La viuda y el psicólogo

Capitulo uno

— Hola, señor, mi nombre es Amelia y él es mí hijo Tiziano, me enviaron Yanc… 

— Sí, lo sé! Hola —Andre no podía entender porque era tan maleducado de interrumpir la presentación de quién sería su empleada. Quedó asombrado observando a esa mujer hermosa y humilde de ojos marrones.  Ella vestía un sencillo vestido largo azul, junto a ella había un niño de unos 6 años con sus mismos ojos y cara de dulce. 

 Ella incómoda por la mirada de él, miró hacia el suelo y volviendo a mirarlo dijo:

 — ¿Tuvo un buen viaje? Yo soy la nuera, bueno… fui nuera de Yancy y Wilmar y vine a reemplazarlos en sus vacaciones.

—Creí que eras… bueno, no tiene importancia, ellos te enseñaron cómo se hacen las cosas imagino.

—Sí señor, no se preocupe, y también me indicaron el horario desde las siete de la mañana hasta las tres de la tarde.

—Así es, luego de ese horario yo me las arreglo solo.

—¿Lo ayudo con su equipaje? ¿le ordeno la ropa?

—No gracias, prefiero hacerlo yo mismo — contestó muy secamente.

— Por favor, si hay algo que omito o si prefiere que cambie mí forma de hacer tal o cuál cosa me lo indica y trataré de adaptarme a su pedido. — añadió un poco incómoda Amelia.

—Perfecto, voy a descansar, por favor aunque el patio es grande y tu casa está en el otro extremo te pido el silencio más absoluto. Si quiere puede ir a visitar a alguien o a la playa para evitar cualquier ruido, lamentablemente soy muy sensible a los ruidos.

— Entiendo… No sé preocupe Tizi y yo estábamos esperando que llegara para poder irnos a la playa ¿Desea que llevemos a Toby también?

—No hace falta, creo que él está tan cansado como yo por el viaje.

—Perfecto entonces si necesita algo, puede pasar por la playa. Que descanse.

—Y tú también descansa Toby - dijo Tiziano acercándose al perro que movía su cola y le saltaba- yo no lo veo tan cansado- indicó el niño.

—Vamos Tizi, el señor André necesita descansar. Si necesita algo, dejé mi número en su heladera, dijo Amelia mientras se alejaba.

André se quedó mirando a esa mujer de ojos cautivantes alejándose con una canasta, una esterilla y su pequeño hijo «pensé que era mayor, creo que voy a tener una conversación incómoda con mí madre» pensó.

    Amelia y Tiziano jugaron en el agua, armaron castillos de arena, merendando allí en la playa. Al atardecer regresaron a la casa, se bañaron, cenaron, miraron una película y fueron a dormir.

    A la mañana siguiente, ella fue derecho al lavadero muy sigilosamente para no despertarlo, separó la ropa por color, puso el lavarropas y comenzó a planchar. Cerca de  las 8 André abre la puerta y mientras se saca su camiseta sudada, ambos se sorprenden. 

—Buu...en día señor, pensé que estaba durmiendo por eso vine acá para no despertarlo.

—Se ve que eso no le dijo Yancy— contestó muy serio—Yo salgo a correr todas las mañanas, llueva o truene. Dejé mi ropa aquí para bañarme en el baño contiguo.

—aaa diis… culpe inmediatamente voy a ordenar su dormitorio —indicó Amelia mientras desenchufaba la plancha.

 




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