La vida es demasiado cruel. Siempre he tratado de ser una persona digna del reconocimiento de mis padres pero ellos parecen no notar mi esfuerzo.
El invierno anunciaba su llegada, sentía el frío del viento golpear mi cara mientras caminaba por las solitarias calles de la ciudad. Al otro lado de la calle se escuchaba el Revuelo de las personas ¿Qué día era hoy? ¿Qué se estaba celebrando con tanto entusiasmo? Al llegar donde provenía el ruido ví que se trataba de una feria de libros. Si contaba con suerte podría encontrar uno sencillo que me ayudara a practicar mi lectura. Me adentré hasta llegar a un puesto donde se encontraban varios niños haciendo fila para poder reclamar un libro, todos ellos escogieron libros con portadas bonitas, supongo que los colores llaman la atención. Cuando llegó mi turno la señora que atendía se disculpó ya que solo quedaban libros "viejos", pero eso no me importó, le pedí a la señora que me recomendara un libro y ella delicadamente pasó sus dedos por encima de todos hasta detenerse en uno, el caual sacó y limpió el polvo para entregármelo mientras me sonreía. Recibí el libro y le dí las gracias mientras guardaba el libro en mi bolso.
Al llegar a casa me invadió una gran tristeza, mis padres no estaban, nunca estaban. Entré a lo que se podía llamar mi habitación, me recosté sobre la delgada manta que tenía como cama y comenzando a leer el libro que se convertiría en mi salvación.
I
Dejé la universidad para poder trabajar la situación no me permitía seguir con mis estudios así que comencé a trabajar a tiempo parcial para poder comer y para que mi abusivo padre no me pegara.
Mi madre había muerto por una terrible enfermedad y luego de eso mi padre comenzó a dirigir sus ataques de violencia hacia mí. El llegar a casa era un sufrimiento constante. ¿Por qué mi vida tiene que ser así? Aveces me pregunto si algún día podré ser feliz ¿algún día podré vivir de manera tranquila? Mi turno había terminado, no quería regresar a casa y no tenía un lugar al cual llegar, mi vida era tan patética.
Dicen que cuando estás a punto de morir, tus mejores recuerdos pasan por tu mente, entonces¿ Por qué yo, no recordé nada que me hiciera feliz? Si, muy dentro de mi sabía el por qué, supongo que lo mejor sería morir de una vez por todas, nadie me lloraría si muriera. Eso fué lo que pensé antes de ver cómo el automóvil avanzaba rápidamente en mi dirección, en ese momento el arrepentimiento inundó mi ser y las lágrimas comenzaron a recorrer mi rostro, lo último que sentí fue como mi cuerpo cayó en el frío y duro suelo.
Mi cuerpo se siente pesado, no lo puedo mover, es verdad...recuerdo haber sido atropellada por un auto ¿Dónde estoy? ¿Sigo con vida? Escucho un murmullo, parecen voces. Con bastante esfuerzo abro Mis ojos y los rayos de sol me escandalizan la vista, intento hablar pero las palabras no salen de mi boca, en cambio en la habitación se empieza a escuchar un chillido ¿Un bebé? ¿Dónde? De la nada veo como una señorita asoma su cabeza, espera, ¿Por qué se ven tan grande? ¿Dónde estoy? Intento hablar pero solo se logra escuchar un terrible llanto, ¿Podría ser que ese llanto provenga de mi?
La señorita acerca sus manos Para cargarme.
—Es una bebé muy hermosa ¿No lo cree señora?
—Estoy de acuerdo, la pequeña princesa se parece mucho a el.
—¿Deberiamos informarle que ya nació?
—No! Si se entera esta niña estará en peligro, escúchame Sam, me queda muy poco tiempo de vida, por favor, te lo suplico no le digas nada, mantén a la niña en secreto hasta que ella pueda defenderse por ella misma.
—Si es lo que desea, protegeré a esta niña con mi vida.
—Sé que podré confiar en tí.
La voz de la mujer se dejó de escuchar y sentí como la mujer que me cargaba salía de la habitación. ¿Qué está pasando aquí? No estoy entendiendo nada ¿Princesa? ¿Yo? Quien era la mujer de recién, no pude ver su rostro. Un sueño inmenso comienza a invadir mi cuerpo.