No pude dormir, durante toda la noche me dolió el estómago luego de comer a la fuerza por culpa de ese maldito loco. No puedo seguir así, en cualquier momento puede querer deshacerse de mí pese al acuerdo que tenemos. Estoy en desventaja, lo sé, mis habilidades físicas son tan malas que si salgo corriendo me atraparán a solo un par de metros, tampoco sé escalar muros por lo que no podría salir de aquí valiéndome solo de mis habilidades. Me arrepiento de no haber tomado en serio las actividades físicas en la escuela.
Lo poco que pude dormir fue solo para tener pesadillas, viendo como el manager era cortado en trozos y tirado al mar para alimentar a los tiburones, y aun así, muerto, seguía culpándome por lo que pasó.
A veces quisiera aferrarme a la tonta esperanza de que alguien se dará cuenta de mi ausencia y avisará a la policía. Y de esa forma podría ser rescatada. Pero mi familia no sabe nada de mí desde que me fui de casa, mi exnovio no debe pensar tampoco en buscarme, y del trabajo pocos conocen de mi vida privada y la dirección de mi departamento, tal vez solo la jefa al no llegar al trabajo podría llamarme. Esa es mi única opción.
La casa, a pesar de estar vigilada en cada rincón, por tipos vestidos de negro que no sé si son guardias o qué, es demasiado silenciosa. No tolero el silencio, incluso cuando he estado sola debo dormir con la televisión prendida o con música, no soy capaz de relajarme con el silencio. Y más en la situación en que me encuentro. No sé si hay futuro para mí o si lograré algún día huir de las manos de Alejandro Fave.
El sol penetra por la ventana y al asomarme solo veo un enorme campo lejos de toda civilización. Si me torturaran en este lugar o quisieran matarme nadie podría venir a mi rescate, mis gritos no llegarían a ningún lugar.
Contemplo con más atención el lugar. La habitación es enorme, más que todo mi anterior departamento, la cama es demasiado grande a lo que estoy acostumbrada, además todo luce tan limpio y pulcro que no me atrevo a tocar nada. Incluso cuenta con su propio baño. Lo único malo es que en la puerta que da al pasillo hay un matón esperando que no intente huir y las ventanas, aunque no tienen candados, dejan ver la gran cantidad de hombres que vigilan cada lugar desde el exterior.
Este tipo es muy famoso o vive creyendo que alguien quiera atacarlo. No se me hace normal tener tantos guardias y vivir en una casa que es demasiado grande para una sola persona.
Bufé en el momento justo que sentí dos golpes en la puerta.
—¡Levántate! Debes preparar el desayuno y llevarlo a la habitación del señor Fave —la voz del pelirrojo se extiende dentro del cuarto.
Alzo ambas cejas sin creer lo que acababa de decir ¿Llevarle el desayuno? O sea, no solo me obligarán a preparar la cena, sino además también el desayuno. Tensé mi rostro, quisiera lo menos posible ver a ese hombre, pero al parecer no es algo que pueda evitar, por ahora.
Intenté vestirme, pero mi ropa está rota debido a lo que pasó en ese galpón, además no huele bien, el olor a sangre y pescado sigue prendada a ella, creo que ni siquiera se puede salvar. La sangre me hizo recordar a ese hombre. Aún sigo inquieta por saber si en verdad se deshicieron del manager como les ordenó este tipo. Y mi cuerpo tiembla cuando analizo la compleja situación en la cual estoy atrapada. No sé aun si saldré viva de esta situación y esto solo me provoca más dolor de estómago.
Abrí la puerta finalmente apareciendo frente al pelirrojo con el pijama sin cambiar, y al parecer se dio cuenta de mi semblante, ya que bufó con incomodidad. Sin decir palabras me pasó un paquete en mis manos.
—Primero date un baño, no es bueno despertar al jefe de esa forma tan desaliñada —señaló con sequedad—. Aquí tienes ropa de cambio, en el baño encontrarás lo que necesites, los cepillos de dientes están envasados en el cajón del fondo, saca uno y úsalo. Cuando estés lista y decente, baja para que te dé las instrucciones de tus tareas a partir de hoy ¿Quedó claro?
—¿Qué hora es? —le pregunté con desánimo.
—Las siete y media de la mañana, tienes treinta minutos para estar lista.
Tragué saliva, me habla como si fuese una nueva trabajadora cuando mis circunstancias aquí son otras. Quisiera lanzarle su paquete por la cabeza, pero si hago eso pondré mi vida en peligro.
—¿Pasa algo? —preguntó ante mi silencio.
Di un salto al notar su tono molesto, escuché la risa de los otros hombres presentes y luego murmurar entre ellos "Qué mujer más estúpida" "No entiendo los gustos del jefe, pero los respeto, pero no puedo negar que es preciosa" "Yo la hubiera mandado varios metros bajo tierra" y otras linduras como esas que solo se detuvieron cuando el pelirrojo se volteó amenazante.
—No, todo bien, señor...
—Leonel —agregó con severidad.
—Señor Leonel —completé y observé el fastidio en su rostro—. Voy a prepararme...
Y sin saber qué más decir, volví a la habitación dejando salir el aire que retuve en mis pulmones, debido al tenso ambiente. Esperé unos segundos hasta que mi cuerpo pudo relajarse un poco. Soy tan sensible del estómago que si no hago esto termino por vomitar.
Abrí el paquete de ropa, encontrando ropa interior, nada fuera de lo normal, pero en cuanto llegué al resto de la ropa no pude menos que sentirme ofendida. Es un vestido de sirvienta, de esos que se usaban en las casas antiguas. Delantal blanco, vestido negro y un cintillo blanco ¡¿Qué clase de maldita burla es esta?! Este tipo no solo planea usarme para su beneficio, sino además burlarse de mi situación, sabe el miedo que tengo a morir y por eso juega conmigo de esta forma.
No pude evitar lanzar la ropa al suelo. Si estoy en esta casa es porque no tengo otra opción, mi vida corre peligro, pero si quieren hacerme ver que soy una empleada ¿Dónde está mi contrato laboral y mis derechos?
Fue darme cuenta al salir de la habitación para notar que no solo a mí me parece ridícula esta ropa. La mirada burlesca de los tipos que están en el lugar no pasa desapercibida. Las risas no se detuvieron mientras caminó desde la habitación al piso inferior.