriendo a buscar a mis amigos. Después de correr por cuatro pasillos más logré encontrar al chico de los ojos grises, Leonardo. Pero no estaba solo, estaba con un chico  de ojos de diferente color, algo extraordinario, uno era negro y otro casi rojo, era alto y de cabello negro con reflejos blancos. 

— Chico de ojos grises tenemos un problema.

—  Que pasa pequeña – se estaba burlando de mí estatura.

Lo arrastre lejos del chico que estaba ahí, no se sabe en estos momentos quién es quién.

— No escuchaste, tenemos un problema, los hombres de Di Marco planean secuestrarnos de nuevo y a ti te quieren matar junto con un tal Damián – dije desesperada sosteniendolo de la camisa que llevaba, que por cierto no le  quedaba nada mal.

—¿ Por qué no empezaste por ahí? Vamos tenemos que buscar a los demás y salir de aquí. – le hizo un agarré a mi brazo y otro al chico que estaba junto a el antes de yo llegar.

— ¿ Que pasá Leonardo? – hablo el chico.

— Mueve el culo Damián, hay que buscar al resto – Con que ese es Damián. Seguimos corriendo otros dos pasillos, ahora mismo maldigo de que este centro sea tan grande. Por fin encontramos a Alessandro y a Kira. Ambos estaban llenos de bolsas. Creo que mi papá si debería ponerle límite a esa tarjeta pero ahora no tengo tiempo para eso.
El chico de los ojos grises no tardo en explicar la situación he idear un plan de escape.

— En este plan hay un error – expliqué – sus hombres estarán en todas las salidas posibles.  No sabemos si nos estarán esperando en el auto. Es muy arriesgado salir sin conocer el terreno pero algo es seguro, no querrán delatarse, el centro está repleto de personas, para ellos sería arriesgarse demasiado. Tenemos que ubicarlos de alguna forma para hacer un buen plan de escape.

— Todo un cerebrito hermosa – hablo Damián guiñandome un ojo de forma seductora. El sabrá que no me van los tíos así, para ser exacta no me van los Playboys.

— Pequeña tienes razón por eso usaremos un señuelo.

— ¿ Un señuelo? ¿ Quien será el señuelo? – hablé tan rápido que me ahogué con mis propias palabras.

— Mi hermana tiene razón, ¿ quién será el señuelo?

— Seré yo, saldré por la salida de emergencia y aré todo por llegar hasta el auto, después solo será despistarlos para que ustedes se suban al auto de Damián. No se preocupen estarán bien, todos se saben defender muy bien, ví sus historiales y todos demostraron muy buen rendimiento en las clases de defensa personal además van con Damián Brown, es uno de nuestros mejores agentes además de que es el hijo de Charles Brown.

Después de unos minutos de discusión con Leonardo Lenox, que fue un total fracaso porque no pudieron convencerlo de que se fuera con nosotros. Yo no me metí en la conversación, no es que no me importe pero estaba más ocupada pensando un plan que no nos pusiera tanto en riesgo. Ahora imagínense la típica escena de caricatura cuando a un personaje se le ocurre una idea, si imagínenme con una bombilla encima de la cabeza que se acaba de iluminar, perfecto, ahora vamos a perfeccionar este plan para eliminar la mayor cantidad de riesgo que sea posible.

— Atiendan para acá – hablé con un tono de misterio – Alessandro tu sabes hackear y supongo que en la agencia habrá otro hacker no es así? Bien entonces Alessandro se infiltrará a la sala de seguridad del centro comercial y hackeará los sistemas de vigilancia y le dará acceso a la agencia para monitorear a los hombres. Usando un VPN el hacker nos enviará mensajes sobre la posición de los hombres, con el VPN en caso de que quieran rastrear la señal no podrán encontrarla. Cuando todo esté hecho, el hacker junto con Alessandro hackearan el servidor por dónde se les dan las órdenes a los matones y los llevaremos lejos del auto, todos escaparemos sin poner a nadie en riesgo.




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