ESCENA DECIMONOVENA
Lupanar Falsaria, Subnivel 2, Neonostro, capital del Nodo Pirámide, Sector Heráldica.
La música sugerente del lupanar envuelve a EIDER al entrar. Le parece curioso como aquel entorno de luces cálidas y tenues, provisto de sofás con cojines de terciopelo, biombos de papel pintado y cortinajes de raso le han proporcionado siempre serenidad. Incluso los hologramas altamente sugerentes que se proyectan en las tarimas le hacen sentir como en casa.
EIDER
(piensa)
Es mi casa. Y esta es mi familia. No dejaré que les hagan daño.
Solo una cosa está fuera de lugar en el Lupanar. No hay gente, ni un solo cliente, y teniendo en cuenta que ya ha anochecido, para EIDER esto es motivo de alarma.
Cruza el recibidor, atraviesa la zona de bar y el área de baile, se dirige al único reservado que se encuentra ocupado. Alguien parece oírle. La cortina iónica se hace a un lado. Dos matones de ojos muertos y provistos de diversas cicatrices salen y se sitúan a cada lado del acceso, van vestidos de traje. Uno de ellos es un reciano de tez parda, el otro un humano de los Nodos del este, de ojos rasgados. Le indican con el dedo que se acerque. Van armados con armas de pulsos.
EIDER se acerca con parsimonia y levanta las manos. Los matones le cachean en busca de posibles armas. Mientras lo hacen EIDER ve una Vertebra asomar por el cuello de sus camisas. Durante el cacheo encuentran su abanico en la cinturilla. El reciano levanta una ceja y mira a su compañero interrogante, duda de si aquello cuenta como arma. EIDER considera inteligente por su parte el que hayan decidido requisarlo. Pues en manos de EIDER sí es un arma.
Se hacen a un lado y le hacen una seña para que entre. EIDER lo hace y estos le siguen.
MAMA FALSARIA viste una bata de satén con pedrería y el cuello adornado con falso plumaje de cisne. Su melena implantada cae en tirabuzones cortos enmarcando su cara. El resto recogido en un moño sostenido por alfileres dorados. Lleva unas enormes plataformas blancas y con una sonrisa tensa sirve más (52) Surribo en la copa que HAMMOND sostiene en su mano. En la otra, el alcalde sostiene un puro al que le da una intensa calada. Hoy viene ataviado con un traje amarillo chillón de corte sublime.
El resto de los muchachos y muchachas se encuentran de pie o sentados en sillas, apiñados al fondo del reservado. Tienen miedo, eso es evidente.
Aparte de los matones que vigilan la entrada, HAMMOND está flanqueado por otro humano de tez clara y pelo rapado y una rivana de piel blanca y ojos y cabellos de un amarillo luminoso. Ambos visten trajes oscuros y portan rifles.
HAMMOND
(girándose en su sofá, sonríe y levanta la copa en un brindis)
Salud, querida. Me alegro de que hayas sacado tiempo para asistir.
(da un sorbo al Surribo)
Sé que estás muy ocupada conspirando. No es tarea fácil.
(se da golpecitos en los labios y pone sonrisa pícara)
A saber en qué andabas metida hoy antes de que te interrumpiera.
Por lo que he podido comprobar desde que mis chicos te vigilan te dedicas a un poco de todo.
Pero lo más sorprendente fue seguir la pista de tus coetáneos.
(señala a los Falsarios)
¡Evasión de condenados! ¡Esta sí que es buena!
EIDER le mira sin responder.
HAMMOND
Así que vosotros sois los responsables de que las buenas gentes de Neonostro se estén quedando sin sus pequeñas mascotas.
(hace ruidos con la boca)
Tsk, tsk, tsk... No, no, no. ¿Qué haría yo sin mis cachorritos?
(acaricia la mano del guardaespaldas que tiene a su lado.)
A EIDER no le cuesta deducir que ambos llevan Vértebras.
HAMMOND señala a MAMA FALSARIA.