La vorágine de Charlotte

Capítulo 10

La mirada fría e imperturbable de aquel hombre se detuvo en mis ojos. Me contempló de la cabeza hasta los pies antes de soltar una especie de risa burlesca que no pude ignorar. Arrugué el ceño, sintiéndome ofendida por su divertida expresión.

—Luces bien —dijo finalmente antes de tirarse hacia atrás de la silla haciéndola rechinar.

Se llevó una mano a la barbilla sin agregar algo más.

Acabábamos de llegar a la oficina de Alejandro Fave hace unos minutos y luego de hablar a solas con su manager me pidió entrar. Y no dijo ninguna palabra más, solo soltó esa simple frase. Pero aunque dice una cosa, parece pensar en otra.

Intenté sonreírle, aunque en verdad no quisiera hacerlo. Quisiera mostrarle una expresión amarga y despectiva, pero no estoy en condiciones de hacerle saber que no estoy conforme con sus planes.

—A ese idiota de Nicolás le gustan las muchachas que lucen inocentes y tontas... —tensé mi rostro al escucharlo decir esa última palabra—. Esta noche irá a esa fiesta, quiero que te presentes, intentes jugar con él pero no más. Lo ideal es jugar con él para que caiga con más fuerzas. Una vez que caiga podremos descubrir quién es el traidor.

Lo contemplé dubitativa.

—Si logras hacerlo, te daré lo que te prometí —agregó cruzando los brazos.

¿Lo que pedí? ¿O sea mi libertad? Pensar en eso, me anima. Antes, cuando no pensaba que existiera una oportunidad de escapar de la situación en que me metió el delincuente de mi anterior manager, me sentía sin esperanzas. Pero ahora, sabiendo que existe una posibilidad, aunque difícil, es algo en lo que al fin puedo aferrarme.

—Bien, haré lo mejor que pueda —respondí con mayor seguridad.

Alejandro bufó con expresión intimidante.

—No, no hagas lo mejor que puedas, debes hacerlo ¿No sabes lo que va a pasarte si fallas? —señaló colocándose serio—. Podrás ir a visitar a tu viejo manager...

Sentí un gélido frío subiendo por mi espalda. Y antes de reaccionar, Alejandro me tomó de la barbilla obligándome a dirigir mi atención a él. Con las luces del exterior y la tenue luz que hay en su oficina, sus ojos parecieron tener un brillo atemorizante, tragué saliva notando su serio semblante. No fui capaz de decir palabra alguna.

—¿Lo entiendes? —preguntó ante mi silencio.

—Sí..., señor Fave...

—Buena chica —susurró acercándose a mi rostro.

Cerré los ojos al sentirlo demasiado cerca, y no pude evitar temblar sin saber a qué atenerme.

—No falles —sentí su caliente aliento en mi oreja.

Y al abrir los ojos, él ya volvía sus pasos hacia su escritorio. Alzó una mano sin mirarme, sin que pueda ver demasiado lo que pensara y solo dijo "nos vemos" indicándome que ya era hora de salir de su oficina e ir a esa fiesta en donde conoceré a ese tal Nicolás Fave.

No pude levantarme de inmediato de mi asiento, es como si mis piernas se hubieran vuelto tan débiles que no son capaces de sostener mi peso. Fue difícil poder volver a moverme, levantarme de esa silla y caminar hacia afuera. En todo ese momento Alejandro me dio la espalda y encendió un cigarro, cuya luz rojiza no pasó desapercibida para luego ver una fila del humo que expulsaba por su boca subir hacia arriba.

Afuera me esperaba el manager, aquel sonrió amistosamente antes de subirnos a la van, se subió y condujo con la música suave mientras contempló las luces que encienden la vida nocturna en la ciudad. Me enfoco en cumplir mi papel, el de la joven actriz de apariencia inocente y humilde, pero que en realidad es una mujer ambiciosa, capaz de lo que sea. Sin límites. Bufé al pensar en eso último.

"Debo hacer lo mejor" repetí en mi mente pensando que no estoy arriesgando una carrera ni fortuna, sino que mi propia vida, y no debo olvidarme de eso para saber que tengo que hacer incluso lo que no quisiera.

—Ya llegamos —dijo Pablo sonriendo animado.

La fiesta según veo se desarrolla en un lujoso hotel, por lo cual de seguro que mantener la etiqueta es lo más importante, o eso pensaba hasta que el ascensor se detuvo en el piso en donde se desarrolla la fiesta y nos detuvimos frente a una puerta donde dos guardias corpulentos pidieron nuestra identificación para entrar.

El ambiente en el interior es ruido, la música alta apenas deja escuchar las voces de los alrededores, y las luces titilantes aparecen y se esconden en un ambiente que incluso llega a marear. De repente comencé a ver cosas que me dejaron enmudecida, drogas, alcohol y sexo suceden en cada rincón sin el mínimo de tapujo y vergüenza. Hombres jóvenes con hombres mayores, mujeres jóvenes con hombres de traje, droga esparcida en las mesas y alcohol que se desparrama en el cuerpo de alguien que intenta seducir a otros. No pude evitar reconocer a varios jóvenes rostros del espectáculo, pero en actitudes obscenas que me dejan confundida.

—¿Qué es esto? —le pregunté a Pablo.

Aquel no respondió de inmediato, contraria a su usual sonrisa se colocó muy serio.

—Están buscando el apoyo de algún rico productor, o alguien de poder en el mundo del espectáculo, incluso si tienen que...

Había escuchado de estas cosas, e incluso mi viejo manager quiso que hiciera esto mismo con Alejandro Fave y al final terminamos con el peor resultado, con él, muerto y yo obligada a trabajar para ese hombre.

Sentí escalofríos, nunca pensé que algún día tendría que volver a un ambiente así y volver a intentar engatusar a otro hombre. Otro Fave. ¡Qué ironía!

—¿Disculpe, el señor Nicolás Fave? —el manager le preguntó a uno de los hombres que servía en el bar.

—Sala del fondo, la tercera del lado derecho —le respondió con indiferencia.

Pablo no alcanzó a agradecerle, ya que el hombre se fue de inmediato con una bandeja directo a servir a una de las mesas. El manager me contempló con seriedad colocando ambas manos sobre mis hombros.

—¿Estás lista? Cualquier cosa qué pase me llamas, yo te acompañaré a la sala, pero no sé si Nicolás Fave me permita estar mucho tiempo con ustedes ¿Lo entiendes? —solo moví la cabeza en forma afirmativa, no sé si él sabe a qué hemos venido. Pero de seguro, luego de hablar con Alejandro debe estar al tanto y por eso luce tan serio.




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