La Voluntad de la Estrella Hermética (libro 1: La sala 9)

Episodio 4: Escenas Decimotercera y Decimocuarta

 

ESCENA DECIMOTERCERA

f

Área exterior del Espaciopuerto, ciudad de Gardemia, Nodo Filigrana, Sector Rústica

El lugar está desierto. Es un depauperado sector industrial, totalmente inhabitado, atestado de naves abandonadas, solares en construcción, o almacenes al borde del derrumbe. Los andamios y cobertizos salpican las esquinas. Desguaces y centros de reciclaje de robots son algunos de los negocios destacados, todos ellos cerrados a esas horas.

Los halógenos de los corredores que conforman las callejas artificiales de la periferia del espacio puerto se atenúan, la iluminación es más endeble ahora, lo cual le da a todo un aspecto más lúgubre. FALLAX había leído alguna vez que aquella penumbra es para que los ritmos circadianos del cerebro de los habitantes de Tecnonodos como aquel no se vieran afectados. Una nocturnidad simulada.

FALLAX se encuentra agazapado tras unos contenedores industriales, en la boca de un callejón que da a la vía principal. La que conduce justo a los muelles de carga privados.

SORGINA le ha dicho la noche anterior que los transportes hacia la factoría de neón partían desde esos muelles. CIMEX se había encargado de dar con el resto de la información, de cuando y como se produciría el traslado.

 

FALLAX

(piensa)

"No falta mucho."

Se rasca el cuello. El arañazo le escuece un poco. Pero es un escozor agradable, le recuerda a un momento largamente postergado, un momento que creía que nunca volvería a repetirse.

SORGINA era un tornado en la cama, y sin duda necesitaba una manicura. Las marcas en el cuello de FALLAX son poca cosa comparadas con los arañazos de su espalda, pero el Eterno apenas nota molestia.

FALLAX aún recuerda la tempestad entre las sabanas y luego la calma en la tenue atmosfera del apartamento de SORGINA, con la luz de los neones de los negocios circundantes escabulléndose entre las rendijas de la persiana. Ella en profundo sueño, y él mirándola, acariciándole el costado desnudo, sus clavículas, repasando con su dedo las líneas del tatuaje que lucía entre ellas, un círculo blanco eclipsado por otro negro, una Estrella cegada. FALLAX recorrió la circunferencia de la Estrella y luego su dedo siguió descendiendo, acariciando cada una de las vértebras de su amante, ella soltó un suspiro y él la abrazó. Yacieron así hasta el amanecer.

Al despertarse esa misma mañana, ella ya se había ido y en la Datalens de FALLAX había varios mensajes de CIMEX.

 

FALLAX

(volviendo al presente, susurra)

La tediosa realidad siempre llama a la puerta.

 

CIMEX

¿Qué dices, Etern...? Digo, Vargas. ¿Qué ocurre Vargas?

CIMEX le mira desde la plataforma de incendios a varios metros de su cabeza, le habla a través de Conector.

 

FALLAX

(tocando el pendiente para contestar)

Nada... Gárgara. Simplemente que es curioso estar de vuelta en este lugar. En la vida que una vez dejé atrás.

 

CIMEX

Comprendo, no sé cómo me sentiría yo si me pasara lo mismo.

 

FALLAX

(con curiosidad)

Sé que te lo tengo preguntado alguna vez, pero ¿de dónde sales tú exactamente? Me refiero, que hacías antes de pertenecer a los Hijos.

 

CIMEX

Eso ya no importa. Tampoco es que fuera muy relevante.

 

FALLAX

Sí, eso me contestaste la última vez. Para ser alguien que tiene una habilidad natural para enterarte de los secretos de los demás, guardas muy bien los tuyos.

 

CIMEX

Que mejor que un ladrón para saber cómo proteger su casa de otros ladrones.




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