¡Que encantador!
Jamás me habían besado la mano, seguramente era común en este mundo pero para mi fue algo tan maravilloso. De pronto me sentí como en un cuento de hadas o una película de Sofia Coppola.
Si este cuerpo fuera el mío, ahora mismo estaría tan sonrojada que podrían cocinar sobre mis mejillas. Pero afortunadamente el cuerpo de Fedrika era mucho más inexpresivo o tal vez es que mi alma no se terminó de ajustar o conectar con esta nueva corporeidad. Por primera vez me sentí aliviada de habitar en Fedrika.
Apenas las debidas presentación finalizaron, mi suegro prendió su pipa y le ofreció un cigarro a Lyev y él lo rechazó amablemente. Mi suegro tomó asiento detrás de su escritorio y después de darle varias caladas a su pipa, me dirigió la palabra mientras escupía una nube de humor por su arrugada y seca boca.
— Debemos discutir algunas cosas.
Oh, cierto, los requerimientos para mi plan maestro.
— si es verdad — tomé asiento en la silla frente al escritorio, pero dudé por un segundo mirando a Lyev. — mm... creí que hablaríamos solo usted y yo.
Papá Novicci le dio otra calada a su pipa incipiente y la garganta empezó a picarme.
— lo que sea que quieras pedirme puedes hacerlo frente al Sr. Boulois, también es el contador.
Enderecé mi espalda y miré al "Sr. Boulois", si así es como debo llamarlo, parado junto a su tío de una forma tan recta y respetuosa, con una carpeta entre las manos. ¿Sabes? Los chicos lindos me encantan, pero los hombres inteligentes me vuelven loca y este chico definitivamente parecía ser ambos.
Me mordí el labio y volví a dirigir mi mirada a mi suegro.
— lo escucho.
Papá Novicci le dio otra calada a su pipa y me tragué las ganas de toser.
— el Sr. Boulois se hará cargo de ti por un tiempo. — una sonrisa asomó en mi rostro. Magníficas noticias — Te ayudará a adaptarte a tus nuevas responsabilidades. Ya que ahora eres anfitriona de la mansión, tienes que hacerte cargo del administrativo.
¿Qué? ¿Qué yo tengo que hacer qué cosa? ¿Tareas administrativas en un mundo sin Excel? Ja ja ja, definitivamente no. Ni siquiera sé de que va el trabajo, no quiero hacerlo. Seguramente podría aprender pero no tengo la voluntad o el deseo. Se suponía que iba a vivir el resto de este tiempo como una esposa trofeo ¿No? Y ahora resulta que tengo que trabajar para esta familia que no me importa nada. Ni en sueños.
— no, yo no voy a hacer eso.
Ambos parecieron impactados por mi declaración, como si no esperaran que una chica frívola dijera "chicos, no pienso trabajar". Papá Novicci me miró con especial desconfianza.
— ¿Cómo que no lo harás?
Bueno maldición, ¿Nunca viste a una chica haragana en tu vida?... la mejor mentira es siempre la verdad.
— oh, no. Yo no tocaré nada de esto. Mi padre me ordenó ganarme su confianza y enviarle información sobre todos los documentos confidenciales que pudiera conseguir aquí... Pero yo no quiero hacerlo.
él lanzó su pipa contra la pared... Encantador. Se me congeló el aliento por un segundo pero seguramente fue imperceptible.
— ¡¿Que más se puede esperar de un sucio Cabernet?! Ese viejo zorro siempre sacando ventaja de absolutamente todo lo que... ¿Y tu no tienes honor? A los Cabernet no les tiembla la voz para traicionarse entre ellos.
Dios, es igual que su hijo. Esta gente no se sabe comunicar y es tan violenta... Miré de soslayo al Sr. Boulois, ese hombre que parecía imperturbable y deseé que esos arranques violentos no fueran hereditarios. Quiza confundió mis ojos con un pedido de auxilio, por que intervino a mi favor con una voz tan suave y pacífica.
— Señor, quizas sea conveniente mantener a la señorita apartada de sus deberes por un tiempo, hasta que sepamos como utilizar esta información y su presencia a nuestro favor.
Bueno ¿Qué diablos? Eso es más o menos lo mismo que dije ¿Por que solo lo entiende cuando el lindo chico de lentes lo dice? Mi suegro se pasó la mano por el cabello como también lo hace su hijo cuando pierde los estribos, antes de mirarme inquisidoramente y retomar sus recriminaciones.
— ¿por qué me has dicho todo esto? Eres conciente de que jamás podré confiar en ti ahora? Has fallado... ¿O acaso buscas convencerme de tu cambio de lealtades exponiendo el plan de tu padre para luego clavarme un puñal por la espalda?
Tan dramático como uno que me conozco. Que afloje el consumo novelero.
— No, la guerra entre Cabernet y Novicci ya no es asunto mío. Perdí mi apellido el día que entré a esta casa y nunca perteneceré a esta familia, lo sé. Y eso está bien, pero no voy a mover ni un dedo a favor de un bando o el otro, ahora mismo solo me importo yo y mi seguridad. No quiero y no voy a verme envuelta en fuego cruzado, ni a pagar los platos rotos por los deseos egoistas de nadie más, solo los míos.
Ambos se quedaron estáticos escuchándome. Mi suegro miró a su sobrino y este asintió en una conversación tácita de la que yo no estaba siendo parte.
— de acuerdo, el Sr. Boulois se hará cargo de tus tareas como hasta ahora. Si no queda nada más que decir, puedes retirarte.
— oh, bueno. Sobre eso... — Aproveché para sacar un pequeño trozo de papel donde esta mañana había anotado algunas condiciones que me interesaban especialmente. Me aclaré la garganta y proseguí a leerselas — verá, para empezar quiero que quede establecido que la habitación nupcial que se supone debo compartir con su hijo, ahora sea solo mía.
Mi suego me miró perplejo.
— pero son una pareja recien casada, deben concebir un...
— no pasará. — si antes no me había sonrojado, seguro que ahora si — y no lo quiero en mi habitación.
Él resopló pero asintió.
— de acuerdo, consideralo un hecho. ¿Eso es todo?
Sonreí.
— por supuesto que no. Quiero que se me asigne una cantidad de dinero adecuada para mis gastos.
No quiero tener que volver a pedirle dinero a mi estúpido marido, es tan engorroso y molesto tener que pelear por monedas.