La Villana del Cuento

CAPÍTULO 19

Me desperté algo aturdida y con dolor de cabeza. Mis ojos me pesaban, los fui abriendo poco a poco. Lo veía todo borroso hasta que con el paso de unos minutos pude distinguir que estaba en una habitación de hospital.

Ahora lo recuerdo todo, la sangre, mis colegas, papá...

Las lágrimas no tardaron en inundar mis ojos y correr libremente por mis mejillas. Las máquinas empezaron a sonar mientras que mis gritos las acompañaban. Mi respiración se volvió escasa. Un médico entró en la habitación seguido de una enfermera. Intentaron calmarme pero fue imposible. La enfermera tomó una jeringa y pasó el líquido en un suero intravenoso. En pocos minutos volví a cerrar mis ojos.

Mis ojos pesaban mucho. El olor del alcohol desinfectante que se utiliza en el hospital inundó mis fosas nasales. Escuchaba a alguien murmurando, no podía entender lo que decía hasta unos cuantos segundos después que las palabras se fueron esclareciendo. Era Leonardo.

— No se porque puñetas me fui de su lado. No debí dejarla sola, se que no hubiera impedido lo que ocurrió, lo que hizo ese maldito pero al menos hubiera estado con ella. Si no puedo estar con ella en el momento en que su mundo parece derrumbarse que sentido tiene amarla tanto. Todo por esa estúpida pelea por un papel insignificante. Debí haberlo tirado en el mismo corredor o botarlo por la ventanilla del coche de Damián, pero no, soy un gilipollas. Debí devolverle el papel, por primera vez debí ser grosero.

— Tienes razón, en ocasiones eres un capullo– por fin pude hablar aunque en mis ojos se asomaban lágrimas que en cualquier momento no podría detener por lo que pasó. – Leonardo, abrázame por favor, no sabes el dolor que está acumulando en mi pecho. Mi mundo esta roto al igual que mi corazón, quizás no sangre pero me duele, me duele mucho. – Las lágrimas brotaron mientras que sentía como mi corazón se oprimía. Yo me semincorpore en la cama y Leonardo me abrazó, un abrazo fuerte que transmite seguridad y consuelo, no de lastima si no uno que sirve de curita para nuestros corazones. Yo hundí mi cabeza en el espacio entre su cuello y hombro hasta que mis sollozos disminuyeron. –  Leonardo... – volví a rodearlo con mis brazos – no te vallas de mi lado, quiere mis virtudes y ama mis defectos, quiero que estés a mi lado mientras intento que las piezas de mi mundo no se caigan y que mi corazón entienda que debo aprender a vivir sin mi padre.

Que ironía, la ironía del dolor es que la persona con la que nesecitas hablar, contarle tus problemas y decir que oprime el corazón, es la persona que ya no está allí.

— No te preocupes pequeña, siempre estaré aquí para tí y aunque nos peleamos y tenemos nuestras diferencias no te dejaré sola. Superaremos esto, eres fuerte, solo cree en ti. Bruce te enseñó muchas cosa, la primera fue que el siempre estará contigo y la segunda es que no importa lo que pase, no importa cuántas veces sientas que tú mundo se derrumba, no debes perder la fe y debes seguir a delante como la mujer fuerte que eres. Se que no es fácil y no pasa nada si un día no puedes, pero que no se te haga rutina pensar que no lo vas a lograr. Recuerda que hay tormentas ahora pero la lluvia no dura para siempre.

La muerte está tan segura de que ganará la carrera que te da toda una vida de ventaja. Así es como tiene que ser, todos moriremos pero es difícil acostumbrarte a la idea de no poder ver nunca más a alguien que lo ha sido todo para ti.

—¿ Donde está mi hermano? Quiero ver a Aless. – me quité todos los catéter y me dispuse a levantarme pero Leonardo me tomó de los hombros y no dejó que saliera de la cama. – Leonardo, déjame salir de aquí, nesecito ir a ver a mi padre antes de que sea enterrado, nesecito despedirme.

— Rubí, escúchame. – Hizo una respiración profunda y habló – Llevas cinco días en el hospital. Te pusiste muy mal y todo lo que viste te causo un trastorno postraumático. Los médicos decidieron que lo mejor para tí era sedarte  y que descansaras hasta que tú cerebro lo considerara necesario. Caiste en coma. Pudiste desencadenar una perdida de memoria de esos recuerdos pero no fue así, aunque aún no se sabe cómo puedes desenvolverte en los próximos días. Tendrás que quedarte en observación durante tres días más además que un psicólogo te visitará en este tiempo.

Mi cabeza daba vueltas, demasiada información por asimilar.

— Te prometo que cuando estés bien te llevaré a la tumba de Bruce – tomó mi mano y la sostuvo con fuerza – te prometo que todo va a estar bien.

— ¿Señorita Rubí Harrison? – un médico tocó la puerta y pasó a la habitación. Era un hombre atractivo a pesar de su aparente edad, como de unos 35 años, alto, de cabello oscuro y una barba definida.

— ¿ Si?

— ¿ Cómo se encuentra? Soy el doctor Alonso Pellegrini pero me puede decir solamente Alonso.

— Encantada, estoy bien, quiero irme ya de aquí.

— Me alegro de que se sienta bien pero eso no será posible, mi deber como  médico es que usted esté en perfectas condiciones tanto físicamente como mentalmente, por lo tanto dentro de una hora vendrá una enfermera para llevarla con el señor Bianchi quién será su psicólogo. Después de su cita con el psicólogo yo vendré a ver cómo se encuentra. Descanse.

Le insistí a Leo que se fuera a descansar, sus ojos se veían cansados y se le marcaban un poco las ojeras aunque se seguía viendo irresistiblemente guapo. Le pedí que se quedará en casa hoy y que mañana las chicas me trajeran algo de mi ropa, digamos que la del hospital es algo deprimente, es un pantalón holgado con una sudadera enorme, ambos son de un gris pálido, se puede decir que es una pijama de un reformatorio o un psiquiátrico. 

Mi móvil empezó a vibrar en el bolsillo de la sudadera, era Aless.

— Hermano... – lo saludé intentando sacar ánimos.

— Hola hermanita, ¿ cómo te encuentras? – sonaba algo cansado pero se que se estaba esforzando por aparentar que está bien.

— Estoy bien, no te preocupes por mi. – Mentí. La verdad no estoy bien.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.