La viuda y el psicólogo

Capitulo nueve

La partida

     Yancy y Wilmar llegaron muy temprano desayunaron junto a su nieto y su nuera y ella comenzó a cargar el vehículo con las pocas cosas que tenía. Fueron al escribano y luego ella fue directo a la ciudad vecina, su nuevo hogar, qué esperaba sea el definitivo. Yancy pasó el mediodía y parte de la tarde con su nieto mientras Amelia sola realizó todos los arreglos, compró mercadería y llevó las cosas a su nuevo hogar. Pasó por el que sería su nuevo trabajo y arreglo los últimos detalles para comenzar a trabajar la semana siguiente. 

    <<Vení a saludar, vamos Amelia, se que podés, no te podés ir sin decir adiós>> pensó André. La vio por la ventana y salió… mientras se acercaba al auto escuchó.

— ¿Está André? Debería saludarlo —dijo dubitativa mientras acomodaba unos libros en el baúl del vehículo. Yancy escucha unos pasos detrás y añade.

— Hablando de Roma… Ah ¿venís a despedirte André? —dijo Yancy, no pudiendo evitar ver la forma intensa en que miraba a Amelia, que se giraba a su encuentro, recién bañada, con su vestido largo negro de estilo playero una cola alta en el pelo y unas sandalias bajas color natural. Cómo André no respondió, Yancy miró a Amelia, luego a André y por último a Wilmar.

—Yancy vamos adentro que no se dónde quedó el regalo de Tiziano y Amelia —dijo Wilmar.

—¿Me compraron un regalo?— dijo el niño entusiasmado mientras ellos se hacían señas muy poco disimuladas  y entraban a la casa los tres. Amelia y André quedaron frente a frente mirándose intensamente.

—¿Es una guerra de miradas?— Pregunto ella y ambos se rieron y él se derritió al ver la sonrisa en sus ojos—o solo me vas a decir adiós—añadió Amelia con un nudo en el estómago y mil mariposas volando dentro.

—Pensé que te ibas a acercar a saludar, pero evidentemente no lo ibas a hacer.

—Disculpame, tuve un día complicado, además, —dijo un tanto avergonzada— no estaba segura de que quisieras verme, entendí que los mensajes de anoche eran una despedida, pero aún así pensaba saludarte—en ese instante la tristeza invadió sus ojos y él no lo pudo resistir, no pudo quedarse frío y distante como había planeado y actuó impulsado por una necesidad de no ser el causante de esas lágrimas a punto de salir.

—Pero así no podría abrazarte —entonces la abrazó, olió su cabello, le dió un beso en la frente y ella susurró en su oído.

—Por favor, André necesito que te alejes—cuando él se alejó  ella añadió con su voz quebrada, pero reprimiendo aún sus lágrimas— gracias por todo, fuiste un buen jefe y amigo.

—Ana, te vas a 20 minutos de acá, nos vamos a seguir viendo.

—Pero es diferente, va a ser difícil que con tus horarios y los míos coincidamos, además, si vengo acá va a ser solo por mis ex suegros. Además, como bien dijiste el día del “error” —hizo las comillas con sus dedos—voy a seguir siendo la viuda con un hijo y ex nuera de Yancy y Wilmar, y te aseguro que estoy muy contenta de quién soy. 

—Amelia yo no quise ofenderte. Se quién sos, al menos lo que pude conocer estos dos meses —ella lo miró un tanto confundida y volvió a reprimir sus lágrimas, aunque añadió ya que sentía que debía salvar lo que quedaba de orgullo.

—Creo que no tenés mucho más por conocer. Lamento ser tan simple. Solo quiero dejarte claro que ser mamá es lo mejor que me ha pasado en la vida y mis suegros son grandes personas que quiero como si fueran mis padres. Y todo lo que viví me ayudó a ser quien soy y si bien tengo mucho por mejorar, conocer y vivir estoy ansiosa por ver qué sucede con mi vida y la de Tiziano. Gracias por todo. ¡Vamos Tizi! —dijo en voz alta inclinando la cabeza a la derecha— Espero que seas muy feliz con tu profesión y no te obsesiones demasiado con las banderas rojas— sonó fría, si así era, pero era por el bien de ambos o al menos eso creía. Por el bien de ella, para convencerse a sí misma que era fuerte y confiaba en que eso que había sentido desaparecería pronto. También era por él,  para que no se sienta culpable por haberla hecho sentir que no era suficiente.

Agradeció el regalo, bueno en realidad se dió cuenta que fue solo una excusa para que ella y André hablarán ya que le habían dado dinero. Tiziano se despidió de sus abuelos, de André y le comentó a este que planeaba comprar una camiseta de fútbol. Se sentaron en el auto, se pusieron el cinturón y partieron hacia una nueva etapa en su vida, ella esperando que sea el adiós de lo que no fué y el principio de algo mejor. Aunque no había pensado en volver a enamorarse, luego de esta breve experiencia, estaba en su mente la posibilidad, obviamente no de André y cuando enterrara y olvidara por completo sus sentimientos.




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