La vorágine de Charlotte

Capítulo 9

—Estas son las llaves del departamento en donde vivirás. Evita comunicarte con tus conocidos y si te encuentran cuéntales que solo tuviste que viajar por una emergencia—señaló Leonel entregándome una carpeta con todo esta información.

Luego señaló el brazalete, extendí la mano y lo quitó colocando otro en su lugar, uno más sencillo y pequeño. Alcé mis cejas sin entender las razones de hacer esto.

—No puedes llevar algo tan valioso si eres una muchacha humilde e inocente que no se ha vendido a nadie antes—agregó sin mirarme.

—Soy una muchacha humilde e inocente —lo corregí molesta. Alzó su mirada deteniendo sus ojos en los míos y sonrió con tono de burla.

—Una muchacha inocente no droga a un importante productor con intenciones de extorsionarlo. De todas formas, no olvides esto, nos traicionas o huyes y este nuevo brazalete que acabo de colocarte estallará en pedazos, con suerte lograras sobrevivir, pero con la mitad de tu cuerpo destrozado ¿Está claro?

No respondí, lo quedé mirando al rostro, anonadada, mientras mis ojos vuelven al feo brazalete que parece haber sido hecho de negro metal. Tienen todo preparado en caso de que no cumpla con mis órdenes. Sentí escalofríos de recordar que estoy en una situación de la cual no hay forma de huir. Literalmente estoy en las manos de Alejandro Fave.

—Entiendo... —musité tensando mi rostro, me tomé la muñeca sintiendo que la presión de esa joya barata es más de lo que en realidad es—. ¿Qué pasará si fallo? ¿Lo harán estallar igual?

Se colocó serio antes de darme la espalda.

—Será mejor que no falles y vuelvas sana y salva —masculló sin responder.

—Sí, siempre y cuando eso signifique que esta pesadilla se acaba —le respondí con el mismo tono. Haciendo alusión de que si logro esta misión, pediré mi libertad y me iré lejos, incluso a otro país si es necesario.

Pareció querer decir algo, pero al final no dijo nada. Salimos de la casa sin que Alejandro Fave se presentara, no lo he visto desde la noche, cuando me expulsó de su cama. Me sentí en cierta forma incómoda por su ausencia, pero es evidente que para él soy solo una herramienta que puede utilizar a su favor.

Esa sensación de cruzar la puerta del lugar en donde estuve unos meses encerrada hizo que mis piernas se colocaran rígidas y mis pasos no parecieron tan natural como siempre. Sumado además que la herida en la planta de mi pie sigue aún fresca y duele.

De reojo contemplé la fachada pensando que esta noche no tendré que dormir acá. Tengo miedo, no puedo negarlo, no sé en qué peligrosa situación me estoy involucrando, pero el solo pensar estar en ese departamento sola sin esos hombres vigilando cada uno de mis pasos y sin estar alerta en caso de la repentina aparición de Alejandro Fave, me da cierto alivio.

Tal como lo había imaginado estábamos bastante lejos de la civilización, la mansión de Alejandro Fave está lo bastante lejos de cualquier otra para darle la posibilidad perfecta de cometer todo tipo de ilícitos sin ser descubierto por los vecinos. No sé si desde un inicio compró esa casa con esas intenciones.

El auto se detuvo en medio del camino y Leonel me hizo bajar de él. Dejó una maleta a mi lado, donde supuestamente van todas mis cosas. La verdad es que lo poco que tengo es lo que ellos mismos me han dado y supongo que ese bolso tiene lo que ellos mismos han cargado para mi uso.

—Desde aquí tienes que tomar un bus, R85 Ciudad del Norte, te bajas en la terminal y ya desde ese lugar busca esta dirección. Supongo que sabes manejarte en el metro —exclamó con seriedad entregándome un pasaje.

Moví la cabeza en forma afirmativa sin creer que van a dejarme al fin libre de sus vigilancias.

—No te confíes, tendremos nuestros ojos en ti, responde al teléfono cada vez que te llame, estoy inscrito como "Hermana Cassi", el jefe es "Hermano mayor" ¿Lo entiendes?

También me entregó las llaves del departamento y el contrato de arriendo que solo lleva la firma del representante de la empresa. No es inusual que una empresa de espectáculo haga este tipo de trabajo por los actores novatos que considera talentosos.

—Haz un buen trabajo, no falles y tendrás tu recompensa —dijo seriamente antes de volver al auto y alejarse.

No hubo un adiós, ni suerte, ni nada. Aunque tampoco lo esperaba. Me quedé en la parada viendo la calle vacía y solitaria, por momentos me pregunto si en realidad pasará un bus por aquí.

Pasan las horas y nada. Comienzo a preguntarme si acaso todo esto ha sido una burla y mentira, y en realidad me han dejado aquí para que muera de hambre y sed. Todo el entrenamiento, cambio de look y todo no fue más que una burla.

Trago saliva y miro el teléfono sin ver ninguna sola llamada o mensaje. En eso a lo lejos escucho un motor, alzo la mirada para ver un bus acercándose. Inquieta tomé la maleta sin saber si debo hacerle señas o no. Pero si no hago señas, voy a morir aquí de inanición.

El bus se detiene en la parada ante mis señas, y un copiloto con cara de pocos amigos se asoma.

—Pasaje —dice sin siquiera saludar.

De inmediato le extiendo el pasaje que llevaba en el bolsillo, y preocupada notó como arruga el ceño antes de bufar de mala gana.

—Bien, abre la puerta de las maletas, hay un pasajero aquí —indica al interior del bus.

Luego de cargar la maleta subo al interior del bus y busco mi asiento. Me acomodo y el bus inicia la marcha. Cierro los ojos mientras nos alejamos. Mientras más nos alejamos, esa sensación de alivio se hace más fuerte. Aunque solo sentir el brazalete, me hace acordar que soy solo un perro que corre creyéndose libre, pero aún tiene un amo al cual obedecer.

Durante el viaje apoyé la cabeza observando el paisaje, y me quedé dormida como no he dormido por días. Desperté al llegar al terminal y al bajar me detuve confundida como si no recordara a donde debo ir.

Observo a mi alrededor con desconfianza ¿Si subiera a otro bus podría huir de esto? Pensé contemplando a cada persona del lugar.




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