La Villana del Cuento

CAPÍTULO 24 -FINAL- (importante leer el epílogo)

Notificación de mensaje*

Notificación de mensaje*

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— ¿ Sucede algo? – pregunto despegando un poco la cabeza de su pecho para tener una mejor vista de su rostro.

— No lo sé, debería revi...

Notificación de mensaje*

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Notificación de mensaje*

Notificación de mensaje*

Llamada de Darién*

— Tenemos un problema. Deberías daros prisa.
— En quince minutos estamos ahí.

Fin de la llamada*

Nos ponemos en marcha hacia la ubicación que nos dió Darién.

— Que bueno que llegan– Nos recibe Aless cuando abrimos la puerta de la Ban.

Dentro de la Ban se encuentran los chicos parados a la orilla de Aless que se encuentra sentado frente a un montón de monitores vigilando al parecer un edificio.

— ¿ Qué tenemos? – Pregunta Leo.

— Que bueno que preguntas– Interviene Damián – Los hombres de Adriano y Samuel se encuentran distribuidos por todo el edificio.

— ¿Edificio?– Es mi turno de preguntar.

— Solía ser un hospital hace una década, pero fué abandonado porque las personas no podían viajar hasta aquí, así que trasladaron el equipo y el personal hasta uno nuevo en el centro de la ciudad – Explicó Antonella.

— Mi padre – Comienza a hablar Darién – tiene un carro en uno de estos callejones en caso de que necesite escapar.

— Entonces lo que nesecitamos hacer es acabar con todas las posibles vías de escape –Kira es quién habla esta vez – Yo me puedo encargar de eso junto con Damián y el agente Jack.

— Bien, organicemonos  de la siguiente manera – vuelve a tomar en control Alessandro mirando a los monitores – Rubí, Leonardo y Darién subirán hasta la azotea con el grupo de agentes de Salvador, allí están los Di Marco. Kira y Damián primero que todo, eliminarán las vías de escape, en cuanto acaben deben subir a ayudar a Rubí. Antonella y yo nos quedaremos en el primer piso, vigilando las cámaras y evitando que suban refuerzos para Adriano.

— Exelente. Ahora ¿ Cómo llegaremos a la azotea sin ser vistos ?

— También pensé en eso. Hay una escalera de incendios en el lado izquierdo. La escalera llega hasta la azotea pero hay una ventana abierta en el tercer piso, tienen que llegar hasta el final del pasillo derecho, subir la escalera para poder llegar a la azotea. Solo hay un problema. Necesitamos que uno de ustedes tres suba por la ventana y los distraiga para así desviar la atención de la puerta.

DARIÉN

El plan es muy arriesgado y hay grandes posibilidades de que fallemos pero que sería de la vida sin un poco de riesgo. Si queremos grandes resultados debemos tomar grandes riesgos.

Alessandro nos dió un pequeño comunicador y después de colocarnoslo salimos de la camioneta. Leonardo, Rubí y yo nos dirigimos hasta el lateral izquierdo del ahora abandonado hospital. Cómo dijo el ojiverde, hay una escalera de incendios.

Con sumo cuidado subimos. Todas las ventanas estaban cerradas exepto una en el tercer piso.

Compartí una mirada con Leonardo y Rubí, ahora sí que empiece la acción. Los chicos entraron por la ventana. Yo puse un pie en el barandal de la escalera y me impulsé para poder llegar hasta el borde de la azotea poniendo mis pies en la pared como un pequeño apoyo. Con otro poco de impulso y fuerza logré subir.

Unos barriles me permitían mantenerme oculto de mi padre, mi hermano y sus hombres.

Siempre supimos que yo era la mejor opción como distracción. No sé atreverán a hacerme daño, o al menos no por ahora.

Oculté bien mi arma en mi cinturón en mi espalda y la cubrí bien con la cazadora. Salí de mi escondite y no me sorprende la sonrisa maquiavélica sobre los labios de mi hermano, mi padre mantiene su semblante serio.

Nuestro objetivo es acabar con esta red de inmundicia, de sangre y droga que carga mi padre y mi hermano. Nunca estuve de acuerdo con sus asuntos y siempre quise estar lejos de todo esto, traté de que Samuel tampoco estuviera cerca de estos negocios sucios pero ya quedó claro que él y yo somos muy diferentes. Samuel es obsesivo, calculador, despiadado, egoísta, posesivo, vengativo y rencoroso. Quizás por eso mi padre siempre tuvo una notable preferencia sobre él.

— Hola hijo – una sonrisa amenaza con curvar sus labios.

— Cuánto tiempo hermanito.

Ahora que vuelvo a tener de frente a mi padre una rabia me ataca. Mi respiración se vuelve algo pesada y aprieto mis puños a los lados. Los recuerdos dan vuelta por mi mente

— Darién, esfuérzate más, eres un maldito cobarde – mi respiración era pesada y se dificultaba por la sangre que goteaba de mi nariz. Mi labio también tenía heridas de las que brotaban hilos de sangre.

— No... No puedo más...– mi voz era un susurro.

— Levántate, eres un cobarde, eres débil y estúpido como la puta de tú madre. No pudo darme tres hijos fuertes, hombres...

— ¡Cállate maldito gilipollas! – sin previo aviso estampé mi puño en su rostro con tanta fuerza que lo hice retroceder algunos pasos – Tus deseos me la sudan, hoy y siempre. No vuelvas a mencionar a mi madre con tu sucia boca. A mí me puedes golpear, insultar, maldecir si te da la gana pero a mí madre no la vuelvas a mencionar. Después de lo que le hiciste a ella y a mí hermanita no tienes el maldito derecho de mencionarla.– Un trozo de vidrio que estaba a mi alcance rasgó su mejilla. Su grito de dolor me hizo sentirme satisfecho por un instante – No seguiré con tu maldito legado, no seré parte de tus negocios sucios.

Aprieto mis puños a los lados por los recuerdos que tanto intenté sepultar por años. La rabia, el dolor, la impotencia de ver cómo este bastardo asesinó a mi madre.

— ¿ Qué haces Adriano? Me estás lastimado – Sus gritos de dolor quebraban mi corazón.




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