La Viuda Roja.

Capitulo 4.

     La oficina estaba levemente iluminada por dos pequeñas lámparas en cada extremo de la habitación, estaba sentada en el escritorio con el velo rojo cubriendo mi rostro para evitar ser reconocida. Aún no quería revelar mi identidad eso era parte del plan final cuando estuviera cara a cara con los verdaderos maestros del plan ya que los que habían entrado a mi casa aquella noche no eran más que pobres marionetas, pero yo quería atrapar a todos y eso incluía a los que daban las ordenes. 

    Cuando el reloj marco las once de la noche en punto, el sonido del elevador hizo eco por las paredes del edificio desierto a excepción de tres almas en su interior y cada una tenía un papel que jugar en este guion. Los pasos comenzaron a acercarse a la puerta de mi oficina dándome tiempo a prepararme para recibir la visita programada, con un rápido movimiento me asegure de que Patrick estuviera bien oculto entre las sombras. Sabía que él tenía experiencia en estas cosas pues su trabajo consistía de dichas artimañas, pero aún así por algún extraño motivo ajeno a mi comprensión, sentía nervios y temía por su seguridad. Una vez comprobé que ni su silueta se veía respire con alivio; la puerta se abrió y en el umbral de pie estaba el tipo con el que mis ojos habían echo contacto aquella noche al despertar. La rabia ascendió por mi rápidamente, pero me tuve que recordar cual era mi posición en este momento para no estropearlo todo. 

<<Recuerda que no estas tu sola en esto, Patrick esta involucrado por lo que no puede haber ni un solo error o lo perderás a él también.>> 

-¿Usted es la Sra. Forter? 

-Así es y supongo que tu eres Francisco García, ¿verdad? 

-Si. 

-Espero que se haya asegurado de que nadie lo haya seguido Sr. García, al menos si le tiene algo de valor a su vida. 
 

-No juegue conmigo señora.- Dijo arrogantemente al tiempo que caminaba hacia el escritorio.- He podido notar que no tiene usted ningún guardaespaldas que la proteja, me sería muy fácil desasearme de usted y hacer que parezca otro simple asalto a una empresaria. 

-¿Y que le hace pensar que no se defenderme sola? Se de sobra que para tratar con tipos de tu calibre una debe estar preparada o sería una tonta porque se convertiría en carnada fácil. No me subestimes mercenario de poca monta. 

     Él arrugo el labio y mostro sus dientes recordándome a un perro rabioso y eso me hizo sonreír. 

-¿Cómo me dijo? 

-Mercenario de poca monta. ¿Qué? ¿A caso me equivoco? ¿No dice el dicho a caso ¨por la plata baila el mono¨? Y por lo que veo tu eres así por lo que no tienes nada por lo cual reprocharme. 

-¡Tú! 

    En un rápido movimiento saque el cuchillo de mi bota derecha y le apunte con este en cuanto él se intento abalanzar sobre mi, por el rabillo del ojo logré divisar la sombra de Patrick quien estaba listo para acudir a mi rescate si así era necesario. 

    -Como vera Sr. García, tengo todos los escenarios cubiertos y la situación bajo control. – esto último era más para tranquilizar a Patrick que para el sujeto.- Ahora prosigamos con lo que nos compete. 

    De mala gana el tipo regreso a su sitio sin comentario alguno, pero en su expresión se notaba la resistencia al hecho de que fuera una mujer quien le estaba dando las ordenes. 

-Bien, Sra. Forter por lo que tengo entendido usted desea reclamar la fortuna de su esposo. ¿No es así? 

-Esta en lo cierto, pero digamos que en el camino me he encontrado con ciertas dificultades ya que el muy desgraciado tiene una amante y ella no se aleja de él ni a sol ni sombra. Y no solo eso además de estar saliendo con esa zorra él desea adueñarse de la fortuna de ella también y quedarse todo el solo, yo no pido más que solo aquello que me corresponde. 

-Entiendo su situación, lo que no entiendo es que puedo hacer yo para ayudarla con eso. 

-Bien, verá. A pesar de que el muy idiota no se conforma con su propia fortuna y desea la de su amante, yo solo deseo los tres millones que recibiría si algo le pasará a mi esposo. Bueno, recibiría eso y probablemente herede su empresa, pero esa se la puede quedar usted y hacer con ella lo que guste. 

-¿De qué tipo de empresa estamos hablando? 

-Una de transporte marítimo y transoceánico. 

     Él se quedó pensando un momento, pero en su rostro se veía su avaricia; estaba escrita por toda su cara.  

-Suena tentador, pero me resulta extraño hacer negocios con una mujer a la que no he logrado verle el rostro ni una sola vez. 

    Sabía que él sacaría el tema a relucir de un momento a otro y estaba preparada para eso por lo que mantuve la calma y simplemente me incliné sobre el escritorio como si le fuera a contar un secreto demasiado intimo.  

-Vera Sr. García, yo solía ser una mujer muy hermosa, después de todo no cualquiera logra cautivar a un hombre valuado en millones de dólares, pero desgraciadamente el destino me juego una cruel broma. Una noche iba conduciendo y los frenos del auto fallaron haciendo que me estrellara contra un árbol, la bolsa de aire falló y mi rostro absorbió el golpe sobre los vidrios y demás. Los médicos hicieron todo lo que estaba a su alcancé, pero aún así no volví a recuperar mi belleza natural y mi rostro quedó totalmente desfigurado. Comprenderá que la vanidad con la que nace una mujer se acrecienta si está es bendecida con cierta sensualidad, pero si algo le pasa bueno, digamos que ya no desea ser vista nuevamente aunque confía en que su esposo la seguirá amando igual ¿Pero que idiotez verdad? Resulta que él ya tenía una amante incluso cuando yo esa bella aún entonces, ¿Porqué motivo se quedaría una vez que esa efímera belleza ya no está?  

-Lo lamento Sra. Comprendo su situación por lo que no es necesario que me muestre nada, confío en usted. Ahora, ¿Está segura que el accidente fue… 

-¿Un accidente al azar?  

-Si. 

-No, no lo fue de hecho se que fue mi esposo quién cortó mis frenos porque yo los había hecho revisar por mecánico esa misma mañana porque haría un viaje largo ese día y estaban en perfecto estado. La cosa es que mientras yo ganó tres millones de dólares por su muerte, él ganaría cinco por la mía. Ese es el motivo detrás de mi “accidente”.  

-Ahora entiendo, no es solo porque esté despechada que desea su muerte, es por venganza porque confío en él y a cambió intento quitársela de encima y cobrar el seguro. 

-Valla, después de todo resultaste listo. Si, es por eso. 

-Bien, estoy dentro.  

     Sacó una libreta junto con una pluma de escribir, pero no era una pluma cualquiera, está era de colección solo habían 4 en el mundo y este desgraciado tenía una que yo recordaba haber visto en la mano de otro hombre. En la de Henry.  

-¿Nombre de se esposo? ¿Algún mal físico u enfermedad? ¿Dónde se le puede encontrar? 

     Yo sonreí aunque él no logrará distinguir mi rostro, podía divisar ciertos gestos lo noté por sus ojos observadores siguiendo cada uno de mis movimientos de cara.  

-Su nombre es Richard Volter y lo puedes encontrar en esta dirección.- Le entregué un papel y él lo tomo sin leerlo guardándolo en el bolsillo.- El tipo está sano como un roble por lo que tendrás que pensar en una manera de matarlo y que parezca un accidente. 

-No sé preocupe por eso Sra. Mis hombres y yo tenemos experiencia en eso. Hace unos cuatro años atrás hicimos pasar por loca a una pobre millonaria y al día de hoy sigue encerrada en un psiquiátrico.  

-¿Ah sí? 

-Por supuesto, así que usted tranquila está tratando con profesionales. 

-Maravilloso, eso me deja más tranquila. Y el nombre de la mujer con la que me engaña es Cassandra Helford.  

    Al oír el nombre su mano tembló ligeramente y su respiración se congeló momentáneamente por haberlo tomado por sorpresa, seguramente le recordé a su pasada victima, ósea a mí. 

-¿Está todo bien Sr. García? 

-Si, es solo que ese nombre… ¿No es a caso la dueña de la compañía Hand-Tecnologic? 

-Esta usted en lo correcto. Espero no le suponga algún inconveniente; de ser así puedo contratar a otro especialista… 

-No se preocupe, no existe tal impedimento. ¿Para cuando desea el trabajo echo? 

-Supe de buena fuente que dentro de una semana la empresa tendrá una fiesta de aniversario, pienso asistir a ella. 

-¿Está segura Sra.? ¿Y si la reconocen? 

-Esa es la idea, necesito una coartada. ¿A quién cree usted que investigaran primero la policía? Obviamente a mi por ser la esposa y beneficiaria del seguro por su muerte, así que necesitare una coartada firme. Además, resultara un poco difícil reconocerme con este velo. ¿No lo cree? 

-Tiene usted razón. Bien, iré a preparar todo para el trabajo. Hasta dentro de una semana. 

-Nos veremos allí, espero no me defraude. 

-Siempre soy un profesional en este tipo de trabajos.




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